Una marcha silenciosa recordó a Bouna Traore y Zied Benna, los dos jóvenes que murieron electrocutados tras esconderse en un transformador cuando eran acosados por la Policía. La muerte de ambos, ocurrida el 27 de octubre de 2005, desató una virulenta respuesta en las periferias urbanas francesas. Desde el cinturón de la exclusión que rodea a Paris, más de 200 comunas a lo largo y ancho del Hexágono se inflamaron con protestas, sabotajes, incendiosŠ a los que siguieron una oleada de detenciones.

Mientras la realidad de la exclusion sigue echando raíces en localidades como Clichy-sous-Bois, donde ocurrieron los óbitos, la cercana campaña electoral ha convertido en leit motiv político la situación en las banlieu. Hasta tal punto que el cuarto debate protagonizado el jueves por los tres aspirantes a la candidatura del PS a las presidenciales, reunidos en el Zenith parisino, fue especialmente generoso en alusiones a esos que ahora Segolène Royal llama «nuestros jóvenes» ­marketing electoral obliga­ cuando no hace demasiado protagonizó un desembarco en los arrabales ­hasta en eso sigue los pasos de Sarkozy­, para pedir seguridad y cuando, como es sabido, no duda en secundar las medidas del Gobierno contra la «inmigración ilegal».

Durante las últimas semanas, a la ya habitual vigilancia de los uniformes en los arrabales parisinos hay que sumar el desembarco de los medios. Su presencia ha sido objeto de no pocas críticas, principalmente a cargo del cuerpo de trabajadores sociales y otras antenas de las instituciones en los barrios periféricos que, curiosamente, se quejan a menudo del escaso interés informativo que despiertan las zonas de exclusión social. Tras esas críticas hacia la avidez de los medios en volver al «terreno de la batalla» ¿se esconde sólo el temor a que salte la chispa y las pantallas se llenen (anoche lo hacían ya) de incendios o más bien a que las cámaras muestren que, pese a las promesas, las infraestructuras públicas, la vivienda, la educación, el empleo, el transporte, la cultura y el ocioŠ siguen siendo carencias cotidianas para los habitantes de las banlieu? El movimiento de jóvenes «Más allá de las palabras» reclama, por contra, altavoces. Así habla Hamad Ly: «Si hace un año se nos hubiera dado la oportunidad de alzar la voz, quizás el conflicto no hubiera ido tan lejos. Un año después queremos mostrarnos, porque seguimos aquí, no hemos tirado la toalla y no nos vamos a rendir». -