Maite Soroa
Losantos, el apocalíptico
Aunque parezca que han enloquecido, en realidad están haciendo negocio. Y por eso escriben los disparates que escriben. Federico Jiménez Losantos no pierde ocasión de desbarrar si así consigue un lector o un oyente.En su columna de “El Mundo” se refería a la reacción de ZP tras el robo de las pistolas de Nimes y sentenciaba que cuando matizó que «las consecuencias» tendrán lugar «en su momento», eso quiere decir que «si por él ha de ser, ni ahora ni nunca». ¿Ustedes creen? Y nos cuenta el predicador de la hecatombe que «el inquilino de La Moncloa ha conseguido que todo lo que dice sobre el terrorismo debamos interpretarlo al revés. La famosa ‘verificación’ de que ETA estaba dispuesta a desarmarse, que tanto repetía el Gobierno hace unos meses, ha pasado a mejor vida. Las constataciones, pruebas y verificaciones ya no son necesarias. ETA está cumpliendo los trámites del mal llamado proceso de paz por una razón esencial: porque a Zapatero le conviene creerlo, aunque sea una flagrante mentira». Al que no le interesa, mirando al bolsillo, es a Losantos, claro. Pero como se trata de alarmar a sus compatriotas, Losantos asegura que «los terroristas le han tomado la medida a la perfección. Como no cree en nada, puede defender una cosa y la contraria no de un día para otro sino de una frase a la siguiente. La verdad se ha convertido para ZP en un engorroso trámite para ignorantes, que somos todos los españoles que le pagamos el sueldo». El despego a la verdad no es patrimonio de ZP, ¿verdad Pedro J.? Pero, como a casi todos, también a Losantos se le cae la
careta y se ven sus oscuros deseos:«al día siguiente, o sea, en su momento,
volverán a las andadas. Rearmados, relegitimados, servidos de hinojos por
Cándido y Zapatero, los criminales de la capucha y el tiro en la nuca
proseguirán su obra redentora hasta conseguir la Cuba del Cantábrico. En su
momento, pararán. En su momento, acelerarán. En su momento, venderán. En su
momento, comprarán. En su momento, volarán el mercado. No se les pueden poner
mejor las cosas para, en su momento, hacer lo que más les convenga. El fiscal
general del Estado es su abogado particular. El presidente del Gobierno de la
nación opresora es su criado, untuosamente servil. El Estado cruje y se
resquebraja por los cuatro costados. Y en su momento, estallará». Rían después
de haber temblado. - msoroa@gara.net
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