BRUSELAS
El pasado 1 de mayo sólo cuatro de los socios de la UE-15 (Estado español, Portugal, Finlandia y Grecia) abrieron sus fronteras a los trabajadores de los diez nuevos estados, sumándose así a Gran Bretaña, Irlanda y Suecia que ya lo hicieron en 2004. El resto ha limitado la entrada a determinados sectores, y Alemania, Austria y Dinamarca ya han comunicado que mantendrán los obstáculos a la libre circulación de trabajadores hasta 2009. El Estado francés anunció que tiene previsto levantar gradualmente las restricciones, especialmente en sectores donde falta mano de obra. Bélgica acogerá a enfermeras, fontaneros, electricistas, mecánicos, arquitectos e ingenieros, mientras que Luxemburgo facilitará la entrada en sectores como la agricultura y los servicios.
Italia va a seguir con los obstáculos a la libre circulación, aunque el Gobierno tiene previsto aumentar la cuota de trabajadores procedentes del Este.
El Gobierno holandés limitó la apertura de su mercado laboral tras la presión del Parlamento, ciñéndola a «los sectores del mercado de trabajo que funcionan sin problemas», y aplazó a 2007 la apertura total sin restricciones.
Apertura total en 2011
El Ejecutivo comunitario espera que antes de 2009 otros países eliminen completamente las restricciones. El Tratado de Adhesión de los nuevos socios reconoció la posibilidad de imponer restricciones, por un período transitorio de dos años, a los trabajadores de ocho de los nuevos estados miembros y su revisión a mediados de este año. En todo caso, en 2011, siete años después de su incorporación, la libertad de movimiento de los trabajadores deberá ser una realidad en todo el territorio comunitario.
A pesar de que estudios revelan que no ha aumentado significativamente circulación de trabajadores y no ha habido avalanchas, no sólo se mantienen los recelos sino que ahora aumentan ante la próxima adhesión de Rumanía y Bulgaria, el 1 de enero de 2007. Los dos nuevos miembros de la UE tendrán una cláusula de salvaguardia de siete años antes de que sus ciudadanos disfruten de la libre circulación de trabajadores, aunque los actuales miembros pueden abrir sus fronteras antes de ese plazo.
La Comisión Europea trata de ahuyentar temores. Su presidente, José Manuel Durao Barroso, aseguró que los europeos no deben temer ahora la próxima adhesión de Rumanía y Bulgaria, aunque reconoció que «entiende» las reticencias de algunos países a la hora de no abrir sus fronteras a los trabajadores búlgaros y rumanos.
«Ya se han ido los que debían»
También el presidente rumano, Traian Basescu, intenta convencer a los que pronto serán sus nuevos socios de que no está justificado el miedo a una «invasión de rumanos» en la UE.
«De hecho, los que debían irse del país ya se han marchado. En la actualidad, Rumanía se enfrenta a una escasez de mano de obra», afirmó Basescu. En el mismo sentido la ministra rumana de Integración Europea, Anca Boagiu, ha afirmado que cuenta con informes según los cuales, en los próximos tres o cuatro años, hasta 2009, «no más de 500.000 personas saldrán del país».
Además, reiteró que a Rumanía le interesa mantener su mano de obra porque «la necesitaremos de cara al gran nivel de inversiones que vamos a recibir gracias al apoyo financiero de la UE», y por ello su Gobierno ya está trabajando en un plan orientado a la permanencia de sus trabajadores.
No parece que estas cifras hayan tranquilizado a Alemania, Austria, Bélgica, Estado francés y Luxemburgo, que parecen los más favorables a cerrar fronteras. Finlandia, Estonia, Eslovaquia, Chipre y Polonia podrían abrirlas e Italia, Grecia, Holanda, Hungría, Portugal, Irlanda y Gran Bretaña podrían aplicar algunas restricciones.
El secretario de Estado alemán de Trabajo y Asuntos Sociales, Gerd Anders, justificó el veto «a causa del muy elevado paro, del 10% en todo el país y entre el 16% y el 22% en la zona Este». Alemania y Dinamarca son los dos últimos países miembros de la UE que aún no han ratificado el Tratado de adhesión de Rumanía y Bulgaria.
El veto también se prevé en Gran Bretaña, que aunque abrió sus fronteras a los diez nuevos socios en 2004, vio cómo llegaban veinte veces más inmigrantes en dos años que los previstos por su Gobierno. Ahora se ha pasado a la opinión contraria.
«Lamentamos que países que abrieron sus puertas a los trabajadores de los diez estados miembros que se adhirieron a la Unión en 2004 puedan no hacer lo mismo con los de Rumanía y Bulgaria», indicó la portavoz comunitaria de Empleo, Katharina Von Schnurbein, en referencia a la postura británica, aunque Londres aún no ha comunicado nada a Bruselas.
La portavoz insistió en que la apertura de las fronteras a los ciudadanos de los diez países del Este ha producido «efectos económicos positivos» en la Unión. Según la portavoz, ninguno de los Veinticinco ha comunicado aún a la Comisión si tienen o no intención de abrir sus mercados laborales a los ciudadanos de esos dos países, y que Bruselas sabe «por la prensa» que «tres o cuatro están dispuestos a abrir sus fronteras.»
También los recién llegados
Los vetos proceden también de algunos de los recién llegados y que a su vez habían visto restringida la libre circulación de sus trabajadores.
El ministro húngaro de Política Social y Trabajo, Péter Kiss, anunció que Hungría abrirá gradualmente su mercado laboral a los ciudadanos de Rumanía y Bulgaria. Su ministerio propone durante un período de por lo menos dos años, restricciones sobre la mano de obra de esos dos países, empezando por los sectores «que lo necesiten» y el resto de forma gradual.
Eslovaquia, sin temor
No es el caso del Gobierno eslovaco, que abrirá su mercado laboral. «No sería lógico que nosotros critiquemos a los países viejos de la UE por sus períodos de transición, y al mismo tiempo nosotros aplicáramos la misma política a los nuevos países miembros», afirmó su primer ministro, Roberto Fico.
En todo caso, Bratislava no espera ningún aumento significativo en el interés por trabajar en Eslovaquia entre los trabajadores de ambos países balcánicos, porque «no es un país atractivo, en comparación con las tradicionales naciones destino de los emigrantes». La apertura del mercado laboral eslovaco puede ayudar a cerca de 17.000 rumanos de origen eslovaco, sobre todo debido a la falta de mano de obra en determinadas profesiones. La tasa de desempleo en Eslovaquia, con apenas cuatro millones de habitantes, supera el 15% de la población activa.
Bruselas quiere evitar el miedo a «la
invasión»
La vicepresidenta de la Comisión Europea, Margot Wallstrom, aseguró que el miedo a una «invasión» de trabajadores rumanos y búlgaros a partir del 1 de enero carece de fundamento y recordó que «todo el mundo tuvo el mismo temor hacia los españoles» en 1986. La Comisión quiere que haya el menor número posible de países que establezcan una moratoria a la libre circulación de trabajadores porque «los flujos son lentos y moderados». Apostó por luchar contra «ese tipo de mitos generalizados» como el temor reciente a una invasión de «fontaneros polacos». -