Gloria Rekarte - Ex presa política
Fuerza democrática
Después de que el debate sobre las posibilidades de solución del conflicto en Euskal Herria llegara al Pleno del Parlamento Europeo, Victoria Prego está muy disgustada. Lo único que ha conseguido Zapatero llevando la propuesta a Estrasburgo, es decir, cediendo al chantaje de los terroristas y bla, bla, bla, ha sido una Cámara, «la de Europa entera», dividida. «Partida por la mitad» dice, realzándolo en negrita para dotar la frase del dramatismo suficiente. «Un desastre». Vaya. Puede que con el disgusto no se exprese bien la mujer, pero por lo que da a entender, no se deben llevar debates al Parlamento, para que no se divida. O sea, sólo sudokus, que entretienen mucho y no parten nada. No sabe continúa, apesadumbrada qué más tiene que pasar para que el presidente se convenza de que no puede seguir caminando solo. Hombre, pues no es que yo vaya a romper una lanza por Zapatero precisamente, pero diría que no es esa la impresión que dejan los resultados del debate y que son otros los que se han quedado solos hace tiempo ya. Pero la concepción de la unidad democrática y el consenso que tiene el PP reside en que todos los demás deben ceñirse estrictamente a sus tesis y directrices. Cualquier otra opción u opinión carece de validez democrática alguna. Ni votaciones, ni partidos, ni mayorías, ni debates, ni Europa. Y claro, no hará falta decir que si la Cámara y Europa se encuentran divididas, no es porque unos hayan dicho que no al texto, sino porque otros han dicho sí. Así que después de todo esto, indica con determinación a Zapatero cómo debe contestar al robo de las pistolas: con un «golpe de fuerza democrática». Conocida ya su particular visión de la «fuerza democrática», le hemos entendido perfectamente. No sé, pero esta semana no se puede quejar. Con y sin robo, antes y después, más detenciones, más procesamientos, entradas en herrikos, bares, sociedades, sidrerías... y el juicio a Iñaki de Juana por esas graves amenazas que hasta el momento nadie ha sabido decir ni cuáles eran ni en qué consistían. Ni por parte siquiera de quienes se sintieron amenazados. En cambio, dentro y fuera de la sala, la extrema derecha, bajo unas u otras siglas, amenazaba, insultaba y se recreaba, como ya es habitual, con alusiones a Aitor Zabaleta o Lasa y Zabala, en la muerte y el sufrimiento con la saña que les caracteriza. Diría que larga labor iba a tener la Fiscalía, a trece años por amenaza y cuatro por enaltecimiento del terrorismo del GAL si no supiera que, por supuesto, ellos sí estaban ejerciendo su derecho a la libertad de expresión. En pleno golpe de fuerza democrática, además. -
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