Cayetana Fitz-James Stuart, Duquesa de Alba, ha sido absuelta de los insultos que pro-firió contra los jornaleros y jornaleras del Sindicato de Obreros del Campo al protestar por el nombramiento a su persona de Hija Predilecta de Andalucía.
Al decir de Chaves, su presidente, la del rojizo estropajo representa los valores de aquella maltratada tierra. Mientras los policías apaleaba a los trabajadores, el adefesio espetó con su agraciada voz: «son unos cuantos locos», «todos los que estaban allí son unos delincuentes». A la más de veinte veces Grande de España e Hija predilecta, los trabajadores de su tierra le parecen delincuentes. Para su presidente, otro con fluido verbo, combatir a los latifundistas resulta «anacrónico». A los llamados jueces, apalear obreros e insultarlos les parece justo. Vaya mierda España, su Justicia y su Grandeza.
Los terratenientes centralistas se llevaban la mayor parte de las subvenciones agrarias europeas con el consentimiento de los tres poderes del Estado, ahora además las medallas. Para los jornaleros, sueldos de miseria y palos. Esto, a los del GAL, no les resulta anacrónico.
Los que aplican la Ley han absuelto a la nieta del embajador de Franco en Londres. Aducen cuestión de forma. Todos sabemos ellos incluidos, que mienten. Piensan igual que la Marquesa, los que luchan por la justicia son unos delincuentes. Al fin y al cabo todos comen en la misma mesa y a costa de los mismos.
Cuando los grandes de España organizan saraos, en sus mansiones no vemos entrar a trabajadores, vemos a políticos, banqueros, jueces y demás parásitos sociales. Todos gente guapa, sin arrugas. Todos hijos predilectos.
Mientras a Iñaki de Juana por escribir dos artículos de opinión le piden más de noventa años de cárcel, ilegalizan organizaciones políticas, cierran diarios y radios; la clase judicial pone en la calle a políticos responsables de asesinatos, absuelve a banqueros corruptos, admite el sobreseimiento de acusaciones de torturas y últimamente confisca los bienes del enemigo. Resulta extraña la aplicación del Derecho de guerra en tiempos de tregua.
Que sepa el SOC que a la Marquesa también la padecemos por estos lares y, que al ser apaleados y después injuriados, fuimos apaleados e injuriados la mayoría de esta tierra. Balza no, por supuesto. -