BELGRADO
Alrededor de 6,6 millones de electores están llamados a votar en este referéndum, que ha concitado el apoyo de la gran mayoría del espectro político del país, desde los defensores de la «Gran Serbia» hasta la mayoría de los proocidentales, pasando por la formación de Slobodan Milosevic, el Partido Socialista de Serbia. Todo ello sin olvidar el explícito apoyo al proyecto de la iglesia ortodoxa. Y es que el eje, espíritu y preámbulo de la Constitución es la autoproclamación de Kosovo como «parte integrante de Serbia», precisamente en pleno proceso de conversaciones sobre el futuro del enclave y bajo la mediación de la ONU.
«Con esta nueva Constitución, Serbia se transforma en Estado democrático y de derecho y protege su integridad territorial», señaló al depositar su voto el primer ministro, Vojislav Kostunica, tan liberal y prooccidental en lo económico como atávicamente defensor de las «esencias patrias» serbias.
Su gran valedor, el patriarca ortodoxo Pavle, ha intervenido directamente en la campaña para instar a aprobar un texto constitucional para «el bien de Serbia» y «la mejor defensa de Kosovo». «Serbia está defendiendo Kosovo con la mayor de las armas, la justicia y la ley», añadió la iglesia ortodoxa.
Los «socialistas» de Milosevic coinciden en que la Constitución «es de interés esencial para el Estado» serbio.
El prooccidental presidente, Boris Tadic, coincide con ellos en el aval a la Constitución pero asegura que con ella «romperemos con la era Milosevic».
Críticas desde Serbia
Aunque minoritarios, no faltan los críticos tanto al texto como al proceso electoral. Grupos progresistas han criticado que el texto no garantiza la independencia del poder judicial, los derechos de las minorías y la autonomía municipal. Critican además la mención de Kosovo en plenas negociaciones.El opositor Partido Democrático Liberal (PDL), de Cedomir Jovanovic, ha denunciado «enormes presiones» a los funcionarios para que acudan a votar. Y es que este grupo augura un estrepitoso fracaso a la iniciativa, que precisa el voto de más de la mitad del electorado.
A las 2 de la tarde de ayer sólo había votado en torno al 10%. Consciente del riesgo, el Gobierno ha organizado dos días de votación, hasta mañana, y ha realizado una agresiva campaña por el «sí».
Agresividad en la que ha tenido como quinta columna a la minoría serbia en Kosovo, que no dudó en concentrarse ante la sede de Jovanovic para acusar a su partido de traición. Esta presión no ha arredrado al PDL, que instaló ayer stands en el centro de Belgrado a favor de la «Carta de la Libertad».
Junto con tentativas de llenar las urnas (caso de Bujanovac, en el sur de Serbia), la minoría serbia de Kosovo se mostró ayer más entusiasta que sus hermanos. A la misma hora había votado el 16% de los electores serbios del enclave.