Virtuosismo tridimensional
El recital en solitario que Alessio Bax protagonizó ayer en Miramon se constituyó en un marco más adecuado para analizar las virtudes del joven pianista italiano. La selección del programa, centrado en Rachmaninov en toda la última parte, destacaba no obstante por dos piezas bastante inusuales en las salas de concierto: las “Variaciones sobre ‘Come un agnello’ de Sarti”, de Mozart, uno de sus grupos de variaciones menos conocido, y el arreglo de la famosa aria “Jesu, Joy of Man’s Desiring”, de Bach que la pianista británica Myra Hess realizó hace más de medio siglo. El Mozart, especialmente dinámico y festivo, dio ocasión para apreciar la gran limpieza en la digitación de Bax y una marcada tendencia a resaltar el aspecto rítmico sobre el armónico. La pieza de Bach, por su parte, fue una magnífica oportunidad para el italiano de lucirse en algo en lo que es un auténtico fenómeno: su capacidad para recrear los distintos planos sonoros de la partitura, obteniendo unos resultados que, empleando un simil gráfico, son casi tridimensionales. Si algo se pudo echar en falta en las maneras de Bax, y especialmente siendo alumno de Joaquín Achúcarro, fue un mayor hedonismo en el color del sonido que extraía del piano, a veces un tanto monocromo. Las “Variaciones sobre un tema de Arcangelo Corelli”, de Rachmaninov, fueron un auténtico dechado de virtuosismo, aunque en algunos momentos en concreto, como la transición a la variación final, se echara de menos un poco más de profundidad. Lo que sí fue absolutamente sobresaliente fue su interpretación de siete preludios del mismo autor, abordados sin excesos ni edulcorante pero con una fantástica riqueza de detalles rítmicos. En definitiva, un magnífico recital que hubo de ser coronado con dos bises que fueron arreglos de conocidas piezas de Marcello y Brahms. -
Mikel CHAMIZO
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