Dice el programa de mano «vamos a jugar con su presencia (actoral), sprezzatura, es decir su capacidad para tomar posesión de la escena por medio de sus cuerpos, su lenguaje, su fuerza de comunicación hasta la completa emergencia de su voluntad de supervivencia inherente a cada artista, cuando ejerce su arte en directo sobre un escenario». Esa disposición es la exigida a los personajes para expresar con entrega la tragedia con música “Bajazet”, sutileza que embauca a un público de gusto.
Destaca la textura escénica dispuesta por Davide Livermore para un espacio escénico muy similar al teatro dentro del teatro, y el fastuoso vestuario.
Carlos Mena cantó en Bilbo con suma limpieza su papel amplio. El barítono chileno Christian Senn lució una seductora y domada voz, que ensalzó a la soprano Schiavo y a las mezzosopranos Cirillo, de Liso y, sobre todo, Genaux, en elaboración sutil de coloraturas y efectos sonoros simpar, a la vez que un fraseo modulado y grácil, que levantaron a un público entregado gracias a la labor desarrollada en la exposición del trabajo musical y escénico de Andrónico, Asteria e Irene.
Una interpretación ajustada tanto del Conjunto Europa Galante como del violín solista y batuta viva de Fabio Biondicomo, alma del resurgimiento de obras no habituales del pasado, como ésta de Vivaldi. -
OTXANDIO