Quienes hace apenas nueve meses pusieron en tela de juicio la posibilidad de que el Gobierno que preside Evo Morales dirigiera el destino de Bolivia hacia un futuro sin injusticias sociales, seguramente pensaron que nadie puede frenar la «lógica del mercado» y que, tarde o temprano, las clases populares bolivianas deberían asumir que la pobreza es su estatus «inamovible». Sin embargo, desde que asumiera la Presidencia en enero pasado, se está observando que tras las promesas de Evo Morales hay un programa de gobierno bien diseñado y con un amplio respaldo social, lo que le ha permitido afrontar las negociaciones «a cara de perro» con las multinacionales petroleras sin tener que renunciar a sus postulados.

El líder aimara del Movimiento al Socialismo (MAS) tiene claro cuál es su objetivo: poner fin a siglos de «injusticias sociales». Y también es consciente de que, para llegar a esa meta, el Estado boliviano necesita recursos económicos y financieros. Los recursos naturales del considerado «país más pobre de Sudamérica» tienen un gran valor en el mercado, como lo demuestra, precisamente, la presencia en el país de varias de las más grandes multinacionales petroleras. Consciente de la necesidad de «colaborar» con esas grandes empresas, Morales ha llevado las negociaciones a buen puerto y sin que se produzca la «espantada» del capital extranjero con la que la oposición interna, y algunas potencias internacionales, han intentado desestabilizar al Ejecutivo del MAS.

No obstante, el histórico acuerdo suscrito con las empresas petroleras no es más que un paso hacia la igualdad social, puesto que sus frutos tardarán aún en llegar al destinatario final: la población más necesitada que, a día de hoy, aún vive en la miseria. Por ello, Morales ya se ha puesto otro objetivo en el horizonte: el desarrollo industrial del país, con el que pretende que Bolivia deje de ser un mero exportador de recursos energéticos.

Además, Bolivia está ya inmersa en una amplia campaña de alfabetización, con la que se pretende enseñar a leer y escribir a 1.200.000 personas para el año 2008; se ha puesto en marcha una reforma agraria con el reparto de tierras estatales; y en julio se eligió la Asamblea Constituyente que debe dotar al país de una nueva Constitución. Hasta el momento, el Gobierno de Evo Morales cumple sus promesas. Y ésa es una buena noticia. -