Más músculo y menos talento para el mismo espectáculo
Arranca la NBA. 82 partidos de temporada regular seguidos de una maratoniana fase de play offs con rondas al mejor de siete. El ganador habrá disputado un mínimo de 98 partidos entre noviembre y junio. El anillo de Miami se ve amenazado desde Texas; Dallas y San Antonio son los máximos aspirantes.
El martes se vuelven a encender los focos. El tejido muscular se pone a tono y los gemelos ya están listos para brincar hasta que las manos alcancen el preciado aro, colocado a trescientoscinco centímetros del suelo. Unos tendrán la vista puesta en el show, en brillar para convertirse en los mejores jugadores del planeta. Otros van más allá. Buscarán tener un equipo fuerte que aguante los envites de una temporada tan larga y aspirarán a conquistar el anillo. Esa es la tesitura de los tres principales favoritos para la consecución del título: Miami Heat, Dallas Mavericks y San Antonio Spurs. La plantilla de los Heat, la vigente campeona, es la misma que la del año pasado. La llegada de un puñado de rookies no va a cambiar el funcionamiento de la engrasada maquinaria de Florida. Sus cartas son las mismas: Dwyane Wade, Shaquille O’Neal, una pléyade de estrellas y veteranía. Mucha veteranía. Precisamente ese aspecto, una media de edad que supera los 30 años, puede ser la clave que decante o no el campeonato a su favor. O’Neal, Mourning, Walker, Payton, Posey y Williams tendrán que dar lo mejor de sí mismos para que Wade no se quede solo ante el peligro. O’Neal no es el mismo. Su declive, siempre entre comillas, se comienza a vislumbrar y es más que probable que sin él a un 75% en play-off, Miami no pueda repetir éxito. Este verano ha sido tranquilo en los despachos. Las estrellas están bien en sus actuales casas y eso provoca que, al igual que la de Miami, la plantilla de Dallas, el finalista de la temporada pasada, apenas haya variado. Todo volverá a girar alrededor de Dirk Nowitzki. El alemán parece el hombre elegido para romper el sueño americano y convertirse así en el primer europeo que ha guiado a una franquicia NBA a la consecución del anillo. Los cambios en los Mavs han sido sutiles y encaminados a ampliar el conocimiento del juego y matar el nervio, excesivo en los tiempos que corren. Así Marquis Danields, un jovencito que apuntaba maneras de portento ultra-físico, ha hecho las maletas para marcharse a Indiana. Su recambio ha sido Austin Croshere, un gran jugador infravalorado desde que Larry Bird abandonó el banquillo de Indianápolis. Quizá en Dallas encuentre su espacio, jugando un baloncesto mucho más lógico y menos individualista. Tampoco hay jugadores nuevos e importantes en San Antonio. La franquicia elegida como favorita para la consecución del anillo por los presidentes de los clubes NBA recibe los servicios de Francisco Elson, Jacque Vaughn y Eric Williams. Jugadores de poca entidad que vendrán a completar la rotación que comanda la base de los tricampeones: Tim Duncan, Manu Ginobili, Tony Parker, Robert HorryŠ En el duelo tejano, la profundidad de plantilla de los Spurs los convierte en favoritos ante los Mavericks, que dependen en exceso de su máxima estrella: Nowitzki. Pese a todo, una final en el oeste entre San Antonio y Dallas, con triunfo para Duncan y compañía, sería más que lógica.
COMPETITIVO
El Oeste volverá, un año más, a ser más competitivo que el Este. Tras el dueto de aspirantes al título compuesto por San Antonio y Dallas, hay hasta cuatro franquicias esperando una oportunidad para meterse en la elite, y optar así a algo grande esta temporada. Phoenix Suns es el rival más peligroso. La apuesta ofensiva y colectiva propuesta por Mike D’Antoni ha convertido a la franquicia de Arizona en una de las más vistosas del campeonato. Además de lo atractivo del juego de los Suns, su baloncesto es efectivo, sirve para ganar partidos y para llegar lejos en play-offs. Steve Nash, Shawn Marion, Amare Stoudemire y compañía volverán a correr y a anotar como nadie. Houston Rockets volverá a ser la gran incógnita del Oeste. El año pasado las lesiones machacaron al conjunto de Jeff Van Gundy y para este año no se han añadido grandes variables al dúo estelar compuesto por Yao Ming y Tracy McGrady. Si todo funciona bien, si T-Mac y Yao están a la altura de sus posibilidades, volverán a ser titulares en el All-Star y meterán a su equipo en segunda ronda de play-offs. Pero, eso sí, su guión no puede variar ni un ápice. De lo contrario, al igual que ya ocurriese el año pasado, podrían quedar fuera de las eliminatorias por el título. Y dos años seguidos significaría un fracaso estrepitoso. Memphis Grizzlies y Minnesota Timberwolves cierran el pelotón perseguidor en el Oeste. Los primeros poseen una plantilla justa en la que todo tendrá que ir sobre ruedas si quieren repetir éxitos anteriores. La progresión de Pau Gasol también será clave para los Grizzlies, pero el ala-pívot catalán no entrará en competición hasta el fin de año y eso puede significar un lastre excesivo. El caso de los T-Wolves es parecido al de Houston. Una plantilla excelente y compensada que en la pasada campaña no cuajó y que este año se tendrá que enfrentar a una necesaria reválida. Si quedan fuera de los play-offs la reconstrucción será inevitable. Denver Nuggets, Sacramento Kings y Los Angeles Clippers cierran la terna de equipos con posibilidades de entrar entre los ocho primeros. Dependerán del éxito o del fracaso de los de arriba. El resto estarán a verlas venir y a hacer méritos para optar por una buena posición en el draft allá por el mes de junio.
EL ESTE, ACOMPLEJADO
La potencia del Oeste deja en pañales todos los intentos del Este. Aparte de Miami Heat, se antoja complicado que otro equipo puede competir de tú a tú con los gigantes de la Conferencia Oeste. Quizá Detroit Pistons pueda optar a dar la campanada gracias a su irreductible bloque. Pero tras la marcha de Ben Wallace a Chicago Bulls, el único cambio reseñable del verano, la posición de pívot de los de Michigan queda huérfana puesto que el veterano Dale Davis no se antoja un repuesto de garantías. A verlas venir estarán los Cleveland Cavaliers de LeBron James, que siguiendo su progreso de las últimas temporadas podrían colarse en la final de conferencia con permiso de los Pistons. Indiana Pacers volverá a poner a prueba su enésimo proyecto por salir a flote y Chicago jugará con ilusión renovada gracias a su juventud y a la llegada de un center de garantías como Wallace. -
BILBO
Shaquille O’Neal prepara un futuro alejado de las canchasTexto despiece reportaje (con fondo)
Shaquille O’Neal, autoproclamado «jugador más desequilibrante de todos los tiempos», allana estos días el camino a su retirada y su posterior futuro fuera de las canchas de baloncesto. Y su lugar estará lejos del parqué y de los aros ya que su intención es convertirse en sheriff. De hecho, recientemente, el pívot intervino en una acción policial para acabar con una red de pornografía infantil en el condado de Bedford. O’Neal ha trabajado este verano como policía reserva en el estado de Virginia. -
La supremacia estadounidense comienza a tambalearse
La privilegiada posición que se le presupone al baloncesto estadounidense está comenzando a renquear. El pasado Mundial, con una nueva debacle de la selección de los Estados Unidos, el primero número uno del draft para un europeo (Andrea Bargnani, Toronto Raptors) y la mayor presencia de jugadores no estadounidenses en las filas de las franquicias NBA así lo atestiguan.«Es evidente que los europeos manejan mejor los fundamentos y han llevado este aspecto del juego al más alto nivel», explicaba Michael Jordan, el mejor jugador de la historia del baloncesto, en su reciente visita a Europa. Y es que la NBA no es lo que era. Las diferencias insalvables de la década de los ochenta, que perduraron en los noventa, se están viendo superadas en la era de la globalización. «En los Estados Unidos, todo se ha focalizado en las jugadas espectaculares, los mates, los pases, y hacer un equipo en estas condiciones es complicado. De todos modos, creo que las cosas van en el buen sentido», aseguraba Jordan. Lo cierto es que en las últimas dos décadas la NBA y el baloncesto europeo han seguido caminos completamente diferentes. La NBA ha ganado en músculo, en rapidez y, sobre todo, en ego y estupidez de algunas de sus estrellas. El baloncesto europeo, por su parte, ha ganado músculo, peso, rapidez y, además, ha seguido ahondando en el juego, en el conocimiento del mismo y en la importancia de la defensa. De esta manera, la mayor diferencia, y el auténtico muro, entre ambas partes del Atlántico, está en su sistema de competición. Los 82 partidos en cinco meses y medio de la liga regular estadounidense se antojan excesivos para la mentalidad europea. Y el requerimiento físico para hacer frente a ella, es lo que, de momento, separa a ambos baloncestos.
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