El problema de España es que hunde sus raíces en falacias de toda suerte. Y con pies de barro, el gigante se tambalea.
Será preciso, pues, que como en el cuento, alguien, tal vez un niño, le diga la verdad al Rey para que aquel cubra su patética desnudez.
Mentiras históricas como la Reconquista, las proezas de héroes como el Cid que no pasaba de mercenario al servicio de moros, cristianos y quien aflojara la bolsa la «incorporación» de Nafarroa a la corona de Castilla omitiendo la realidad de una conquista a sangre y fuego, las bondades de la conquista de América que no «descubrimiento». Los americanos ya sabían que estaban allí y un sinfín de paparruchas como, por ejemplo, la intervención de Santa Teresa de Avila en favor del poderoso Ejército franquista contra una tropa irregular de obreros y campesinos mal armados, han conformado un Estado cosido a retazos y con hilo endeble por cuyas costuras entra tanto frío que más parece un harapo.
Más mentiras: la Constitución de 1978 conforma el marco legal, el terreno de juego del que se dotaron los ciudadanos para organizar la convivencia social. Obvian que, en el caso vasco, la tal Constitución no mereció el apoyo suficiente para adquirir tal categoría. Falso también el marco impuesto a Nafarroa en forma de Amejoramiento Foral. Y falso también, como un duro sevillano, el ordenamiento de los poderes que garantiza la igualdad de todos los ciudadanos ante ese mismo Estado.
Hoy la política en Euskal Herria, mírese por donde se mire, pasa por el proceso de normalización política que algunos han dado en llamar «proceso de paz». Valga el nombre que se quiera si se respetan sus contenidos.
Y frente a ese tren en el que con gusto se embarca la inmensa mayoría de la población, arranca la poderosa maquinaria judicial, falsamente independiente, falsamente justa, falsamente sometida al principio de la voluntad popular. Y arranca con tanta furia, además, que amenaza con llevarse por delante a quien ose toparse con ella. Ya no es sólo Iñaki de Juana por escribir, Arnaldo Otegi por reunirse con el lehendakari, Marije Fullaondo por hablar, Unai Parot, víctima de la venganza... Hoy los falsos independientes al servicio de los de siempre, amenazan también a otros. Atutxa, Ibarretxe, López, Ares... ¿Cúanto tardarán en darse cuenta de la mentira? -