Hamas responderá con «hechos» a las últimas masacres
El jefe político de Hamas, Khaled Mechal, anunció en Damasco que su movimiento responderá «con hechos y no con palabras» a la agresión israelí que ayer por la mañana se cobró 19 vidas civiles, incluidas las de 10 niños, en Beit Hanun, donde los ocupantes ya habían matado a 56 personas en la última semana.
GAZA
El impacto de proyectiles de artillería contra un edificio de viviendas en Beit Hanun, localidad del norte de la franja de Gaza de unos 30.000 habitantes, causó una tragedia que ni los aliados más fieles de Israel pudieron obviar. Decenas de personas, buena parte niños, dormían cuando a eso de las cinco de la mañana los obuses destruyeron sus viviendas. Diecinueve muertos trece de ellos de la misma familia, incluidos diez niños, y unas imágenes en televisión que impactaron a todo el mundo. Además de las víctimas mortales, muchos del medio centenar largo de heridos quedaron mutilados.Además, un miliciano resultó muerto cerca del campo de Jabalia, también en el norte de Gaza, por disparos israelíes, y al anochecer un ataque israelí mataba a otros dos en la ciudad de Gaza. En el norte de Cisjordania cinco palestinos, de los cuales cuatro eran milicianos ligados a Al Fatah, fueron abatidos por una unidad especial del Ejército israelí que les tendió una emboscada. El suceso ocurrió de madrugada en la aldea de Yamun, próxima a Jenin. Total, 27 muertos. El primer ministro palestino, Ismail Haniyeh de Hamas, y el presidente palestino, Mahmud Abbas Abu Mazen de Al Fatah, pidieron una reunión de carácter urgente del Consejo de Seguridad de la ONU.
«Operaciones de martirio»
«Imploramos a nuestros muyahidines que reanuden las operaciones de martirio (atentados suicidas) en Tel Aviv, Jerusalén, Haifa y Jafa, y en todos los otros lugares», dijo uno de los jefes de Hamas, Nizar Rayan, en declaraciones a manifestantes en Beit Lahya, cerca de Beit Hanun. Poco después, un portavoz de Al Fatah también pidió que se reemprendan los atentados suicidas. «Pedimos a las Brigadas de los Mártires de Al Aksa y a las facciones armadas de todos los movimientos palestinos que reanuden las operaciones de martirio» en Israel, declaró el portavoz Jamal Obeid.Incluso en Israel comprendieron que esta vez la masacre no les iba a salir tan barata como las anteriores más de trescientos muertos en la franja de Gaza desde que en junio fue capturado un soldado israelí, sin que la llamada comunidad internacional reaccionase y el ministro de Defensa, Amir Peretz, ordenó cesar los disparos de artillería contra Gaza. El propio Gobierno israelí tuvo que manifestar que «lamenta la muerte de los civiles» y ordenar al Ejército una «investigación sobre lo ocurrido».
«Crimen de guerra»
Organizaciones israelíes por la paz y pro derechos humanos, como Betselem y Paz Ahora, han denunciado la masacre, que la primera califica de posible «crimen de guerra» porque los disparos de la artillería no tenían fines defensivos. Paz Ahora dice que el primer ministro, Ehud Olmert, y el titular de Defensa, Amir Peretz, tienen ahora «sangre en las manos» y opina que el ataque de Beit Hanun «hace el juego a los extremistas». Ni los ataques de ayer ni los de los días pasados contra Beit Hanun han logrado lo que decía pretender Tel Aviv, que cesen los lanzamientos de cohetes de las milicias palestinas sobre el territorio de Israel, en el que ayer mismo impactaron alrededor de diez proyectiles.
«¿No hay una instancia internacional que condene la muerte de inocentes?»
JERUSALEN
«¿No existe en el mundo una instancia internacional que condene la muerte de los inocentes?», se preguntó el presidente libanés, Emil Lahud, mientras el primer ministro, Fuad Siniora, afirmaba que «la masacre de Beit Hanun es similar a las dos cometidas en Caná, perpetradas sin que la comunidad internacional interviniese contra Israel». Con las heridas aún abiertas, los libaneses pusieron el dedo en la llaga de la hipocresía internacional.
En los territorios ocupados, el presidente palestino, Mahmud Abbas Abu Mazen, decretó tres días de duelo nacional. Más significativo aún es que cerca de un millar de mujeres salieron a las calles de la ciudad de Gaza para denunciar la matanza. Portaban banderas de distintas organizaciones palestinas, sobre todo de Al Fatah y de Hamas, y coreaban lemas como «Abajo Israel, abajo EEUU» o «Seguiremos luchando hasta el final contra la ocupación». En todo caso, la masacre forzó una suspensión de las negociaciones para la formación del nuevo Gobierno de unidad entre Mazen y el primer ministro, Ismail Haniyeh.
Si las víctimas de Israel denunciaban la impunidad israelí, sus aliados trataban de aparentar preocupación. EEUU pidió a «las partes implicadas» en el bombardeo que «se contengan». El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Gordon Johndroe, añadió que «lamenta profundamente las perdidas de vidas registradas en Gaza».
En Bruselas, el alto representante para la Política Exterior de la UE, Javier Solana, deploró la matanza y urgió a Israel a no obstaculizar los esfuerzos del presidente Mazen para lograr un gobierno de unidad nacional. «Ya es momento de romper este círculo de violencia que condeno en los términos más enérgicos. Estas operaciones militares deben detenerse. Debemos dar una oportunidad al proceso de reconciliación entre palestinos». «Francia condena los disparos de artillería indiscriminados en zonas habitadas que se producen en violación del derecho humanitario internacional, en particular los convenios de Ginebra», afirmó el ministro francés de Exteriores, Philippe Douste-Blazy, que también condenó los disparos de cohetes contra territorio de Israel y los llamamientos a reanudar los atentados suicidas.
El secretario general de la Liga Arabe, Amr Musa, hizo un llamamiento a favor de una «actividad árabe adicional» para hacer frente a «la masacre terrible», además de «injustificada, incomprensible e imprevista».
«Había cabezas cortadas entre los escombros»
GAZA «En mis cinco años de enfermero no había visto nunca nada tan horrible... por las escaleras había manos, cabezas, piernas, por los suelos, gente postrada o gritando desesperadamente», cuenta Ahmed Abu Alesh, que llegó en la segunda ambulancia que acudió a recoger a los heridos. Um Al Abed, de 45 años, cuando se produjo el ataque creyó que era uno más de los que ha sufrido esta localidad. Pero luego «empecé a oír gritos y el ruido de muchas ambulancias; con otras mujeres salí de casa descalza para socorrer a las víctimas y lo que vi fue gente hecha pedazos». Ibrahim Al Atanma, de 29 años, vio cómo las primera bombas caían sobre un edificio habitado y cómo luego quienes habían acudido a socorrer a los heridos caían víctimas de nuevoss proyectiles. Describe una escena dantesca de «cabezas cortadas entre los escombros».
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