PESHAWAR
Las promesas de vengar a los 80 «estudiantes y profesores inocentes» muertos en el bombardeo de una madrasa (escuela coránica) por parte del Ejército paquistaní el pasado 30 de octubre se cumplieron ayer. Un atacante suicida conseguía penetrar en el cuartel del Regimiento Punjab en la ciudad de Dargai, distrito de Mardan, mientras unos 400 reclutas se entrenaban. La explosión, según afirmó un vendedor de periódicos en la entrada del cuartel, fue «terrible».El portavoz del Ejército paquistaní, el general Shaukat Sultanno, no especificó la manera en la que el kamikaze logró entrar en el recinto, pero en un balance provisional dijo que el número de muertos era de 42 y que numerosos soldados, algunos de ellos en estado crítico, habían resultado heridos en el ataque.
Las autoridades tiene pocas dudas sobre la razón del ataque, y el propio ministro de Interior, Aftab Sherpao, dijo que era una «venganza» de los militantes islamistas por la masacre de la madrasa de Chinagai.
El centro militar atacado se encuentra a una veintena de kilómetros de Chinagai, en el distrito de Bajaur, donde estaba situada la escuela coránica, refugio de talibanes, según las autoridades paquistaníes, y simple lugar de estudios, según fuentes locales.
El ataque aéreo fue «reivindicado» por el Ejército paquistaní, aunque testigos presenciales del mismo aseguraron que se trató de un bombardeo estadounidense y que los paquistaníes dieron cobertura al mismo.
Según una fuente del Ejército, el ataque de ayer podría haber sido planeado por milicianos paquistaníes con apoyo de sus colegas afganos, que cruzan la porosa frontera entre Pakistán y Afganistán con facilidad y utilizan sus refugios en el lado paquistaní para lanzar ataques contra las tropas extranjeras que ocupan Afganistán.
La misma fuente recordó que en la mañana del martes guerrilleros lanzaron dos cohetes que impactaron cerca de una base militar de Wana, la capital del Waziristán del Sur, mientras el gobernador de la provincia de North West Frontier, Ali Jan Mohammad Orakzai, visitaba la zona. Orakzai, el cargo más alto de la Administración paquistaní en la conflictiva región tribal fronteriza con Afganistán, se dirigía a un grupo de ancianos cuando los cohetes cayeron a menos de un kilómetro de distancia de donde se encontraba.
El presidente de Pakistán, Musharraf, tenía previsto visitar ayer la zona de Mardan, pero se desconoce si finalmente se desplazó a la región.
Una llamada anónima al diario “The News” de Peshawar reivindicó el ataque en nombre de los «talibanes paquistaníes».