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Gara > Idatzia > Ekonomia 2006-11-12
Laura GONZALEZ DE TXABARRI | Responsable del área internacional de ELA
«La función de ‘lobby’ ya no es efectiva, hay que organizar un verdadero contrapoder»
Laura González de Txabarri considera que la fundación de la CSI era un paso necesario en el actual contexto, en el que «la globalización neoliberal salvaje campa a sus anchas por todo el mundo y es muy agresiva con los intereses y derechos de la clase trabajadora», lo que requería mejorar la correlación de fuerzas y la revisión de las estrategias sindicales.

ELA valora de forma «muy positiva» la fundación de la Confederación Sindical Internacional (CSI), la pasada semana en Viena, fruto de la unión de la Confederación Mundial del Trabajo (CMT) y de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOLS), en las que militaba el sindicato vasco, en cuanto que supone de suma de fuerzas. Laura González de Txabarri, responsable del área internacional de ELA, aplaudió especialmente la inclusión entre los principios de sus estatutos del derecho de autodeterminación, «es importante que se mantenga». La CSI proclama «el derecho de todos los pueblos a la autodeterminación y a vivir libres de cualquier agresión y totalitarismo, bajo el gobierno que ellos mismos elijan, rechaza el recurso a la guerra para resolver los conflictos y condena el terrorismo, el colonialismo, el militarismo, así como el militarismo y el sexismo».

¿Qué valoración hace del congreso celebrado en Viena, en el que la fusión de la CIOLS y la CMT ha dado origen a la constitución de la CSI?

Ha sido un congreso de fundación de una nueva central, más que de fusión, en la que participan las organizaciones provenientes de una y otra confederación más ocho nuevas que se incorporan a este proceso –entre las que están la CGT francesa y la CTA argentina–. Parte del valor añadido de este proceso son esas incoporaciones y otras que se puedan dar en el futuro. La valoración de ELA es muy positiva porque concluye un proceso que para nosotros era natural. También lo es porque si al principio de nuestra larga trayectoria internacional, sobre todo en los años de dictadura y clandestinidad, el objeto central de nuestra presencia internacional era el reconocimiento del sindicato y dar a conocer la realidad del Euskal Herria, hoy día nuestra sola presencia es ya una reivindicación de la existencia de Euskal Herria. Somos un referente de que Euskal Herria existe y, además, se trata ya de una participación activa en defensa de un modelo sindical alternativo. Además, estamos en el Consejo General de la CSI.

¿Con qué objetivos nace?

Superadas las diferencias ideológicas iniciales, sobre todo a partir de la caída del muro de Berlín, y a la vista de que se estaba dando una acción unitaria de las dos centrales frente al Banco Mundial y a la OMC, no había razones para mantener la diferencia. Estamos en un contexto internacional marcado por una globalización neoliberal salvaje que campa a sus anchas por todo el mundo y que es muy agresiva con los intereses y derechos de la clase trabajadora, que requiere mejorar la posición sindical, la correlación de fuerzas y también la revisión de estrategias y dinámicas sindicales internacionales. La tradicional función de «lobby» que en muchos casos ha desempeñado el sindicalismo internacional no tiene ya la efectividad del pasado. El efecto de la presión de las confederaciones que existían frente al Banco Mundial o al FMI era muy reducido, por eso era necesario acumular fuerzas, y ahora habrá que revisar estrategias. Ha sido un congreso de fundación en el que se han aprobado los estatutos y reglamentos y un plan de acción para los próximos cuatro años.

¿En qué se concreta ese plan de acción?

En términos generales, apuesta por cambiar el signo de la globalización, por afrontar el reto de las empresas multinacionales, impulsar la defensa y promoción de derechos sindicales y la lucha contra la discriminación y a favor de la igualdad, así como la defensa de la seguridad e higiene en el trabajo, el trabajo decente, la sindicalización y la paz. Es una agenda general. Se prevé, asimismo, instaurar un día mundial por un cambio en la globalización y por el trabajo decente.

Más allá de discursos programáticos, ¿cuáles son los retos?

Por un lado, están los retos externos que nos impone este capitalismo salvaje y la globalización de las políticas neolibera- les, ante las que hay que coordinarse para responder, cada uno desde su ámbito. En cuanto a los desafíos internos, tenemos que conseguir que las organizaciones tan diversas que integran esta confederación tan grande y plural seamos capaces de coordinarnos y trabajar conjuntamente. Es un reto alcanzar el nivel de cohesión interna que requiere, como también lo es que las organizacio- nes que han participado en el proceso pero, por la razón que sea, no se han incorporado ahora, se sumen en el futuro. Cada sindicato vive una situación diferente y tiene que estar pegado a su realidad, pero hay un elemento común que nos une, que es el elemento de clase. Aunque los niveles de desarrollo y las sociedades sean distintas, el interés del capital es el mismo en todo el mundo y la lucha de la clase trabajadora por la distribución de la riqueza es también la misma.

Uno de los desafíos que se ha marcado la CSI es lograr que la OMC introduzca una cláusula de respeto a los derechos de los trabajadores. ¿Cómo se garantiza su cumplimiento?

Es cuestión de correlación de fuerzas. Primero, hay que conseguir que los organismos se sometan al derecho internacional, porque muchos no lo están respecto a derechos laborales y humanos... y eso es una absoluta aberración. Si tienes una posición desde la que puedes presionar y exigir, se puede conse- guir cambiar las cosas. Por eso la valoración positiva del nacimiento de la CSI es también porque mejora la correlación de fuerzas del movimiento sindical. Cuanto más fuerte sea, mejor, pero tiene que revisar estrategias. El trabajo de «looby» que el sindicalismo ha realizado tradicionalmente ya no es efectivo, por eso hay que ir más allá y organizar un verdadero contrapoder. La estrategia de la contraparte es muy clara y la nuestra también tiene que serlo en clave de contrapoder. Hay que acumular fuerzas y generar un verdadero contrapoder que consiga que se respeten los derechos de los trabajadores y que se avance. Hay que avanzar a la vez hacer respetar lo que ya existe.

Entre sus principales cometidos está la defensa de los derechos de las mujeres. En Euskal Herria, como en el resto de Europa, la discriminación es real, los salarios son más bajos, los sectores de ocupación femenina son muy concretos... ¿Cómo actuará la CSI en este ámbito?

Es uno de los objetivos del plan de acción. La situación de discriminación de la mujer es un problema general. La igualdad no se ha conseguido en ningún país, en todos hay diferencias salariales, aunque legalmente en los países europeos se regoja el principio de igualdad. Hay que incorporar la lucha por la igualdad a las luchas sindicales. Del análisis del mercado laboral y de la situación general mundial se desprende que el colectivo más desfavorecido, dentro de todos los colectivos más desfavorecidos (jóvenes, inmigrantes...) es el de las mujeres. Es prioritario, por tanto, centrar la atención en estos colectivos. ¿Cómo? Organizando y mejorando la afiliación de las mujeres. Hay que organizar la lucha, incorporar sus reivindicaciones a la lucha sindical, combatir el empleo informal... Es uno de los retos y es posible llevarlo adelante, pero hay que concienciarse y tener una verdadera voluntad política de incorporarlo.

¿Qué lugar ocupan las mujeres en la CSI?

Se han establecido mínimos de presencia de mujeres en los órganos de toma de decisión de la CSI y se cumplen. En el Consejo General, que es el comité ejecutivo y máximo órgano entre congresos, un 30% como mínimo tienen que ser mujeres. De cara al congreso se planteó también la paridad en las delegaciones y se cumplió de forma escrupulosa. El secretario general es Guy Rider, pero tiene dos adjuntos, una de los cuales una sindicalista africana. Y la presidente de la confederación es Sharon Barrow, australiana.

El plan de acción se plantea también atraer a los jóvenes, ¿de qué forma se va a hacer ante el desencanto que parece sufrir la juventud?

Es otro reto para el movimiento sindical. La forma de atraerlos es preocupándonos por su situación y trabajando para ellos. Si una persona joven ve que un sindicato le escucha y da respuesta a sus preocupaciones y necesidades, se va a afiliar. Tenemos que enfocar nuestro trabajo en ellos. Un determinado modelo de sindicalismo tiene que hacer autocrítica en este sentido y analizar por qué la imagen que muchos jóvenes tienen de muchos sindicatos es la que es. Tenemos que tener un proyecto que resulte atractivo. Si estás ahí, organizas y luchas, la gente se afilia y se mueve, incluso en condiciones de precariedad. Si te preocupas, la gente responde. Hay que hacer proyectos atractivos, interesarse por las preocupaciones reales de la gente y huir de los modelos de corte institucional y de acompañamiento que no resultan efectivos.

Aseguran que la constitución de la CSI abre «grandes expectativas en América Latina. ¿Qué pasa con Europa? ¿Cómo se entiende el retroceso en materia de derechos laborales?

Hay muchos lugares en los que la situación es mucho más complicada, pero en Europa se está desmontando el Estado de Bienestar. El entorno es muy agresivo, con diferencias, porque no es comparable nuestra situación con otras, pero aquí se está desmontando el modelo social europeo, está en franco retroceso. Quienes defendemos diferentes modelos sindicales estamos muchas veces de acuerdo en el diagnóstico, pero no en los instrumentos y las estrategias de cómo hacer frente y combatir esta situación y vuelve a ser cuestión de correlación de fuerzas y de practicar un modelo sindical de contrapoder, que es la única solución. Hay que sumar y trabajar en una dirección y nosotros defendemos un modelo de contrapoder, porque la otra forma de hacer sindicalismo –más institucionalizado, de acompañamiento, que seguramente es mayoritario– no está dando resultados.

¿Qué relación va a mantener la CSI con la otra internacional sindical, la FSM? ¿De colaboración? ¿De confrontación?

No creo que sea de confrontación. Lo importante es que este proceso es que tenga un carácter abierto a incorporar, sin ningún tipo de exclusiones o de vetos, a organizaciones que existen y son representativas en sus ámbitos. La vocación tiene que ser integradora y unitaria. No tiene sentido confrontar con otra parte del movimiento sindical, lo que hay que confrontar claramente está del otro lado. La fundación de la CSI es una forma de sumar fuerzas y no sólo en el campo sindical, también hay que impulsar alianzas con otras organizaciones y movimientos que comparten contigo luchas contra las políticas neoliberales, luchas y objetivos. Es importante la suma. Este un elemento estratégico de primer orden. El adversario está muy claro. •

 



«Hemos impulsado este proceso desde el principio desde la CMT y la CIOLS»
Laura González de Txabarri se muestra satisfecha por la unión de la CMT y la CIOSL en una sola organización. Desde su doble afiliación, indica que ELA siempre ha querido que se fusionaran y se creara una única confederación.

­¿Qué papel ha jugado ELA en este proceso?

Lo hemos apoyado e impulsado desde el principio tanto en la CMT como en la CIOLS, en la medida de nuestras posibilidades. Nos hemos posicionado a favor desde el principio. Estamos en la CMT desde 1933 y en ambas desde 1949, cuando se produjo una escisión en la Federación Sindical Mundial (FSM), en cuya constitución, como en la de la CIOLS, participamos. Esa doble afiliación no nos ha generado dificultades. Siempre hemos querido que las dos centrales en las que participábamos se fusionaran y crearan una única.

­¿Cómo se entiende esa doble militancia?

El movimiento sindical ha estado hasta ahora dividido en familias ideológicas: la cristiana ­CMT­, la socialdemócrata ­CIOLS­ y la del bloque socialista, más próxima a partidos comunistas ­FSM­. La razón de nuestra doble afiliación es histórica. En su origen, ELA es un sindicato cristiano y en coherencia con su ideología se integró en 1933 en la CMT. En 1947 se constituyó la FSM en un intento de unidad sindical internacional, con la pretensión de agrupar a todas las corrientes, excepto a la cristiana. La guerra fría rompe ese primer intento de unidad sindical y se produce una escisión en la FSM que da origen a la CIOLS. Esa doble presencia la explica la propia historia de ELA. -


 
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