Se encontraban reunidos en Cáceres los presidentes y
directores generales de las llamadas cajas de ahorros de las comunidades
autónomas y algunos presidentes de las mismas cuando el de Extremadura, como no
podía se de otra forma, rebuznó. El roznido iba dirigido al de Navarra, nuestro
entrañable corellano. «Quiero pedirte, querido Miguel, que si hemos sido capaces
de aguantar 900 muertos, somos capaces de aguantar 901 (se refiere a Iñaki de
Juana); y si fueran 900 suicidas, estaríamos empatados; así que tranquilo».
Este matón de salón, que juega a provocador lerrouxista,
que no cesa en insultos a catalanes y vascos, no pasa de ser el más tonto de la
cuadrilla. En cuanto encuentra quórum alza un poquito más la voz para que la
derecha le aplauda su «valentía».
Pelotillero con la monarquía hasta lo que da de sí la
resistencia de su columna vertebral, juega a ser el héroe de lo más rancio de
España. Un populista de baja estofa que, cuando se cree entre iguales, se crece
y arremete contra otras autonomías. Defensor de Vera y de los GAL, este
valiente, al parecer y según sus palabras, encarga a otros los trabajos duros:
«el PP tenía la responsabilidad histórica de haber terminado con ETA. Nosotros
no, porque cuando quisimos nos metieron en la cárcel. Pero el PP hubiera podido
terminar porque nosotros no hubiéramos metido en la cárcel a nadie. Incluso
hubiéramos mirado para otro lado».
En un momento de extraña lucidez se autodefinió como «un
estúpido metido en política». Pero la lucidez huyó despavorida. Ahora dice que
se va de «la política» por problemas de salud. Pues nada, corazón débil, caldito
y quietud eterna.
Y en el circo los payasos siempre van por parejas.
En Toledo, José Bono, aquel ministro de Defensa con
acento tan español, participó en la presentación de la obra poética completa de
un general de División de la Guardia Civil ¡será digna de leerse! y
dicen que dijo con una gran vehemencia: «Ahora que amenaza con matarse en huelga
de hambre, la pena es que no lo hubiese hecho antes de matar a 25 inocentes».
Qué ironías tiene la Historia. Decenas de miles de
socialistas dando su vida en la guerra civil para que después estos arribistas
se afiliasen muerto Franco, por supuesto, dirigiesen el partido,
presentaran libros escritos por guardias civiles y diesen loas a la Monarquía.
Pa cagarse. -