Jon Odriozola - Periodista
Guinea, Obiang y Repsol
Realmente conmovedora la postura de la denominada oposición minoritaria en el Parlamento español ante la visita del presidente de Guinea Ecuatorial (antigua colonia española) Teodoro Obiang al Reino de España. Consideran una ignominia la presencia de un «dictador» en suelo español. Aunque por medio esté el petróleo ecuatoguineano, no debe resentirse la ética y la bonhomía de los hombres de bien. Pero la «política» tiene estas cosas. Lo dijo el otro día otro «hombre de bien» Iñaki Gabilondo en el canal Cuatro: es la realpolitik. Como diciendo: es lo que hay, a mí no me miren.
Ciertamente llamativo el ataque de dignidad que ha tenido el «progresismo» frente al sátrapa Obiang Nguema. Moratinos, que sólo sabe de asuntos árabes y lo justo para no sonrojarse, se enfada y recrimina a estos «justos» por no saber lo que son las relaciones diplomáticas (o sea, por no ser todavía ministros). Tenemos, pues, al Gobierno y al PP ejerciendo labores de «responsabilidad de Estado», que se dice, y al resto del arco parlamentario, como también se dice, oponiéndose a la recepción del exarca guineano. Los pa- peles repartidos. Y, como siempre, gato encerrado.
Fue en 1968 que, en un proceso dirigido por los servicios secretos del almirante Carrero Blanco, Guinea Ecuatorial accede a su independencia, pero el país sigue controlado de cerca. El Gobierno de Francisco Macías se rodea de asesores enviados desde Madrid. En la península se decreta materia reservada todo lo relativo a Guinea. En 1979, Teodoro Obiang, entrenado en la academia militar de Zaragoza (que dirigiera Franco y Azaña cerrara en la II República), fusila a su tío Macías y se hace con el poder. Inmediatamente después, en diciembre de 1979, el rey Juan Carlos visita oficialmente Guinea para respaldar el nuevo régimen (como le acaba de recibir en La Zarzuela). En 1991 aparece en sus costas una de las mayores reservas petrolíferas de Africa, pero Repsol que es el perejil de esta salsa se queda fuera del reparto. Los monopolios estadounidenses acaparan el mayor bocado mientras los franceses (Total) pugnan por hacerse con una parte. En 2004 (antes del 14-M), el Gobierno del PP intenta un golpe de Estado para desalojar a Obiang del poder y poner en su lugar a un amigo de Aznar, Severo Moto, y entregar a Repsol acabáramos la parte del petróleo que pretendía Total.
Guinea Ecuatorial es el secreto mejor guardado del Estado español. En Malabo, capital de la ex colonia, convivían negociantes sin escrúpulos con agentes de las cloacas españolas, con total impunidad. Francisco Paesa, muerto y luego resucitado en Suiza, es el primer presidente de la Sociedad Financiera Guineana de Desarrollo y del Banco de Guinea, una tapadera en la que el CNI antes CESID financia la guerra sucia y otras hierbas. El antiguo ministro de Economía del PP, Rodrigo Rato (hoy director del FMI), condonó a Obiang más de 17.000 millones de pesetas. Tras su visita a Malabo, el ministro de Exteriores del PSOE, Moratinos, regaló otros 27 millones de euros al tercer país productor de petróleo de Africa (tras Nigeria y Angola).
En diciembre de 2003, Obiang suspende la visita a Madrid concertada con Aznar. Entre ambos las cosas no van bien. En enero de 2004, las aventuras militares de España están en su apogeo. Si invadió Irak, si atacó a Marruecos en Perejil y si intentó derrocar a Chávez (con la colaboración necesaria de “El País”) en Venezuela, Guinea no iba a ser menos. Dos barcos españoles partían secretamente de la base de Rota con 500 legionarios a bordo. Unicamente el mando conocía su destino: Guinea. Aznar esperaba aprovechar una estancia de Obiang en Marruecos, donde recibe trata- miento contra el cáncer, para apoyar a los mercenarios y poner a Severo Moto en el poder. La excusa para encubrir la maniobra es la penúltima utilizada por el imperialismo finisecular y deca- dente: las violaciones de los derechos humanos, para lo cual el superjuez Garzón, el muerto en el entierro si hace falta, tenía preparada de antemano una orden internacional de captura contra Obiang como antes había hecho con Pinochet (en Chile este camaleón megalómano dio el pego). La expedición española ponía en peligro el delicado equilibrio petrolífero en el Golfo de Guinea (Francia operaría en Nigeria y EEUU en Guinea). Avisada por Francia, Camerún formuló una protesta diplomática que obligó a los buques españoles a atracar en Canarias. La operación no era cosa de especuladores de finanzas o aventureros, sino del trío de las Azores que libra con Francia en Guinea Ecuatorial una lucha estratégica idéntica a la desatada con motivo de la invasión de Irak. Al estar ya firmados la mayor parte de los contratos de explotación y no poder aumentar su cuota, Repsol tenía que conformarse con las migajas que le dejaban Exxon-Mobil y Total, que son las principales compañías activas en Guinea. El plan era expulsar del mercado a la petrolera francesa Total favoreciendo la entrada de Repsol. Por eso Francia impidió el golpe de Estado. El espionaje francés alertó a Camerún y también a Zimbabwe y Sudáfrica y al propio Obiang.
La pugna entre Francia y España por el control de Guinea no es de ahora. Si Obiang está en el poder ya lo hemos dicho es gracias a que su golpe de Estado en 1979 se fraguó de la mano del Gobierno español. Pero ha habido muchos golpes de Estado en Malabo, aunque no con el éxito del de 1979. En mayo de 1983 hubo una crisis diplomática entre el régimen de Obiang y España con motivo del refugio en la embajada española en Malabo de Venancio Micó, sargento reclamado por conspiración. El Gobierno de Felipe González accede a la entrega a cambio de un apaño, que le conmuten la sentencia a muerte por veinte años de prisión. Tras el incidente, Obiang se desplaza de la órbita económica española a la francófona africana, algo demasiado duro para España. Incluso el franco (africano) sustituyó al ekwele como moneda nacional dejando éste de ser convertible en pesetas.
Digamos antes de acabar que Severo Moto, que tuvo cierta notoriedad mediática en su día, es el presidente del Partido del Progreso (PP, como el español). Es un hombre vinculado a la ultraderecha española y típico político colonial fabricado a la medida del espionaje y los medios de comunicación españoles. El 20 de marzo de 2005 llevaba un mes desaparecido y en abril reaparece en Zagreb diciendo que el Gobierno del PSOE lo quiere matar. Acusa a Zapatero de relacionarse con Obiang para que Repsol se haga con fuentes petrolíferas en Guinea Ecuatorial.
Conclusión: Aznar quería derribar a Obiang para poner a su amigo Moto pensando en Repsol. Zapatero quiere eliminar a Moto y hacerse amigo de Obiang para ver qué hay de lo mío, o sea, de Repsol. Corolario: Repsol manda. Ambos, Aznar o Rajoy y Zapatero no parecen mostrar escrúpulos a la hora de tratar con un «dictador» (que, en efecto, lo es), pero son «hombres de Estado» y eso los exorciza. No parece pensar igual la «oposición minoritaria» que apela a la ética y a los derechos humanos (al igual que el imperialismo para justificar sus políticas de cañoneras). ¿Creará esto problemas a Repsol? En absoluto: Repsol siempre ha estado por la defensa de los derechos humanos y la democracia, es decir, si Obiang libera a unos cuantos presos, o promete hacerlo, entonces Repsol contribuirá al «desarrollo» de Guinea y así callarán hasta los «justos». Y si Obiang se pone terco, protegido por Chirac, Repsol, dizque el Gobierno (de turno), inventará otro Moto adalid de las libertades. Que esa y no otra es la política española con respecto a Guinea: andar a buenas o a ostias. -
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