GASTEIZ
El húngaro Ferenc Puskas Biro, mito del fútbol mundial y fallecido ayer en Budapest a los 79 años, hizo sus primeras armas como entrenador en las filas del Deportivo Alavés durante las temporadas 1968-69 y 1969-70 tras tomar el relevo del preparador vizcaino Iñaki Izagirre.
Puskas falleció como consecuencia de la enfermedad de Alzheimer, problemas respiratorios y hemodinámicos, por los que se encontraba internado en el hospital Kütvolgyi de la capital desde hace seis años y en los últimos días su estado empeoró por una neumonía, por lo que fue internado en la UCI a mediados de septiembre, desde cuando prácticamente perdió el contacto con el mundo.
«Cañoncito Pum», que era como se conocía a «Pancho» Puskas desde su época de goleador inmisericorde en el Real Madrid al ser dueño de una zurda prodigiosa, llegó a la capital alavesa de la mano del entonces presidente albiazul Jaime Gómez de Balugera, también fallecido.
Cuando cumplía su segunda temporada en el banquillo del equipo vitoriano, Ferenc Puskas dejó el Alavés tras una derrota sufrida en Mendizorrotza en una tarde gélida del mes de enero del año 1970, para llegar después a Gasteiz el técnico vizcaino Arsenio Calvo. No dejó un buen recuerdo Arsenio Calvo en el Deportivo Alavés, ya que apenas aterrizar en el banquillo de Mendizorrotza, en unos momentos muy delicados a nivel clasificatorio del equipo gasteiztarra, pronunció una frase que hizo historia en la capital alavesa: «Esto lo arreglo yo en quince días».
Pues bien, el equipo alavesista acabó descendiendo, al final de esa campaña 1969-70, a la categoría de Regional Preferente de la Federación Guipuzcoana de Fútbol, en la que en aquellos años estaba incardinado todo el fútbol alavés. Por contra, Puskas recaló en el Panathinaikos griego, al que en 1971 llevó a la final de la Copa de Europa, pero perdió ante el Ajax de Amsterdam por 2-0 en el estadio Wembley de Londres.
Puskas fue un hombre muy popular y querido en Gasteiz durante su paso por el Alavés, hasta el punto de que algunos aficionados y seguidores del glorioso club albiazul todavía recuerdan alguna que otra anécdota tras su paso por Mendizorrotza.
Cuando sus discípulos Encontra, Ramón Búa, Bernal y otros no lograban batir la portería del portero albiazul Modesto Tobalina en el transcurso de los entrenamientos diarios, surgía la inconfundible voz de «Pancho» Puskas regañándoles, siempre cariñosamente, con la misma frase: “¡So bobos, más que so bobos, que el fútbol va por goles!”. Y es que Ferenc Puskas fue un gran goleador, con su izquierda de oro, ya que donde ponía el ojo, casi siempre en la misma escuadra,ponía el balón.