Tras el mensaje prometedor y esperanzador transmitido por los gobiernos de Irlanda y de Gran Bretaña después de las conversaciones en Saint Andrews, y las valoraciones generalmente positivas de los comentaristas políticos, algunos miembros del DUP (Partido Unionista Democrático) no tardaron en reaccionar en los medios de comunicación con demandas que pretenden ponerle nuevas trabas al proceso.

Aunque la dirección se ha puesto a consultar a las bases y su jefe ha mantenido una postura atípicamente moderada por lo general, lo cual es de agradecer, otros de su partido, como Dodds y Campbell, vienen haciendo declaraciones con el claro propósito de desestabilizar el proceso de consulta que otros intentan desarrollar.

Ya es hora de que los gobiernos y los comentaristas dejen de complacer al DUP con su doble moral y su arrogante convencimiento de que todos los demás deben atenerse a su particular definición de la democracia. Antes de que sea posible seguir adelante y producir las instituciones y estructuras políticas refrendadas por el pueblo irlandés, al DUP le hace falta una buena dosis de realismo.

El DUP puede afirmar legítimamente que representa el punto de vista mayoritario dentro del campo unionista. Pero ni representa a la mayoría de la gente en los seis condados, ni a la mayoría de irlandeses en su conjunto. Tampoco representa la opinión mayoritaria de los partidos británicos.

Sólo al DUP le está permitido imponer continuamente nuevos obstáculos al progreso político. Todos los demás partidos están dispuestos a contribuir, cada uno a su manera, a la creación de un gobierno de los seis condados que tenga que rendir cuentas a nivel local, y a darle vida a lo prometido por el acuerdo, lo cual incluye la construcción de una arquitectura pan-irlandesa.

Por lo tanto, les incumbe a ambos gobiernos abandonar la farsa de reiterar la necesidad de que los «partidos» acuerden la restauración de las instituciones establecidas por el Acuerdo del Viernes Santo.

Es inadmisible que se siga permitiendo que el DUP dicte los criterios a seguir por otros partidos en sus consultas internas acerca de las propuestas de Saint Andrews. Es igualmente inadmisible que el DUP reivindique que a un eventual vice-primer ministro de otro partido se le exija un juramento de cargo, cuyo contenido se adelante al resultado de un proceso democrático de consulta realizado dentro de su propio partido.

Si altos cargos del DUP siguen imponiendo a los gobiernos y a otros partidos condiciones imposibles de satisfacer, deberían recibir una clara respuesta en el sentido de que si los demás partidos mantienen posiciones favorables, se pondrá en marcha el mecanismo previsto para la formación de un Ejecutivo con o sin ellos.

En ese caso, el DUP, al igual que todos los demás partidos elegibles, podrían hacer sus nominaciones según el método D’Hont. Esto proporcionaría una oportunidad para que el DUP demuestre su carácter democrático, bien haciendo sus nominaciones, o bien permitiendo que el proceso siga adelante con la formación de un Ejecutivo por los otros partidos. Tal situación se podría mantener hasta que el DUP esté dispuesto a compartir el poder sobre una base de igualdad de mandatos.

Un escenario como éste podría proporcionar la llamada de atención que el DUP necesita para convencerse de que no puede continuar con su bloqueo de los cambios y del progreso político. -