Al tratar el tema de la mujer maltratada, debemos hacer una anotación en cuanto a que también existe la mujer maltratadora y el hombre maltratado; sin esta aclaración no estaríamos analizando el problema con toda honestidad. En este caso, comento acerca de la mujer víctima de maltrato.
Hablar de maltrato doméstico es complejo, ya que existen diferentes formas de maltrato, físico y psicológico, con distintas intensidades y manifestaciones y diferentes secuelas físicas y psicológicas.
No hemos encontrado una campaña adecuada para solucionar este problema, porque de ser así, no continuaría aumentando el porcentaje de mujeres maltratadas y asesinadas por sus compañeros. Tendríamos que tener más cuidado en atender a la mujer antes de dejarse maltratar.
A las mujeres les cuesta reconocer que están siendo maltratadas por sus parejas, sobre todo cuando el maltrato es psicológico, porque tardan en tomar conciencia del hecho, y al ser conscientes, algunas veces por orgullo, algunas por vergüenza y algunas por desorientación o miedo, les cuesta reconocerlo ante los demás o pedir ayuda, bien sea jurídica o psicológica.
La denuncia no es el fin del problema, muchas veces incluso llega a agravar el problema y hay más riesgo y miedo de ser maltratadas.
También hay muchas mujeres que sí son conscientes del maltrato y deciden denunciarlo, pero continúan conviviendo bajo el mismo techo; otras veces se denuncia, según la agresión se encarcela a sus parejas, y algunas pasan por una espe- cie de arrepentimiento y culpabilidad, están enamoradas y creen que su pareja va a cambiar, retiran la denuncia o ayudan todo lo que pueden para que sus parejas salgan lo antes posible de prisión y puedan volver a vivir juntos.
El hecho de que una mujer continúe con la pareja se debe a factores como la dependencia económica, la presión de los hijos, no contar con familia cercana, no tener un sitio adonde ir, no contar con apoyos sociales ni económicos, pero sobre todo, porque el maltrato ha dañado muchos de los recursos psicológicos necesarios para la claridad de ideas al tomar decisiones.
El maltrato físico y psicológico va anulando los recursos psicológicos con que cuenta la mujer, comienza a perder seguridad en sí misma, hay desconfianza hacia los demás y hacia sí misma, hay dolor y sufrimiento, hay vergüenza, rabia, culpa, miedo, impotencia, se siente perdida o desorientada... y la situación se complica si depende económicamente del hombre y/o tiene un carácter de dependencia emocional hacia la pareja.
Hay mujeres que no saben vivir sin una pareja, les atemoriza quedarse solas, y muchas veces resisten no tanto por los hijos, sino por ellas mismas, muchas veces terminan atrapadas en un tipo de relación conflictiva de amor-odio.
Por eso mismo no debemos simplificar el tema, porque existen muchas variantes, muchas razones, formas y estilos de maltrato, además de muchos motivos por los que nos estamos dejando maltratar por nuestras parejas.
Generalmente cuando hablamos de mujeres maltratadas, nos referimos a mujeres con perfil de mujeres sumisas, tímidas, abnegadas, que se acostumbran a soportar en silencio lo que les está ocurriendo, pero también existe otro tipo de mujeres, que a pesar de tener un poco más de recursos psicológicos, forman también parte de la lista de mujeres maltratadas, a pesar de que su perfil no coincide con el de mujer sumisa o abnegada y es posible que para ella hasta sea más difícil la toma de conciencia de ser mujer maltratada. Hay mujeres que viven una lucha de poder en la relación de pareja, de repente se ven inmersas en un tipo de relación muy conflictiva, hay competencia y hay un juego de venganza, ambos compiten en quién es el más fuerte, el más inteligente para dañar o vengarse del otro. No debemos negar también a este grupo de mujeres maltratadas, porque las hay.
Tanto las primeras como las segundas necesitan apoyo psicológico, primero para ser conscientes de que están siendo maltratadas, entender las causas de que permita el maltrato, el porqué nos dejamos maltratar, qué dificultades tenemos para poner un alto a la situación, qué tipo de ayuda necesitamos, cómo y dónde pedir esa ayuda, con qué recursos propios contamos todavía, cómo recuperar o fortalecer los recursos ya anulados o deteriorados, cómo salir de la situación.
Me incluyo en el segundo grupo de mujeres, he sido una mujer maltratada durante diez años, viví el maltrato, la toma de conciencia y la recuperación, así que comento de acuerdo a mi propia experiencia, y de acuerdo a mi observación profesional trabajando con otras mujeres maltratadas.
Necesitamos un espacio para toma de conciencia y un espacio para tener claridad de ideas de lo que nos pasa y de las posibilidades de salir de nuestra situación, decidir que deseamos salir de esa situación y de qué manera debemos salir.
No es una decisión fácil porque hay mucho daño psicológico, hay desmotivación, desorientación, y hay una mezcla de sentimientos que nos boicotean, también hay falta de energía, nos falta fuerza física y psicológica, hay cansancio mental, es como si quisiera uno quedarse dormido para siempre y de esa manera terminar su pesadilla, hay rabia hacia la pareja, hacia sí misma y hacia al mundo en general, la gente nos da desconfianza, miedo y en mu- chas ocasiones nos volvemos antisociales, puede haber crisis de ansiedad o depresión, que nos pueden llevar al suicidio o a la autodestrucción, como una salida rápida del problema.
Lo que más entristece es ver cómo perdemos los propios recursos y creer que no hay muchas salidas ni posibilidades para solucionar el problema.
Creo que la atención psicológica que se da a mujeres maltratadas no es todo lo adecuada que debe ser, hay cierta sobreprotección que puede engancharnos en el papel de víctimas, la lucha es desde la rabia, desde el odio, como si el hombre y la mujer fuéramos enemigos irreconciliables y esto repercute directamente en los hijos y hace que el trauma sea más intenso y doloroso para todos. También creo que se procura atención a la mujer maltratada, cuando lo que más debemos hacer es darle una atención preventiva, ofrecerle recursos psicológicos suficientes para que no entre en este tipo de relación, para que sea capaz de detectar el riesgo y tomar medidas oportunas para evitar el maltrato.
Se debe atender psicológicamente a los maltratadores y a las familias, debe haber terapia familiar que incluya a los hijos de toda relación de maltrato, porque ellos también han sido maltratados, al ser testigos del maltrato están desorientados y sufren mucho; quieren y necesitan a los dos y no entienden lo que sucede.
Se debe trabajar intensamente con jóvenes que presenten rasgos violentos o agresivos y con mujeres que presenten un perfil de inseguras o emocionalmente dependientes, debe haber talleres terapéuticos mixtos sobre maltrato, donde hombres y mujeres hablen acerca de lo que está ocurriendo en la pareja y en la sociedad. No se trata de asesinar o dar cadena perpetua a los maltratadores, sino de encontrar una solución social donde podamos vivir en armonía y de forma complementaria, buscar la fórmula para que ya no haya hombres maltratadores ni mucho menos mujeres que nos dejamos maltratar. -