Aprovechando el debate que se ha dado en las páginas del diario GARA en relación a la política que el Ayuntamiento de Bilbao mantiene con respecto a las artes escénicas en la ciudad, me dispongo humildemente a aportar algunas reflexiones sobre lo ya dicho, e intentar aportar alguna nueva dirección al debate abierto.
Antes de nada voy a romper una lanza en favor del festival que se ha cogido como tema para generar el debate. El BAD ha venido a aportar un algo donde no había nada, un escenario, efímero eso sí, que una vez al año deja brotar unos extraños hongos teatrales que de otra forma a lo mejor no se podrían disfrutar. Creo también que Ramón Barea patina a la hora de juzgar la propuesta del Itineris, la cual, a mí personalmente me parece una propuesta fresca y con posibilidades de futuro.
Es de sobra conocido que vanguardia y joven no son equivalentes, yo incluso diría que joven equivale más a nada que a cualquier otro término dada la repercusión que tienen sus propuestas, mientras que vanguardia se acerca más a hacer un Shakespeare o cualquier otro clásico que no cobre los derechos de autor, con alguien en bolas por el escenario, con algún actor o actriz televisivo en el cartel y un director o directora de más de cuarentaicinco años, y con muy buenos contactos en el «mundillo».
Dicho esto, es cierto que este evento tomaría más cuerpo y sentido si estuviera respaldado por una programación y estructuras estables durante el resto del año, signo de que el área de cultura «apoya decididamente» tanto las artes escénicas de vanguardia como las de retaguardia. También sería de agradecer que mientras se consigue esto, y una vez logrado también, se «apoyaran más decididamente» iniciativas privadas que ofrecen programaciones únicas para la ciudad como, entre otras, esa «lonja» de Deusto que es La Fundición Aretoa, la cual, aparte de ofrecer una programación estable de formatos diferentes durante nueve meses, organiza en muy duras condiciones y con gran esfuer- zo, la única oferta anual de danza contemporánea de medio-gran formato en Bilbao: Dantzaldia.
En mi opinión, es evidente que después de un gasto cultural extraordinario en los últimos años, en forma de Bilbao 700, Ría 2000 y demás, no ha quedado nada. Ni una sola estructura cultural nueva y de proyección, ni una sala de producción, ni de exhibición, después de varios miles de millones gastados nos vemos igual que antes, gran parte de esos millones se han gastado en artes escénicas, y éstas se han quedado sin nada, una vez más. Deseo sinceramente que esto, que en el futuro tiene fácil arreglo, pueda enderezarse.
Es urgente en Bilbao un diseño nuevo y compartido entre la administración y el sector escénico a largo plazo, un dise- ño político-cultural con la vista puesta mas allá de las próximas elecciones, si de verdad creemos que el hecho artístico está diseñado para aportar algo a la sociedad, puntos de vista y diversiones distintas a las cotidianas. Si por el contrario observamos las artes escénicas como un incordio que torear, las cosas seguirán igual.
Y como dice Jon Sánchez que el BAD viene a aportar un granito de arena al panorama de la CAV, creo imprescindible echar una mirada a lo que aquí sucede. Aproximadamente 35 teatros públicos perfectamente equipados, sin una política diseñada ni compartida. Treintaicinco potenciales centros de produc- ción, cerrados en la mayoría de los casos para profesionales o amateurs, cerrados para la creación y cerrados para la exhibición en demasiadas ocasiones. 25 fábricas cerradas. Nunca ha habido tanto equipamiento, y posiblemente tan poco público.
Hay en la gestión teatral pública de la CAV una desidia alarmante, una falta de ideas y nuevos impulsos clamorosa, algún individuo que manda demasiado y durante ya demasiados años, y que ha generado unos vicios que hace mucho sobrepasaron lo chabacano y ya rozan lo delictivo. Hace falta gente nueva, con una nueva energía y con algún criterio en la materia. Pido humildemente que quien esté cansado se retire, por nuestro bien, por el bien de todos, seguro que no le va a faltar trabajo en la administración, porque al final vamos a pensar que sólo le interesa la poltrona y esa sensación de alguien importante en las ferias de teatro.
Ante este panorama creo necesario un diagnóstico común del sector productivo, que podríamos encarnar en Eskena y EAB, como asociación de empresas y actores respectivamente, para proponer cambios sustanciales y de profundidad a la administración. Adoptando de forma conjunta las medidas oportunas sin renunciar al conflicto social, en forma por ejemplo de ocupación de los teatros públicos para trabajar. Espero no estar dando una imagen demasiado dura para los tiempos que corren, pero esto es lo que pienso sinceramente.
Hay mucho que se puede hacer, hay potencial, y espero que seamos capaces de articular alternativas ilusionantes, que generen dinamismo y sen- saciones positivas para todos. Y por cierto, a mí también me gustaría saber las respuestas a todas las preguntas que hace mi admirado Ramón en su segunda carta. -
