La preparación ciclista hasta hace bien poco había estado centrada en el entrenamiento físico, sobre todo, y táctico y técnico, pero, en los últimos años los Centros de Alto Rendimiento (CAR) han incorporado un entrenamiento «más global y multidisciplinar» que incluye el sicológico. De hecho, según un estudio, las variables que influyen en un entrenamiento son: físico (60%), sicológico (15%), estratégico (10%), alimentación (10%) y aspectos externos (5%).
Según Zubia del Barrio, la sicología en el deporte «trata de dotar al ciclista de unas destrezas que pueda aplicar para sacar su máximo rendimiento posible en la competición y desarrollar al máximo sus capacidades». Es decir, la sicología deportiva sólo pretende obtener un rendimiento óptimo del ciclista en la competición.
En opinión de la ponente, la diferencia entre «el bueno» y «el mejor» es una buena preparación sicológica. Un ejemplo. Dos ciclistas con unas características físicas similares y con unas pruebas de esfuerzo y analíticas parecidas deberían tener un rendimiento similar, pero el día de carrera uno rinde y el otro no tanto. La diferencia es la preparación sicológica y «la fortaleza mental».
Al igual que se entrena la fuerza o la resistencia, la sicología deportiva entrena las habilidades mentales.
LOs pasos
Los perfiles ideales a desarrollar son: autocontrol (controlar las reacciones emocionales para lograr una estabilidad), alta motivación (sin ello no hay mejora), mantener la calma bajo presión, alerta mental en carrera (estrategia), resistencia a los fracasos, concentración y gusto por competir. Sin este último factor nada tiene sentido.
El primer paso es «evaluar el estado sicológico del corredor», qué habilidades tiene, cuál es su estado mental y dibujar un perfil. A continuación se trata de «formar, orientar y asesorar», en definitiva, «construir un plan de actuación» para mejorar y hacer hincapié en lo que falla.
Las variables que se avalúan son: la ansiedad general y en competición, la motivación, la atención, el grado de conciencia, la imaginación, la orientación al rendimiento y la claridad de los objetivos.
La psicología deportiva se aplica no sólo en la competición sino también en los entrenamientos, la postcompetición y durante las lesiones. En la primera situación se trata de que el ciclista sea capaz de rendir al máximo y en la segunda de entrenar las técnicas, al igual que se toman tiempos en una subida o en un recorrido habitual en concreto. Asimismo, al final de cada carrera es conveniente realizar un análisis de la carrera y de la situación; realizar una interpretación y tratar siempre de sacar una lectura positiva que eleve la autoestima y la confianza, dos de «los motores».
Una vez que se conocen las habilidades sicológicas del corredor se establecen unos objetivos y se entrena la mente, antes, durante y después de la competición. Y es que si no entrenas no llegan los resultados, lo mismo que si los estudiantes no se aplican y pretenden «por arte de magia» aprobar los exámenes.
Los aspectos que intervienen en el rendimiento deportivo son: la forma física si no tienes cualidad y un estado de forma poco hay que hacer, la responsabilidad, la tensión muscular, la autoconfianza, la concentración, las percepciones, las motivaciones y los pensamientos negativos.
Zubia del Barrio no niega que la fatiga, el dolor de piernas o la falta de ácido láctico son aspectos «reales», pero estima que en ocasiones «la cabeza manda más que las piernas». Para ilustrar lo que dice, se refiere a una situación real. Tres ciclistas que se juegan la victoria en la subida final a un puerto. En un estado físico parecido, triunfará el que más fortaleza mental tenga y más positivo sea «porque la cabeza decide lo que tú le digas».
LAS TECNICAS
Las técnicas para conseguir un rendimiento adecuado son diversas: relajación, respiración, visualización la herramienta más eficaz, concentración y motivación.
La relajación y la
respiración. «Es la base para conseguir un estado de activación y tensión muscular adecuada». Tiene que haber un equilibrio, es decir, no estar en tensión, pero tampoco muy relajado.
Una consistente rutina. Una serie de hábitos para limitar las distracciones y aumentar la concentración.
No tener expectativas irreales. Tener unos objetivos claros y realistas, «no metas imposibles que pueden traer frustración».
Mantenerse en el presente. Antes de cada carrera sí hay que marcarse objetivos, pero durante la misma hay que estar centrado en el momento. Es decir, no ir escapado y pensar en los cinco puertos que faltan y que no vas a tener fuerzas o que si no eres el más rápido cuando faltan 100 kilómetros.
Capacidad de visualización. Se trata de, en los momentos previos a la carrera, imaginar todas las situaciones que se puedan dar, desde la mejor a la peor, para que así el día de la carrera nada te pueda sorprender. Señala Zubia del Barrio que hay una teoría al respecto: Cuando te imaginas una situación en tu cabeza, subiendo un puerto, por ejemplo, mandas impulsos nerviosos y los músculos trabajan, pese a que estés tumbado en la cama del hotel.
Cambios de pensamientos negativos a
positivos. Es importante hacer hincapié sobre lo que está bajo nuestro control y a qué atribuimos el éxito o el fracaso. Zubia del Barrio ha constatado que los ciclistas cuando ganan lo atribuyen a factores externos (la lluvia, el viento, un pinchazo,Š) y se quitan méritos; y, por el contrario, si fracasan «se machacan» y se culpan de su derrota.
«Uno es lo que cree que es», insiste. Si piensas que no van a obtener un rendimiento difícilmente llegarás al éxito. Es decir, si sales derrotado de antemano, la batalla está perdida.
Otras variables a reforzar y trabajar son la autoestima,
la paciencia, la autoconfianza y el establecimiento de metas. -