El Tribunal Supremo español ha sentenciado que reunirse con Batasuna no es delito y los opinantes se han quedado un tanto despistados.Antonio Papell, en “Canarias 7”, se congratulaba: «El tribunal ha manifestado que no impedirá estos encuentros mientras no haya una ‘orden expresa’ que los prohiba. La explicación ofrecida por el Supremo es además impecablemente democrática: considera que ‘vendría a ser un fraude constitucional’ que alguien pretendiese ‘corregir la dirección de la política interior o exterior’ que la Constitución encomienda al Gobierno democráticamente legitimado y que sería ‘impropio’ pensar que los tribunales controlan la acción del Ejecutivo».
Al mismo tiempo el editorialista de “El Correo Español” y “El Diario Vasco” no conseguía disimular su cabreo: «Los argumentos del Supremo conllevan una advertencia implícita a quienes sientan la tentación de trasladar a los tribunales las disputas partidistas. Pero los propios miembros de la Magistratura deberían procurar que sus resoluciones (...) guarden coherencia y puedan ser comprendidas con claridad por la ciudadanía».
Así las cosas, se pueden imaginar al escriba de “La Razón”, más picado que un mono: «El acuerdo del Supremo tampoco brilla por su altura jurídica cuando decide que los dirigentes del PSE no incurrieron en desobediencia al propio Tribunal Supremo al reunirse con Batasuna (...). Parece olvidar el tribunal que los dirigentes batasunos sí tienen orden expresa de no actuar como tales y que tal prohibición es de dominio público, por lo que cualquier dirigente político sabe que una reunión de esa naturaleza incurre en un incumplimiento judicial».
El escribiente de Pedro J. también buscaba el disimulo en “El Mundo” y a la de cal sumaba la de arena: «A nadie le habrá sorprendido mucho la resolución del Tribunal Supremo hecha pública ayer y que considera que las reuniones entre el Partido Socialista de Euskadi y Batasuna no son constitutivas de delito (...). Se trata de una argumentación coherente y lógica. Como también lo es alegar que política y moralmente tales reuniones siguen resultando inaceptables».
Y el editorialista de “Abc” le imitaba en el
argumentario: «En tales circunstancias, y por legal que sea, sentarse con
batasunos a negociar condiciones para la ‘paz’, además de inmoral es, como ha
recordado Mariano Rajoy, un suicidio». La realidad, por una vez, les ha
fastidiado un buen titular. - msoroa@gara.net