Raimundo Fitero
Eurovisión
TVE está buscando representante para ese lugar negro de la música pop llamado “Eurovisión”. Recuérdese que OT nació justamente para lograr relanzar dentro del consumo interno esas músicas y cancioncillas que representan dentro del ámbito televisivo a las emisoras o entes de bandera. Hoy OT funciona de manera autónoma, pero TVE sigue sin saber qué hacer con el marrón de presentar a un artista al que quemar en la hoguera de un concurso que tiene una popularidad basada en lo negativo. Todos despotrican de él, pero consigue audiencias globales considerables. No importa demasiado la calidad musical, sino lo que tiene de representación estatal. Por ello tanto se trata, al final, de una especie de juego político y vecinal que proporciona sustos y desajustes entre la razón y la votación.
La cuestión está en que TVE parece vivir dentro de un fatalismo que le lleva siempre a ser lo más anacrónico y fuera del tiempo en la parrilla. Las personas, cantantes, grupos, personajes seleccionados para ganarse la plaza para estrellarse en Europa forma parte del telúrico mundo de las representaciones, las discográficas y los productores. De tan amplia que se nos presenta la oferta de candidatos, se advierte de que se trata de un perfil único. Lo más hortera posible, lo más cutre imaginable, lo que tenga menos valores artísticos y pueda ser un producto de uso rápido que no deje ningún poso ni ninguna huella posterior.
Quizás lo impensable desde un ente público es que se convierta de nuevo en un espectáculo deplorable, en una muestra más de la desculturización de TVE, que se maneje en unas coordenadas tan impresentables, cuando, además, está comprobado que eso no acostumbra a dar audiencia, si ese fuera el objetivo. Nos quieren convencer de que se ha hecho algo positivo cambiando el organigrama, que se ha democratizado la gestión y desvinculado de la acción del gobierno de turno. No nos lo creemos, pero si el cambio es para más comercialidad, más barrabasadas populistas, no hemos ganado en nada. Por si se quieren ahorrar y ahorrarnos sofocos, acaben con el concurso y manden a Anne Igartiburu que canta y baila muy bien. Es lo único que le falta. -
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