Resulta difícil seguir creyendo en el proyecto de paz de un partido que mientras dilataba el tiempo de compromisos, presentaba un DVD con un resumen de lo que ellos no habían realizado, y en el que para más sorpresa se enorgullecían de ello. Ahora sabemos que no fue casualidad el que lo difundieran con tanto entusiasmo. Se estaban justificando ante el electorado conservador y preparaban el abandono del barco. Se estaban preparando para lo peor.
Han intentado trasmitir optimismo, cuando la realidad era bien distinta. Se insiste en señalar que el camino emprendido en este proceso era «largo, duro y difícil», pero una elocuente pregunta nos hacemos a comienzos del 2007. Pasaron escasas 24 horas desde la acción armada de Barajas y ya se encargaron de romper todas las esperanzas que nos decían que tenían en este proceso. Como ya nos avisó Rodríguez Zapatero, podría haber lo que en una entrevista calificó como «accidentes», que aun siendo esperados no le apartarían de la búsqueda de la paz. Poco ha tardado en retractarse de todo el temple y tenacidad que dijo poseer. ¿Para quién iba a ser largo? ¿Para quién tenían previsto que iba a que ser duro? ¿Para quién difícil?
Esperemos que se recupere la serenidad y abandonen los políticos profesionales sus cálculos electorales. Movilicemos a la sociedad para exigir de los dirigentes valentía para que, en tiempo de crisis, se pueda ver el verdadero futuro de esperanza que nos están mutilando. Se tienen que poner las bases reales para una solución democrática al conflicto, se tienen que tomar medidas políticas para no perder la oportunidad que teníamos encima de la mesa hace escasamente un mes. Lo demás, la reactivación de viejos pactos, la convocatoria de manifestaciones contra la otra parte, ya demostraron su ineficacia. A fin de cuentas, son brindis al sol y florituras verbales, que más pronto que tarde se demuestran estériles. Y lo que es peor, la mayoría de las veces contraproducentes para llegar a acuerdos posteriores.
Frente a esta desesperanza que nos quieren ahora trasmitir está la convicción de que todavía tenemos que intentarlo y que hay muchas cosas pendientes para hacer. Las seis horas de solidaridad ante el Hospital Virgen del Camino son una buena oportunidad de ponernos a caminar en el sentido correcto y esperanzador. Es ahora cuando más esfuerzos tenemos que realizar para intentar superar el escenario de pesimismo que los poderes mediáticos organizan día tras día.
Hace menos de un año conocimos las trágicas muertes de Igor Angulo y Roberto Sainz, que a pesar de su juventud fueron víctimas de la polí- tica de dispersión y de unas condiciones de vida aplicadas sobre los presos y presas políticas vascas que busca el aniquilamiento personal como forma de venganza y doblegar al colectivo con fines de chantaje. Hoy se encuentra encarcelado injustamente otro prisionero vasco, Iñaki De Juana, que ha cumplido más de sesenta días en huelga de hambre, y que pese a estar siendo alimentado a la fuerza, corre el riesgo de morir en cualquier momento debido al grave deterioro de su salud.
Los objetivos que nos unieron para reclamar los derechos que como presos políticos le corresponden siguen presentes y son parte de la clave de solución del conflicto. Atención sanitaria digna, poder ser visitados por médicos de confianza, exigencia de trato profesional en las consultas, además de respetar el secreto profesional y el derecho a la intimidad en las exploraciones que se realicen, son exigencias mínimas que tienen que ser garantizadas.
El respeto de los derechos de los presos no puede ser vendido como una concesión política, es simplemente el cumplimiento de la legalidad. Los pasos que demos para que así sea serán peldaños sólidos en la construcción de un proceso de diálogo que se tendrá que dar irremediablemente. El tiempo apremia para evitar más desgracias.
De nuestro compromiso en la demanda de libertades democráticas saldrá la posibilidad de conseguir la puesta en libertad de Iñaki y la de los presos que tienen las condenas cumplidas. Tenemos que reclamar medidas para conseguir la excarcelación de los presos enfermos, que como Jon Agirre, Bautista Barandalla, José Ramón Foruria, Mª Dolores Gorostiaga, Juan José Rego, y Josu Uribetxebarria, tendrían que estar ya en libertad y siendo tratados de sus graves enfermedades en la calle. Todavía estamos a tiempo. -