TOKIO
Sesenta años después, Japón cuenta ya con un Ministerio de Defensa, decisión simbólica que supone un paso más en el objetivo del Gobierno de devolver el país nipón sus antiguas veleidades más militaristas.
En virtud de la Constitución de 1947, impuesta por el vencedor, EEUU, Japón tuvo que renunciar «para siempre» a la guerra y carecía hasta ahora de un Ministerio de Defensa, sustituido por una Agencia de Defensa sin rango ministerial.
El restablecimiento del Ministerio fue aprobado el pasado mes por la Dieta, con el apoyo de la principal formación opositora.
El plan del primer ministro, el derechista Shinzo Abe, incluye una modificación constitucional que derogue el artículo 9, que limita a la más estricta autodefensa al Ejército.
Paradójicamente, el japonés es uno de los ejércitos con mayor presupuesto de todo el mundo, alrededor de 32 millones de euros.
Pese a que, de momento, este último no cambiará su denominación, Fuerzas de Autodefensa, Abe pretende que la Armada pueda responder a ataques a sus aliados y participar en operaciones internacionales de «mantenimiento de la paz».
Huelga decir que este proyecto cuenta no ya con el aval sino con el impulso de su otrora enemigo pero hoy aliado estadounidense.
Desde la izquierda, el líder del Partido Socialdemócrata (ex-socialista), Mizuho Fukushima, criticó duramente este proyecto que, aseguró, «conllevará el riesgo de que los soldados japoneses luchen codo con codo con las tropas estadounidenses en teatros de guerra en el extranjero».
Japón justifica su rearme por la creciente hegemonía de China en Asia y por la «amenaza» de Corea del Norte, que se presenta como potencia nuclear.
Sus planes despiertan recelos entre las víctimas del imperialismo nipón, sobre todo chinos y coreanos.