Con lágrimas en los ojos, Kjetil Andre Aamodt anunciaba por sorpresa hace unos días su adiós de las pistas. El esquiador noruego ha sido un todoterreno y ha destacado en todas las especialidades. Ello le ha permitido obtener a lo largo de su carrera la impresionante cifra de veinte medallas en Juegos Olímpicos y Campeonatos del Mundo.

«No estoy al nivel físico y mental necesario para seguir. Tengo 35 años y una familia. Y ha llegado la hora de parar», declaró ante las cámaras en el momento de recibir el galardón al mejor deportista de su país en 2006. Precisamente, su última gran victoria se produjo el año pasado, cuando logró el oro en supergigante en los Juegos de Turín. Era su octava medalla olímpica: cuatro de oro, dos de plata y dos de bronce.

Su palmarés recoge, asimismo, cinco oros en Mundiales: tres en combinada (1997, 1999 y 2001), uno en eslalon (1993) y uno en gigante (1993). A ello hay que sumar otras cuatro medallas de plata y tres de bronce.

Sus veintiún victorias en pruebas de la Copa del Mundo abarcan todas las especialidades:una en descenso, cinco en supergigante, ocho en combinada, seis en gigante y una en eslalon. En 1994 se alzó con el triunfo en la general.

Nacido en la ciudad de Oslo, el nombre de Aamodt empezó a sonar con fuerza en el mundo del esquí cuando tenía tan sólo 18 años, concretamente en el Mundial Junior de 1990, donde ganó en descenso y en combinada y finalizó en el podio en supergigante, gigante y eslalon. En esa cita ya comenzaba a vislumbrarse un campeón.

Experto en estar a tope de forma en los momentos decisivos, ni siquiera la mononucleosis que padeció pocas semanas antes de los Juegos Olímpicos de Albertville de 1992 pudo parar su afán por coleccionar medallas. El noruego era uno de los grandes favoritos para ese compromiso hasta que, a raíz de esa enfermedad, tuvo que ingresar en el hospital, donde perdió once kilos. La motivación le hizo recuperarse milagrosamente y llevarse el oro en supergigante, por delante del luxemburgués Marc Girardelli.

También subió al podio en gigante, donde logró el bronce.

Luego llegarían más triunfos y medallas en Mundiales y Juegos Olímpicos como los de Lillehammer, Salt Lake City o Turín. Y si las enfermedades no frenaron al noruego, tampoco lo hicieron las lesiones. Es cierto que una fractura en su tobillo derecho en 2003 le retiró de las pistas durante un tiempo. Sin embargo, la lesión de rodilla que tuvo en plenos Juegos Olímpicos de Turín, a raíz de la cual fue operado en marzo y le ha impedido competir esta temporada, no fue obstáculo para que pocos días después de sufrir esa dolencia se colgará el último oro de su flamante carrera.

«Una leyenda»

Con la rodilla maltrecha, pero eufórico por su triunfo, bromeó al decir que «Hermann (Maier) y yo lucharemos por el oro también en 2014».

Y es que Aamodt es conocido por sus bromas, lo que le hizo ganarse el cariño de la afición. En agosto de 2003, las 19 medallas logradas hasta esa fecha desaparecieron de casa de su padre tras un robo. Su reacción, cargada de humor, fue acorde con su personalidad. «Mi padre quería tener las medallas en casa, por eso se las di. Poco después desaparecieron. Quizás las ha vendido, porque dos días más tarde conducía un Porsche Cayenne», explicó.

Tras 17 años de profesional, el campeón nórdico ha decidido colgar los esquíes y dedicarse a su hija Carmen y su esposa Stine. Después de anunciar su retirada, todo fueron elogios a su persona. El ministro de Cultura y Deportes noruego no dudo en calificarle de «leyenda». -