Iker ORTIZ DE ZARATE | Director de la compañía teatral Katarbeltz
«La falta de rigor en el teatro baja el listón y degrada las artes»
Bilbo y Murgia han visto ya el preestreno de «Las azarosas andanzas de dos pícaras pellejas» y el Teatro Principal de Gasteiz acogió ayer su estreno con gran éxito. Iker Ortiz de Zarate, autor y director de la misma, dirige a la recién iniciada compañía teatral. Katarbeltz se compone de actrices de la primera promoción del Laboratorio de Teatro Ortzai y de intérpretes profesionales.
OOrtiz de Zarate escribió esta obra para su madre. Hoy es el día que, emocionado, vuelve a ponerla en escena con su nueva compañía, Katarbeltz. Entre los intérpretes, se encuentra Teresa Ibáñez, actriz que ha trabajado a las órdenes de Almodóvar y que esta vez actúa para su hijo.
Ha decidido recuperar una obra que escribió hace diez años. ¿Por qué razón?
Ha recibido muchos premios fuera de aquí. Todavía hoy la leo y me sigue gustando, lo que con otras no me ha pasado porque el tiempo las ha hecho viejas. Además, para empezar con la nueva compañía, Katarbeltz, era la propuesta perfecta, ya que no entraña demasiadas dificultades, si es que existe obra alguna que no conlleve riesgo...
Se ha formado en Canterbury, Madrid, New York y París. Sin embargo, hace dos años decide volver a Gasteiz. ¿Qué motivo le impulsa al regreso?
Durante mis años de formación tuve la suerte de contar con algunos de los mejores maestros del mundo. El esfuerzo ha sido enorme, así como el apoyo de los míos, pero debo dar gracias a la suerte porque hay quienes, contando con esfuerzo y apoyo, no pueden llegar a donde yo he llegado, a aprender de los mejores. Y he vuelto porque amo esta ciudad y porque, aunque mis proyectos puedan hacerme desplazarme puntualmente, es aquí donde quiero vivir y revertir los conocimientos adquiridos fuera.
Entiendo que ni Gasteiz ni Euskal Herria saciaban entonces las necesidades de un estudiante de interpretación...
Marché muy a mi pesar. El balance ha sido totalmente positivo, pero ojalá hubiera tenido cauces para crecer como actor sin tener que irme. Me fui para formarme. Aquí no existe una respuesta a esa necesidad de formación teatral. Creo que, en cualquier caso, es indispensable para una actriz o actor viajar, conocer, formarse junto a diferentes maestros. Nadie se forma en cuatro ni cinco años, en una sola universidad. Es una carrera de fondo en la que el actor requiere un criterio más formado, por parte del público, para poder objetivar su trabajo.
¿Y cómo valora el panorama artístico a su vuelta?
En cuanto al arte y al teatro, creo que el panorama no es alentador. No existe rigor, tal vez porque no ha habido una variedad de opciones para descartar aquello que no es válido, y se ha tenido que meter todo en el mismo saco, y dar por buenas muchas cosas que no lo son. Por eso, al final se rebaja el listón del público y hace que nos conformemos con cualquier cosa, lo que degrada las artes. Me refiero al teatro. Creo que es un arte muy poco valorado en su verdadera dimensión, comenzando por algunas de las instituciones que no cuentan con criterios artísticos serios, incluso de profesionales de otros lugares y reconocida trayectoria, a la hora de evaluar proyectos, iniciativas, dar curso a las inquietudes y posibilidades existentes... La burocracia, por otro lado, es terrible, porque, aunque en esas mismas instituciones pudiera haber quien tuviese una intención de apoyo, todo debe pasar por los plazos previstos. Y plazos y Arte no son demasiado compatibles. Existe una grandísima mediocridad. El Arte no puede ser evaluado con criterios técnicos que en muchos casos no son, además, criterios formados. Al menos, no sólo con criterios técnicos y burocráticos. Es triste, además, pensar que hay a quien esto le conviene. Y no es al talento. Pero estoy seguro de que hay mucha sangre joven, formada ya fuera, con carreras, con ilusiones, con una seriedad y un rigor artístico y profesional, que va a comenzar a regresar, que va a aportar aquí sus proyectos, sus conocimientos. Y las cosas cambiarán.
En la búsqueda del cambio usted crea la escuela de teatro Ortzai. ¿Cuál es el resultado tras dos años de andadura?
Volví con el propósito de crear el Laboratorio de Teatro Ortzai, y, a través de él, ofrecer una base personal y artística sólida. Busco transmitir lo que he aprendido a quienes desean iniciarse o continuarse formando y a quienes tienen previsto marcharse para estudiar interpretación, de tal modo que den sus primeros pasos sabiendo, al menos, cuáles son sus potencialidades, y que sepan diferenciar una enseñanza de calidad. Ortzai ha sido un proyecto muy largamente acariciado y está empezando a dar sus frutos. Euskal Herria, en general, lo necesita. Sueño con que haya en esta ciudad un tejido artístico y teatral, en concreto, a través del que ofrecer desde los conocimientos y la experiencia una enseñanza de calidad. Tras mucho trabajo ahora comienza a convertirse en realidad.
¿Es uno de esos primeros frutos la compañía Katarbeltz? Katarbeltz es aún un germen. Una nueva compañía que comienza a caminar, desde las dificultades que suponen un inicio, pero sin perder de vista su Norte, la seriedad, la calidad y la exigencia. Ese sería el sello que busca. La calidad es inmutable. Los medios pueden ser pequeños, pero la aspiración artística, creativa y de calidad no debe serlo nunca. Para mí, en nuestra compañía, en el arte en general al igual que ocurre en Ortzai, donde, por expresa fórmula de enseñanza, coinciden alumnas y alumnos jóvenes con veteranos, la mezcla de edades, experiencias, bagajes... es algo enriquecedor. Quien más ha vivido más aporta de su conocimiento y su experiencia, de su tesón... Quien se asoma al teatro y al mundo por primera vez, trae la frescura, la inocencia, la ambición y la energía.
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