Algunas tardes paseo con mi mando a distancia por las programaciones televisivas cercanas, lejanas y superpuestas y además de alguna sorpresa, casi siempre desagradable, me entra la más abismal de las desazones. No hay donde quedarse un rato medianamente tranquilo como ciudadano trabajador que busca un poco de entretenimiento, evasión o compañía. Todo son series recargadas de sentimentalismos, programas infames sobre las interioridades y superficies de los famosos o aspirantes, chascarrillos y polígrafos.

Una de las sorpresas fue encontrarme en ese espacio abrasivo de ETB-2 llamado “Pásalo” al doctor en medicina y cirugía don Pedro Ramos que fue uno de los diputados de Cultura de la Diputación de Araba más pintorescos que hayan existido. Fue al que le colaron aquella historia de unas cuevas con pinturas rupestres por las que pagó un dineral, o fue el diputado que se pagaba el viaje, a sí mismo y a varios periodistas de cabecera para ir, nada menos, que hasta Nepal, para acompañar a Juanito Oyarzabal en sus primeras aventuras de ochomiles. Ahora se ha recolocado y se presenta con aires de servicio público, pero si bien no puedo negar sus conocimientos médicos y las funciones de las vitaminas según su discurso, sí me parece que su lenguaje metafórico es absurdo e incomprensible, y el menú que propuso, un auténtico disparate.

Lo de los polígrafos diarios es un mero cachondeo, el relleno con invitados prescindibles de esos programas estomagantes es un delirio, y así fuimos llevando una tarde que se alegró, como siempre, con “Camera Café”, que está arrasando en audiencia, y se lo merece, para llegar a Jesús Quintero, que volvió con un menú que comenzaba con un plato un poco grasiento, una entrevista demasiado neutra a Farruquito. El Loco siempre ha intentado entrevistar a los excluidos o los que están en situaciones peligrosas, pero en esta ocasión rechinaba un poco ver al bailarín tan arreglado, y más si parece que cobró un pastón por la entrevista. En fin, la desazón es grande. Y la Audiencia Nacional nos ha dejado ante la realidad del entramado jurídico-político actual. Pregunto de nuevo: ¿existe alguna salida del laberinto? -