QUITO
La muerte en la madrugada de ayer de la ministra de Defensa de Ecuador, Guadalupe Larriva, junto a su hija Claudia Avila y cinco militares ha provocado una profunda consternación en el pueblo y Gobierno ecuatorianos. La ministra, que accedió al cargo el pasado 15 de enero, era la primera mujer y la primera socialista que dirigía ese Ministerio en la historia del país.
El trágico accidente en el que fallecieron Larriva y otras seis personas ocurrió cuando el helicóptero Gazelle en el que viajaba, durante un ejercicio demostrativo para evaluar un sistema de visión nocturna de esos aparatos, chocó en el aire con otro de las mismas características. Los primeros informes apuntan a que las aspas de ambos aparatos entraron en contacto y los helicópteros estallaron y cayeron a tierra en las inmediaciones del aeropuerto de la ciudad costera de Manta (Manabí), a 390 kilómetros al oeste de Quito, un lugar próximo a una base de vigilancia utilizada por efectivos de EEUU para el control del narcotráfico en la zona.
La ministra de Asuntos Exteriores, María Fernanda Espinosa, aseguró que se constituyó una junta de investigación del accidente para determinar sus causas que, según las primeras informaciones, pudo haber ocurrido por una «mala maniobra» de uno de los pilotos o por un desperfecto en alguno de los aparatos, que volaban muy próximos, cuando debían mantener una distancia mínima de 40 metros. El ministro de Gobierno, Gustavo Larrea, indicó que «no es normal» que los helicópteros volaran tan cerca uno del otro y tachó de «inaudito» que no se garantizara como se debía la seguridad de Larriva.
Nada más conocer el suceso, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, declaró el lugar como zona de seguridad. Anunció la formación de una comisión de investigación en la que participará el hijo de la fallecida, que es ingeniero técnico y su petición de ayuda a países amigos para investigar el suceso. «Para el bien de todo, para que no quepa la menor duda, que se haga una investigación exhaustiva con una comisión internacional absolutamente neutral», señaló.
Al respecto, indicó que solicitó a la embajada francesa en Quito que el Gobierno de París envíe un técnico en turbinas y otro en estructuras de la empresa fabricante de los helicópteros Gazelle y a la presidenta chilena, Michelle Bachelet, el envío del «cuerpo de investigaciones de accidentes aéreos de la Fuerza Aérea chilena».
En una breve comparecencia, Correa, con la voz entrecortada, afirmó que la muerte de Larriva no hará retroceder en la intención de su Gobierno de llevar adelante una gestión en favor de los pobres.
Guadalupe Larriva, de 53 años, fue maestra, sindicalista y diputada antes que ministra. Se definía a sí misma como «una persona nacida de las bases de las organizaciones sociales» que sabía de su «importancia en la organización institucional». Para sus compañeros de Gobierno, era una mujer de «una honestidad inquebrantable».