La llamada a realizar un apagón mundial de cinco minutos antes de las ocho de la tarde, en horario de Euskal Herria, tuvo ayer un inesperado eco, no tanto por la incidencia real en la bajada del consumo eléctrico en el «Primer Mundo» ­las zonas del planeta que realmente permanecieron a oscuras son aquellas que no tienen acceso a la electricidad­, sino porque a muchos políticos europeos ­entre ellos a los que rigen ciertos ayuntamientos vascos­ se les ocurrió ligar el llamado de los grupos ecologistas con una dosis de populismo sin precedentes y envolverlo todo ello con un «toque cultural» difícil de comprender.

La idea original de la Alianza por el Planeta ­organismo que agrupa a colectivos ecologistas del Estado francés­ no tiene nada de pintoresca, ya que su intención real es poner el foco de atención sobre el informe que hoy mismo debe hacer público el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático, que reúne a cientos de expertos científicos y responsables políticos en París. Un informe que, según las primeras filtraciones, pondrá los pelos de punta a quienes ya están convencidos de que el cambio climático resultará catastrófico, a medio o largo plazo, para el conjunto del planeta.

Por ello, es difícil entender que quienes defienden la sostenibilidad de seguir encementando nuestros pueblos y ciudadades ­alcaldes-presidentes de «constructoras municipales»­, quienes aprueban el despilfarro eléctrico de mantener iluminados durante cientos de horas nocturnas al año ciertos edificios que se pueden observar perfectamente desde la mañana al anochecer, quienes hoy acudirán a esos salones iluminados esplendorosamente, esos mismos sean quienes ayer se mostraran «solidarios» con el planeta. Cabe la posibilidad de que se les haya encendido la bombilla de la inteligencia; pero aunque hubiera sido así, seguro que se les apagó transcurridos esos cinco minutos.

Incluso una gran empresa eléctrica europea se sumó al apagón solidario. Ver para creer; o mejor, apagar la luz y encender la inteligencia. -