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Ainhoa Bengoa, Ane Zelaia Representantes de la iniciativa Ekaitz Etxean

14 de enero, matrioska martxa!

Donde vivimos, en vez tener leyes para proteger a la ciudadanía, las ciudadanas nos vemos obligadas a tener que reinventar mil y una triquiñuelas para defendernos de las leyes

Han pasado varias semanas desde que la iniciativa Ekaitz Etxean se puso manos a la obra nada más saber la sentencia del Tribunal Supremo que condenaba a este joven gasteiztarra a 8 años de prisión. Casi todas las que nos hemos organizado en esta iniciativa hemos vivido situaciones semejantes anteriormente. Algunas de nosotras hemos sido juzgadas, encarceladas por nuestra militancia política. Otras, hemos visto impotentes cómo nos arrebataban a las amigas o familiares de la noche a la mañana, montajes mediáticos, juicios surrealistas, seguimientos.... Muchas hemos crecido con esta realidad, hemos vivido con ella.

Y lo más preocupante: hemos seguido adelante con una aparente normalidad. Como si esta fuera la parte del cuento que nos ha tocado, como si repartidos los papeles, no hubiera otra opción. Una normalidad alarmante. Y sin saber muy bien por qué, el caso de un chaval que había creado múltiples complicidades a su alrededor, nos ha despertado del letargo. En cuanto supimos la noticia, amigos, familia y colectivos donde Ekaitz participa nos juntamos en asamblea. Lo que se ha ido tejiendo a partir de entonces Ekaitz lo define como hermoso; para muchas de nosotras ha supuesto un punto de inflexión.

El encierro en la iglesia de Los Ángeles nos dio la oportunidad de visibilizar la situación y crear un punto de encuentro solidario. Ese espacio físico dio lugar a diferentes maneras de participación. Participación entendida en toda su amplitud, porque durante esos días lo poco o lo mucho que aportó cada persona nos permitió abrirnos a toda la ciudad, y dar a conocer la situación en diferentes puntos de Euskal Herria. Es difícil definir la dinámica de esos intensos días; conseguimos romper el silencio y la resignación que suele acompañar a estos casos, y lo hicimos juntas.

Al terminar la semana, tuvimos conocimiento de la orden de búsqueda y captura dictada por los jueces, en el momento en el que estábamos reunidas, cuando Ekaitz aún estaba entre nosotras. En ese instante decidió abandonar la encerrona y tomar las decisiones pertinentes con más tranquilidad. Rabia, impotencia, lágrimas y abrazos... sobre todo abrazos, ese momento quedará grabado en nuestra memoria. Pero el enfado no consiguió aplacar las ganas de trabajar.

En la exitosa manifestación del 31 de diciembre, Ekaitz nos dio a conocer su decisión. «Me escondo para visibilizar mi situación y la de tantas otras personas». Nosotras respetamos su decisión y nos pusimos en marcha una vez más, para denunciar los hechos. ¿Pero cómo hacerle frente a tanta injusticia silenciada? ¿Cómo conseguir que esto que está viviendo ahora Ekaitz no tenga que vivirlo ni una persona más? ¿Cómo desmontar una mentira blindada con leyes y jueces desde nuestros barrios?. Así que continuamos tirando de nuestra imaginación, como nos recomendaba Ekaitz y surgió la idea: matrioska martxa.

La imagen de la Matrioska en contraposición al padre todopoderoso, al padre castigador. Matrioska como símbolo del vientre protector de los derechos civiles y políticos. Vientre de vientres. El primero lo tejimos rápidamente, casi instintivamente cuando, reunidas amigas, familiares y colectivos cercanos, al conocer el castigo judicial decidimos enfrentarnos a la resignación y no admitir el veredicto. Este vientre originario convocó desde la encerrona al movimiento popular en busca de solidaridad, y su rápida respuesta nos cubrió a base de adhesiones y movilizaciones, dando cuerpo al segundo vientre. Invitamos también a la sociedad en conjunto a encadenarse a la solidaridad, y alrededor de los dos anteriores comenzó a formarse un tercer vientre protector gracias a la concurrida manifestación del 31 de diciembre.

Desde entonces hasta hoy, fecundados por estos tres vientres y alimentándolos al mismo tiempo, han ido surgiendo nuevos vientres: el tejido por personas del mundo de la cultura, el de las personas que han acogido a Ekaitz, el de quienes han difundido nuestro grito por la red...

Vientre de diversos ingredientes. La razón nos exige construir la matrioska. Porque no es justo lo que le están haciendo a Ekaitz, como no lo es que haya más de 120 personas presas a consecuencia de su trabajo político y más de 180 en espera de juicio. Porque los derechos civiles y políticos han de ser eso, derechos, no privilegios de unos pocos. El corazón fertiliza nuestra matrioska. Porque queremos a Ekaitz, le queremos, no podemos evitarlo, y queremos además a muchas otras, y no existe ley ni juzgado ni sentencia que nos lo vaya a impedir. Las tripas dan consistencia a la matrioska. Porque nuestras gargantas están rasgadas de gritar «¡Basta ya!» ante cada injusticia. Porque queremos dejar de llorar de rabia ante tanta ausencia impuesta.

Vientre multifuncional. Los distintos vientres de la matrioska dan protección y calor, sí. Pero, sobre todo, alimentan. La solidaridad, la rabia, los ánimos, la ternura, la indignación, el amor, la movilización... además de crear nuevas tripas y reforzar las ya existentes, son alimento. Así es como vemos que Ekaitz, y los jóvenes, y todas las demás, se fortalecen y sonríen más abiertamente. Y si gesto a gesto, com- promiso a compromiso, seguimos alimentando nuestros derechos, hoy débiles e incapaces de valerse por sí mismos, se irán fortaleciendo. Hasta el día en que nuestra matrioska de a luz unos derechos civiles y políticos recios y sin mutilaciones. Ese día no habrá ya necesidad de vientre-matrioska ninguno. La práctica diaria de nuestros derechos hará imposible cualquier ataque contra ellos. Ese día, los arrogantes agresores ocultarán sus uniformes y togas, porque sabrán que lo que hoy les resulta demasiado gratuito les sería demasiado costoso.

No es hoy ese día. Donde vivimos, en vez de tener leyes para proteger a la ciudadanía, las ciudadanas nos vemos obligadas a tener que reinventar mil y una triquiñuelas para defendernos de las leyes. Por ello, os convocamos a crear una gran Matrioska. El 14 de enero, en Gasteiz, haremos la primera intentona.

Matrioska martxa, para hacer de la solidaridad una práctica.

Matrioska martxa, para que esto, que nunca tuvimos que vivir, no lo viva nadie más.

Os esperamos.

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