El próximo 16 de julio se cumplirá el setenta aniversario del confinamiento en 1942 de más de trece mil judíos dentro del Velódromo de Invierno parisino. Por esas coincidencias que se dan con bastante frecuencia en el mercado francófono, ya que acaba de ocurrir con «La guerra de los botones», dos películas se adelantaron de forma simultánea en 2010 a la efemérides.

Fue «La llave de Sarah» la que tomó la delantera, siendo presentada puntualmente en el Donostia Zinemaldia de cara a su posterior distribución.

«La redada» ha tardado más en llegar a nuestras pantallas, lo que no quiere decir que sea menos interesante. Ambas producciones son, además, bastante parejas en cuanto a sus repartos estelares. La diferencia estriba en que la película de Gilles Paquet-Brenner, protagonizada por Kristin Scott Thomas, es más personal y observa los hechos desde el tiempo presente. En cambio, la de Rosalyne Bosch es estrictamente histórica y se basa en una ardua labor de documentación.

Rosalyne Bosch es hija de un anarquista catalán, un exiliado que pasó por los campos de concentración en territorio galo. No necesita, por tanto, ser judía para comprender la dimensión del holocausto desde el lado del colaboracionismo orquestado por el gobierno-títere de Vichy. La periodista y cineasta pone el acento en las familias detenidas en París, debido a que las autoridades francesas no sabían qué hacer con los niños y los nazis no los querían. Sigue su rastro desde el Velódromo, convertido en un improvisado campo de detención en el que se confinarán más los judíos como paso previo a su posterior deportación al campo de concentración de Beaune-La Rolande, en Loiret, cuyas huellas fueron ocultadas.