Todo vehículo que circule por el estado francés debe llevar un alcoholímetro
Desde hoy, prácticamente todos los vehículos que circulen en el Estado francés deberán llevar un test de alcoholemia. El aparato, que puede adquirirse en farmacias, supermercados o quioscos, se ha agotado y no estará disponible hasta dentro de unas semanas.
Idoia ERASO
Ante esta nueva medida las opiniones están enfrentadas. Mientras algunos piensan que se trata de una buena manera de hacer frente al alcohol al volante, otros creen que para que la medida sea eficaz es necesaria la efectividad total de los test de alcoholemia y educar a los conductores acerca de los efectos del alcohol para poder utilizar los tests de una manera apropiada. También se escuchan críticas sobre la manera en que la ley fue aprobada y por quien fue impulsada. La obligación de llevar el test de alcoholemia en el vehículo comenzará hoy, pero hasta el 1 de noviembre no llegarán las multas, que serán de 11 euros.
«Es una buena medida porque el alcohol al volante es la principal causa de mortandad en los accidentes de carretera. Es el causante de 1.000 muertes al año en el Estado francés. La mejora más importante es la fiabilidad, ya que muchos de los test que se venden no son fiables», declaró Xavier Ortiz de la asociación Automóvil Club Vasco- Bearnés.
Esta declaración ha sido demostrada por la asociación de consumidores 60 Millions de Consommateurs que ha probado nueve tests diferentes (químicos y electrónicos), de los cuales tan solo funcionaban dos. Cinco de ellos inducían al error, ya que indicaban que la persona se encontraba por debajo de la medida legal, cuando en realidad la sobrepasaba. Este tipo de problema se mostró especialmente en los test electrónicos.
la Fiabilidad como clave
Mallet Brice, enfermero de la Asociación Nacional de Prevención de la Alcoholemia y la Adicción (ANPAA), se mostró muy crítico con la nueva ley. «Se trata de una medida que responde a intereses económicos. Para que el test (químico) sea eficaz, el aparato debe de estar en un lugar fresco y sin luz, y esa situación en un coche no corresponde con la realidad. Por otro lado, es muy peligroso porque el conductor lo usará creyendo que es fiable y si da negativo, cogerá el coche y estará en una situación de riesgo», explicó.
Ortiz, del Automóvil Club, se mostró también preocupado respecto a este tema. «La fiabilidad es una gran preocupación que tenemos. Cuando alguien que dé negativo y coja el coche, si se encuentra con un control y después da positivo o tiene un accidente se dará cuenta de que el test no era bueno. Eso ocurrirá», señaló.
La miembro de la ANPAA Catherine Vidal denunció también la falta de educación. «Hay que estar informado sobre la forma en que actúa el alcohol en el cuerpo para que el test sea útil. El `pico' viene media hora después de haberlo tomado y una hora después si se ha ingerido con comida. Al ingerir una gran cantidad de alcohol pueden ser necesarias 20 o 30 horas para que se pase el efecto. Eso mucha gente lo desconoce», manifestó.
Vidal también se mostró en desacuerdo con la utilización del test químico: «Solo indica si es positivo o negativo, pero sin exactitud. Hay una gran diferencia en sobrepasar por poco el límite o tener tres gramos de alcohol en la sangre, sobre todo varía el tiempo para que el efecto desaparezca y se pueda conducir». Para demostrarlo, habló de su experiencia en los festivales, donde con un test electrónico de uso médico ofrecen a la gente la posibilidad de medir la tasa de alcohol cada hora hasta dar negativo.
Otra de las polémicas de este decreto es la del origen. La asociación I-Test fue la impulsora de está medida, que está presidida por Daniel Orgeval, responsable de formación de la empresa Contralco. Esta última es prácticamente la única productora de test químicos en el Estado francés. Hace unos años se encontraba al borde de la quiebra y desde que el nuevo decreto vio la luz, fabrica cinco millones de test de alcoholemia al mes y ha agrandado su plantilla. Por otro lado, La Liga de Defensa de los Conductores definió este decreto de «escándaloso».
El 1 de marzo se hizo público el decreto que obliga a los «conductores de vehículo terrestre a motor» a poseer un test de alcoholemia. Las motocicletas, coches, camiones y tractores deberán de llevar uno, aunque no los ciclomotores. El decreto entrará en vigor hoy, aunque los conductores que no lo respeten no serán sancionados hasta el 1 de noviembre. La multa será de 11 euros.
El decreto no especifica qué clase de test debe de utilizarse. Tan solo debe poseer el NF (Norma Francesa) y estar controlado por el LNE (Laboratorio Nacional de Metrología y Ensayos). El test químico será el principal compañero de viaje. Es de uso único y cuesta alrededor de un euro, pero ya se ha advertido sobre su falta de fiabilidad. Los test electrónicos pueden utilizarse cuantas veces se quiera pero el precio aumenta a una centena de euros y debe actualizarse una vez al año, lo cual supone diez euros más. Si no es de uso médico su fiabilidad no es mejor que la de los químicos. I. E.