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Iñaki Bernaola Lejarza | Berango

Hora del arrepentimiento

Todo el mundo se ha enterado ya: acaba de publicarse una sentencia emitida por un tribunal no de índole penal, sino de defensa de los derechos humanos, que dice que se han conculcado los derechos humanos de un colectivo de presos. ¿No sería una buena ocasión para que los responsables de esa conculcación se arrepientan, pidan perdón a las víctimas y reparen el daño causado?

¿No sería un buen momento para preguntar a tanto «defensor» de derechos humanos por qué se han atrevido a afirmar públicamente que quieren que los presos de ETA se pudran en la cárcel y, sin embargo, no han dicho ni esta boca es mía sobre Enrique Rodríguez Galindo, acusado y convicto de crímenes mucho peores que la mayoría de los presos que hasta ahora permanecen encarcelados de forma injusta?

Hace poco tiempo José Antonio Ardanza decía en una entrevista que ETA debería hacer un acto de contrición. ¿Tendrá el Sr. Ardanza el suficiente pundonor para pedir lo mismo a quienes han sido acusados por un tribunal internacional de conculcación de los derechos humanos?

Yo, desde luego, no voy a hacer nada de eso. Porque pienso que el arrepentimiento, como acto estrictamente personal, sólo tiene valor cuando se hace libremente, personalmente y como consecuencia de una convicción personal. No lo voy a hacer porque exigir al adversario arrepentimientos colectivos es mezclar la política con la religión, al estilo de lo que hacían, por ejemplo, los Reyes Católicos, Felipe II o Francisco Franco. No lo voy a hacer porque cada individuo tiene perfecto derecho a sus propias convicciones y sentimientos. Y no lo voy a hacer, sobre todo, porque lo que realmente tiene valor es buscar soluciones, tomar decisiones valientes para que, sean cuales fueren las convicciones y los sentimientos de unos y otros, los derechos de todos sean igualmente respetados. Y para que los conflictos de hoy, mañana sean acaso menos conflicto.

Los derechos de todas y todos. Los individuales y los colectivos. Y no olvidemos que uno de los más importantes derechos colectivos es el de autodeterminación.

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