CRíTICA: «Sólo Dios perdona»
Do you wanna fight?
Mikel INSAUSTI
Para querer pelear cuando sabes que tu rival es muy superior hay que ser un loco. Por eso el titular de esta crónica es una de las pocas frases que se pronuncian en «Only God forgives», aquella con la que un suicida Ryan Gosling invita a luchar al tailandés Vithaya Pansringarm, aún a sabiendas de que es un experto en la modalidad local del Muay Thai. La escena refleja muy bien la propia actitud creativa de Nicolas Winding Refn, que se presentó en el Festival de Cannes con su nueva desafiante película bajo el brazo, sin miedo a los palos que le iban a caer por todos lados. El cine valiente del danés merece una segunda oportunidad, al margen de los que se creyeron que «Drive» iba a suponer un cambio de orientación en su obra, haciéndola definitivamente más asequible.
En «Only God forgives» el danés vuelve a ser fiel a sí mismo en el sentido más radical, lo que equivale a no disimular sus influencias más obsesivas que le llevan a querer ser un cruce imposible entre Alejandro Jodorowsky, David Lynch, Quentin Tarantino y Wong Kar-Wai. Todos sus demonios estéticos están concentrados en el efecto onírico de una paleta de color dominada por el rojo sangrante, para lo que ha vuelto a colaborar con el director de fotografía inglés Larry Smith, indispensable en sus anteriores «Fear X» y «Bronson».
De la atmósfera sonora se encarga por segunda vez consecutiva Cliff Martinez, ahora con mayor responsabilidad al tratarse de una película casi silente, en la que la acción se ralentiza al ritmo armonioso de coreografías con movimientos que parecen de tai-chi, conjugados con reposadas melodías para escuchar en un karaoke plácidamente sentado.
Y, sin embargo, no deja de conformar la genuina poesía violenta de Winding Refn, en la que todo hiere a la vista, hasta las luces de neón. Con sueños atravesados por katanas, manos que se cierran volviéndose puños, para concluir de regreso al seno materno desangrado en caliente. Fuertes simbolismos expresados con precisa economía gestual por un bressoniano Ryan Gosling.