El eterno presidente tayiko se asegura su cuarta reelección
Emomali Rajmon (antes Rajmonov), antiguo director de un sovjos soviético devenido en presidente de Tayikistán, era el gran favorito para seguir otros siete años en el poder (lleva ya 21). Con la oposición en casa, podrá seguir alimentando el culto a su personalidad hasta 2020 mientras su población emigra a Rusia a buscar comida para sus familias.
GARA | DUSHANBÉ
El presidente de Tayikistán, Emomali Rajmon, se preparaba para arrasar en los comicios presidenciales de ayer para seguir otros siete años en el poder, que detenta desde 1992 en esta antigua república soviética de Asia Central .
Rajmon fue reelegido en 2006 con cerca de un 80% de los votos y una participación del 90% en esta pequeña república con 4 millones de electores.
La oposición ha renunciado a participar, forzada por las presiones y/o por el convencimiento de que no hay margen alguno en el sistema político local.
La candidata del Partido del Renacimiento Islámico («moderado»), Oinijol Bobonazarova, una abogada y militante por los derechos humanos, tuvo que desistir después de que sus partidarios sufrieran presiones durante la recogida de firmas.
El Partido Socialdemócrata, otra formación opositora, anunció el boicot a las elecciones por «la violación de la Constitución, los fraudes organizados y la ausencia de transparencia y democracia» en el país.
Pese a ello otros cinco candidatos se han presentado a las presidenciales, y casualmente todos ellos son desconocidos para el gran público y han defendido un programa electoral absolutamente vago y etéreo.
«¿Para que están estos candidatos?. Al presidente Rajmon le conocemos de sobra, pero los otros cinco, ¿qué esperan?», señala Rajhim, un conductor de 43 años de la capital, Dushambé.
Observadores aseguran que estos candidatos no son sino señuelos para dar al escrutinio un barniz de pluralismo.
Con todo, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), ha denunciado que estos candidatos de paja no han sido visibilizados por los medios de comunicación estatales, que han cubiero de manera «extensiva y positiva la campaña del presidente».
«El Arquitecto de la Paz»
A sus 61 años de edad, Emomali Rajmon, al frente del país desde 1992 -cuando derrumbó un gobierno de coalición liderado por los islamistas instaurado tras la caída de la URSS- se dirige hacia un nuevo septenato, posible gracias a las enmiendas constitucionales aprobadas en 2003. Esta enmienda le permitirá seguir en el poder hasta 2020.
Originario del sur de Tayikistán, este hombre de gran estatura y poblado cabello negro dirigía en tiempos de la URSS un sovjos (granja colectiva) y forjó su figura política reivindicándose como el muñidor de los acuerdos de paz que en 1997 acabaron con cinco años de guerra civil (150.000 muertos).
Su lema es «Yo os aporto paz y estabilidad». El legado de Rajmon para «establecer la paz y la armonía nacional» en Tayikistán fue glorificado en el libro «El Arquitecto de la Paz», escrito por historiadores tayikos dirigidos por el portavoz del presidente y publicado en setiembre de 2012 en inglés y francés en Bruselas en el aniversario del jefe de Estado tayiko.
Hijo y nieto de campesinos, Rajmon estudió economía y sirvió en la Marina Soviética. Trabajó como electricista y comenzó su carrera política como diputado soviético en 1990. En 1992 asumió la Presidencia del Parlamento tayiko y fue elegido presidente por primera vez en 1994.
Tras prometer la democracia y la prosperidad, prefirió seguir el ejemplo de sus homólogos de Asia Central, reprimiendo a la oposición y cultivando el culto a la personalidad. Los medios públicos ensalzan y glorifican al «Gran Líder», que en 2007 desrusificó el apellido familiar (Rajmonov), dejándolo en Rajmon.
Balance económico nefasto
Desde la caída de la URSS, la economía ha ido de mal en peor. A la emigración forzada de millón y medio de tayikos se le suma la promoción de proyectos faraónicos. Así, el presidente Rajmon ha hecho de la independencia energética del depauperado país el pilar de su campaña.
Ha prometido acelerar la construcción de la presa de Rogun, un proyecto grandioso visto con malos ojos por la vecina Uzbekistán, que teme las consecuencias de esta faraónica obra en su vital industria del algodón. Los expertos han advertido de que las crecientes tensiones entre los dos países podrían desembocar en una «guerra del agua».
Dirigen sus respectivos países desde la era del socialismo o llegaron al poder tras la caída de la URSS. En Tayikistán, Kazajistán o Uzbekistán, los presidentes muestran una longevidad a prueba de todo.
Uzbekistán:
Elegido en 1991 presidente de un Uzbekistán independiente, Islam Karimov, de 75 años, lleva 24 en el poder y ha sido reelegido multitud de veces, Dirigía de hecho el país desde 1989, en los estertores de la era soviética, como primer secretario del Comité Central del Partido Comunista uzbeko. Dirige el país con mano de hierro y ha laminado a la oposición, forzando al resdto al exilio.
Kazajiastán:
Nursultan Nazarbaiev lleva 22 años en el poder y fue asimismo líder del Partido Comunista kazajo desde los 80.Se ha autoproclamado líder de la Nación, lo que le garantiza inmunidad a perpetuidad.
Tayikistán:
Rajmon era un simple diputado en la época soviética pero supo aprovechar la oportunidad con el golpe de Estado antiislamista de 1992.
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El presidente prohibió en 2007 las bodas y los entierros que congreguen a más de 150 personas para limitar el desembolso de sus ciudadanos y «mejorar el nivel de vida» de la población
Entre 800.000 tayikos, según cifras oficiales, y 1.600.000 según las estimaciones oficiosas, trabajan en Rusia, y proporcionan unas divisas indispensables para este empobrecido país de 8 millones de habitantes de Asia Central.
El economista Jodjamjamad Umarov constata que el país sobrevive gracias a la emigración. «Imagínese si no un escenario de hambre y revueltas sociales», señala.
En Rusia, donde no necesitan visado para entrar, trabajan preferentemente en trabajos de cantera, en los mercados (objetivo de los últimos pogromos antiinmigrantes) y como chóferes. Malviven en viviendas insalubres y son objetivo creciente de la xenofobia panrusa.
Cada vez que oye un ruido en el exterior de su casa, Rano, una tayika de 32 años, se precipita a la puerta esperando ver al padre de sus cuatro hijos volviendo a su hogar.
«Se fue a pagar dinero para alimentar a su familia, para que los niños pudieran ir a la escuela y crecer sanos».
Antes, «había días en que no teníamos ni para comprar pan y para alimentarnos y comprar ropa tuve que vender las joyas de la dote que me dieron al casarme», recuerda.
Desde que su esposo partió a Rusia a buscar trabajo, le envía 10.000 rublos cada mes (230 euros). «Podemos comer y vestirnos pero intento ahorrar un poco, porque sé que mi marido ha tenido que trabajar duro para ganar ese dinero».
Si la emigración ha servido para aliviar la situación en un país con pocos recursos y una creciente presión demográfica, el fenómeno tiene consecuencias desastrosas en la sociedad y en el modelo de familia tradicional. Los hijos crecen sin padre y las madres acarrean con todo.
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