Los comicios en Nueva Jersey y Virginia avivan el debate en el Partido Republicano
Las elecciones a gobernador celebradas el martes en Nueva Jersey y Virgnia han intensificado el debate sobre el futuro del Partido Republicano, avivando el dilema que afronta la formación de cara a los comicios presidenciales de 2016 entre su llamada «ala moderada» y la ultraderecha agrupada en torno al Tea Party. El republicano Chris Christie ganó de calle en Nueva Jersey, mientras que el demócrata Terry McAuliffe logró , aunque por un estrecho margen, una victoria clave en Virginia.
GARA | WASHINGTON
Los comicios en Nueva Jersey y Virginia, a medio camino entre las presidenciales y las legislativas, suelen ser un test sobre la intención de voto en EEUU, pero los del martes debían reflejar el peso del Tea Party y su estrategia de cara a 2014 y 2016.
El carismático Chris Christie fue reelegido con facilidad como gobernador de Nueva Jersey, un éxito esencial para el Partido Republicano de cara a las elecciones presidenciales de 2016. También podría tener importantes implicaciones de cara a esos comicios la victoria del demócrata Terry McAuliffe en el estado clave de Virginia, en manos republicanas, al derrotar por una diferencia mínima de un punto porcentual a su rival Ken Cuccinelli, candidato del Tea Party. Observadores y medios interpretaron estos resultados como una derrota del movimiento de extrema derecha, hasta ahora en pleno auge en el seno del Partido Republicano, como evidenció la reciente crisis presupuestaria que provocó el ala más ultraderechista de la formación.
Christie y Cuccinelli reflejan dos enfoques y dos resultados opuestos. El primero logró más de un 60% de los votos, doce puntos por encima del resultado obtenido en 2009 en un estado históricamente demócrata y cuando el respaldo en las encuestas a los republicanos, profundamente divididos, es el más bajo tras la reciente crisis presupuestaria. Su rival demócrata, Barbara Buono consiguió el 38%.
«No he solicitado un segundo mandato para hacer las cosas, me postulé a un segundo mandato para terminar el trabajo», subrayó. Sus apoyos han aumentado especialmente entre las mujeres, los hispanos y los negros, los tres sectores de población que el Partido Republicano trabaja por atraer.
El reelegido gobernador de Nueva Jersey se resiste a que le califiquen de «moderado» e insiste en su condición de «conservador». Moderado o conservador, muchos republicanos confían en él de cara a 2016. Y los sondeos le son favorables, ya que le sitúan al frente de los aspirantes republicanos a la Casa Blanca y le consideran también el mejor ubicado para enfrentarse a la probable candidata demócrata, Hillary Clinton. No obstante, y aunque ha evidenciado que los republicanos también pueden ganar, y por amplia mayoría, la derecha más extrema de su partido amenaza con obstaculizar su eventual nominación en las primarias.
Pero si Nueva Jersey es un bastión demócrata, Virginia era un feudo republicano. Y aun así al gobernador Robert McDonnell sustituirá a partir de ahora el demócrata y multimillonario McAuliffe (47%). Con todo, su victoria frente al candidato del Tea Party Cuccinelli (46%) fue más ajustada de lo que auguraban los sondeos, a pesar de haber contado con el apoyo de los pesos pesados del partido durante la campaña, incluido Barack Obama. El 7% restante en Virginia fue para el tercer candidato en liza, Robert Sarvis, del Partido Libertario.
La derrota de Cuccinelli, fiscal general del Estado afín al Tea Party y candidato equivocado para muchos, es según algunos analistas una llamada de atención para el movimiento ultraderechista en su lucha por hacerse con el control del partido, pero el estrecho margen de su fracaso también podría animar al Tea Party de cara a las siguientes citas electorales previas a 2016.
Detroit, la «capital del motor» y que declaró en julio la mayor bancarrota municipal de la historia de EEUU, eligió a su primer alcalde blanco en casi 40 años, según las proyecciones. Los votantes, más de un 80% de ellos negros, se decantaron por el fiscal y exdirector de hospital Mike Duggan frente al sheriff Benny Napoleon.
Los neoyorquinos estaban ansiosos por un cambio y, después de doce años, decidieron pasar página a la etapa de gobierno del multimillonario alcalde Michael Bloomberg y eligieron para sucederle a Bill de Blasio, un demócrata con un pasado de activismo izquierdista, que ayer dijo haber recibido un mandato «claro».
De Blasio, un italoamericano de 52 años y casado con una activista y poeta afroamericana, arrolló a su adversario republicano, Joe Lotha, al lograr el 73,3% de los votos frente al 24,3% de su rival.
Sin embargo, a las urnas acudieron solo 1.020.000 votantes, menos de una cuarta parte de los 4,6 millones registrados. Alrededor de 752.000 votaron por De Blasio en una ciudad con 3,1 millones de demócratas, tal y como se recoge en el registro de las listas electorales. Unos 250.000 de los 451.000 votantes republicanos registrados respaldaron a Lotha.
El enérgico De Blasio se centró en las desigualdades económicas y la falta de oportunidades para los más desfavorecidos, cuestiones que han marcado toda su vida política, y el martes volvió a reiterar su determinación de «alejarse de las políticas de la era Bloomberg».
Comenzó su carrera como activista al terminar la universidad y acabó desembocando en la política. Según sus críticos, los momentos más polémicos de su vida son su visita Nicaragua, en 1988, para entregar ayuda de una organización izquierdista de EEUU -tras volver mantuvo su respaldo a los sandinistas, aunque luego fue desvinculándose- y su viaje a Cuba donde pasó parte de la luna de miel, violando la prohibición de viajar al país que entonces existía en EEUU. GARA