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Gara > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa 2006-07-20
Josemari Ripalda - Filósofo
Una sala vacía

Hasta septiembre no vuelven, como los malos estudiantes. Pero se van de vacaciones como chiquillos. Son personas notables profesionalmente, políticamente, madres y padres de familia, jóvenes trabajadores algunos, de todo. Pero han estado castigados todo el curso: fianzas, viajes semanales a Madrid, firmas en comisaría, limitaciones de movimiento, encausados ...sin causa; algunos todavía peor. A todos se trata de castigarles, haya o no sentencia condenatoria; por de pronto se procura que sufran, que paguen en todo caso. La presunción de inocencia no existe. Son rehenes para aviso de navegantes. ¿Terrorismo judicial? El concepto es absurdo,...lo sería. El Estado de Derecho cuida las formas, a la vez que las vacía de contenido. Walter Benjamin lo llamó, antes de suicidarse (para no ser entregado a la Gestapo), la peor de las violencias, «la violencia que vacía el Derecho».

Profesor al fin y al cabo, he asistido a la última sesión de este curso nada académico. Aparte de los acusados la sala está prácticamente vacía. Es un juicio demasiado largo, como para seguir siendo noticia. Sobre todo, España no quiere enterarse. Y sin embargo no debería haber cosa más instructiva, espectáculo más lleno de enseñanza política y humana, más interesante en este Madrid tan lleno de acontecimientos vacíos. Espectacular ha sido la dignidad del vicepresidente del Parlamento vasco y secretario general de Eusko Alkartasuna, Rafa Larreina, como lo ha sido la de Luigi Vinci ­si he entendido bien su nombre­ ex senador italiano, ex parlamentario europeo, dirigente de Refundazione Comunista, ambos testimoniando en medio de la farsa de este juicio en favor de Elena Beloki. Conmovedor el testimonio de Koldo Gorostiaga en favor de su ayudante en Estrasburgo, el relato de cómo le aconsejó que no se presentara ante el juez Garzón, los leves apuntes sobre el destino de un europarlamentario, con 300.000 votos detrás, ante una campaña sistemática de boicot y silenciamiento. Impresionante el relato del estado en que la Guardia Civil ha entregado algunos presos en Soto del Real, terrible el de una presa. Y un ejemplo de coraje y dignidad el de la abogada Doris Benegas, luchadora de mil causas a cuál más noble en Izquierda Castellana; un argumento a favor de ser español frente a todos los otros que lo hacen imposible.

El suplicio gratuito de esta serie interminable de sesiones pagadas con el sueño, el cansancio de los viajes, la familia, la vida laboral, la humillación y la amenaza constante, la negativa por el tribunal a formas siquiera más humanas para sobrellevar este proceso apuntan a cosas terribles, que sería mejor no tener que considerar de frente. Porque aquí se trata incluso de algo peor que una farsa montada por un débil mental con ínfulas de Superman.

Me temo que lo que hay detrás es una paranoia colectiva, la de una clase política, quizás incluso la de un país, que no es capaz de afrontar su propia realidad, que tiene que encontrar el Mal con mayúsculas como la causa de que no le cuadre su imagen de sí mismo. Madrid, sin ir más lejos, acaba de suministrar en la víspera la alegoría de lo que está pasando. Ayer estaba yo citado a comer en un céntrico restaurante del «distrito de Palacio»; el restaurante no servía, ni servían los alrededores, los bares cerrados, los semáforos sustituidos por guardias... no había luz. En Andalucía están acostumbrados a los cortes de luz cuando la red no soporta la demanda eléctrica; ya con la especulación que hay en la costa habría que adelantar inversiones incompatibles con la junta de accionistas. En Madrid, no; en Madrid, capital europea, se rebajan las condiciones de seguridad, se fuerzan las normas, para que no falte el suministro. Resultado: se vuelven a quemar, como el año pasado, los transformadores; la ciudad se convierte en un caos. A la política española se le ha quemado el transformador del País Vasco. Y el chapucillas que está tratando de hacerle un arreglo está siendo apedreado por hordas de hooligans que reciben instrucciones de la Casa Blanca. -


 
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