BILBO
La familia de Eduardo Robledo, el taxista bilbaino que murió hace un año en el barrio de San Adrián, mostró ayer de manera pública su «desacuerdo» con la condena de diez años y medio de cárcel impuesta a Reyni E.P. por un delito de homicidio. El portavoz familiar, Mikel Casas y el hermano de la víctima, Txema Robredo, acompañados de la viuda del taxista, anunciaron que recurrirán la sentencia ante la Sala de lo Penal del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV).Recordó ayer la familia que tras el juicio hubo un primer veredicto del jurado popular en el que, por unanimidad, se consideró al acusado autor de un delito de asesinato. Según Casas, la magistrada estimó que este primer veredicto «no estaba suficientemente motivado».
A juicio del portavoz de la familia, «posiblemente, el jurado, agobiado por la responsabilidad o no entendiendo las instrucciones de la magistrada, no supo o no pudo fundamentarlo más y se vio obligado a aceptar que había dudas», tras lo cual habría dictado un segundo veredicto, por homicidio.
Valoró el portavoz de la familia que «la intervención de la magistrada ha condicionado el fallo final y ha privado a la familia de sentirse recompensada por el castigo». Además de pedir «respeto» por la decisión inicial del jurado subrayaron que se tomó tras 28 horas de deliberación y con una extensión de 32 líneas, mientras que el segundo se produjo tras dos horas y ocupaba seis líneas, valoraron como «absolutamente discutible» la petición de motivar más el veredicto, ya que «gozaba de una fundamentación que sobrepasa con creces las exigencias legales plasmadas en la Ley del Jurado».
Casas insistió en lo fundamentado en el primer veredicto en relación a la prueba forense, que, según él, «dejó claro» que el ataque tuvo que ser por la espalda y por sorpresa, con intención de matar. En este sentido, insistió en que «si está clara la voluntad de matar, a cada uno se le debe llamar por su nombre» y, por tanto, a Reyni «le llamamos como creemos que hay que llamarle: asesino».
Tampoco comprende la familia por qué la fiscal «intenta manchar la imagen de la víctima» cuando sostiene que el arma que le costó la vida era suya, hecho que, según dijeron ayer, es «falso y no demostrado» y añade, según dijeron, «que fue la propia víctima quien tras una discusión, inició la agresión con el cuchillo».
Txema Robredo negó ayer cualquier posibilidad de que su hermano, de quien dijo que «no era violento y no era racista» pudiera llevar un cuchillo en su taxi que también utilizaba la familia. Asimismo, la familia del taxista mostró su «convencimiento» de que el ataque que provocó su muerte «se produjo por sorpresa y con el vehículo en marcha».
«No nos mueve el odio, ni la venganza»
La familia afirmó que no les mueve «ni el odio ni la
venganza, sino un deseo de justicia y de que cada cual pague por su culpa». Para ellos sería un «fraude a la justicia y una falta grave a la memoria de Eduardo que quien le degolló y le mató no sea condenado por asesinato». Agradecieron, finalmente, «las muestras de cariño y solidaridad» recibidas, el tratamiento «serio y riguroso» de los medios y «la ayuda de los compañeros taxistas de Eduardo, no sólo de Bilbao y provincia, sino de toda España». -
