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Gara > Idatzia > Mundua 2006-03-22
Embajadores de países de la UE visitan a los opositores concentrados en Minsk
Un nutrido grupo de embajadores de países de la UE, acompañados por un inmenso séquito de periodistas, trataron con su presencia de insuflar ánimos a la moribunda «revolución azul vaquero». Tras la primera noche de acampada en la Plaza de Octubre, en la que participó un escaso número de jóvenes, el líder opositor Alexandre Milinkevich anunció el final de la protesta hasta el sábado. Poco antes denunciaba el arresto e interrogatorio de decenas de opositores.

MINSK

La comitiva estaba presidida por la embajadora de Letonia, Maira Mora, que preside el grupo de legados de la UE en la capital bielorrusa, Minsk, y contó con la presencia de los embajadores del Estado francés, Gran Bretaña, Alemania e Italia, además de los encargados de negocios checo y eslovaco.

La comitiva, acompañada por un gran número de periodistas, cruzó la decena de tiendas que conforman el campamento opositor y fue recibida entre vítores y ondear de banderas, algunas de la UE, por cerca de un millar de concentrados.

«Venimos a ver si el derecho constitucional de reunión es respetado», señaló el legado francés Stéphane Chmelevsky. «Es mi trabajo informarme de lo que pasa en este país», dijo el italiano Gugliemo Ardizzone.

Un diplomático que pidió el anonimato confirmó a France Presse la intencionalidad política de la visita, con luz y taquígrafos ­el domingo también se acercaron, pero de incógnito, a la manifestación opositora­, y avanzó que no habrá sanciones contra Bielorrusia, aunque sí «nuevas medidas de aislamiento» contra el reelegido presidente, Alexandre Lukashenko.

Gesto político que contrasta con el decreciente y escaso eco de la protesta. El líder opositor Alexandre Milinkevich pidió desmantelar la pequeña acampada para «recuperar fuerzas» y volver el sábado.

En medio de bajas temperaturas nocturnas y frente a una presencia policial intimidadora pero quieta, Milinkevich denunció el arresto e interrogatorio de un centenar largo de opositores. Testigos limitaron a 20 los arrestados y añadieron que fueron puestos en libertad.

Razones de un fracaso

Las decenas de jóvenes de la organización «Bisontes» ­que emula a la serbia Otpor y a la ucraniana Pora­ concentrados en la plaza se negaban a dar su brazo a torcer y ondeaban la bandera bielorrusa de las franjas blancas y roja, símbolo de la Bielorrusia desgajada de Rusia a principios de los años veinte del siglo pasado.

Recibieron el consuelo y la misa de varios representantes de la disidente Iglesia Autocéfala Ortodoxa de Bielorrusia.



La realidad bielorrusa se impone al espejismo naranja
Delphine THOUVENOT

MINSK

La resaca electoral bielorrusa ha dejado ya en evidencia que Minsk no es Kiev. «En Ucrania había oligarcas que estaban interesados en un cambio de poder. No es el caso de Bielorrusia», destaca tajante Andrei Okara, del Instituto de Estudios Políticos de Rusia.

«A diferencia de Ucrania, donde oficialistas y opositores estaban al 50%, en Bielorrusia el presidente Alexandre Lukashenko sigue siendo más fuerte que la oposición», reconoce el politólogo ucraniano Volodimir Fesenko.

Pese a que los opositores rechazan este apoyo electoral como un «mito», la realidad se impone. Un sondeo realizado en febrero pasado, a un mes de las elecciones, por el respetado instituto Necepi, oficialmente cerrado por el Gobierno bielorruso pero que sigue trabajando de forma clandestina, otorgaba a Lukashenko un 59% de intención de voto, frente a un escaso 16% para Milinkevich.

Pese a este reconocimiento por parte de un instituto nada sospechoso de oficialismo, la oposición bielorrusa insiste en destacar la «dureza» del Gobierno y la falta de voz opositora en los medios de comunicación como razones de su fracaso.

Destaca también la ausencia de líderes empresariales «independientes» en un país que mantiene un sector público potente.

Precedentes

Ucrania. Miles de manifestantes aguantaron 17 días en la plaza central de Kiev hasta la anulación de los comicios del 21 de noviembre de 2004. Fue el triunfo de la «Revolución Naranja».

Georgia. Tres semanas de protestas acabaron con el asalto del Parlamento en Tbilissi. El presidente, Sheverdnazhe, dimite el 22 de noviembre de 2003. Es la «Revolución de las Rosas».

Kirguizistán. El líder Akar Akaiev huye del país el 24 de marzo de 2005 tras el asalto opositor a la sede del Gobierno.

Azerbaiyán. Tras 20 días de protesta, la oposición fracasa en su intento de invalidar las legislativas del 6 de noviembre.

Uzbekistán. El Ejército reprime una insurrección, armada y acaparada por los islamistas, en el valle de Ferghana, en mayo del año pasado.


 
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