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Gara > Idatzia > Euskal Herria 2006-03-26
Tras el alto el fuego de ETA
Al PSE le preocupa la división interna con la que el PNVllega a este proceso
Dentro del alborozo y el optimismo que desde el anuncio de alto el fuego permanente de ETA se puede observar entre los dirigentes del PSE, hay un lunar que preocupa a la dirección de este partido: el grado de división interna, y en algunos casos incluso enfrentamiento, con el que el PNV llega a este momento político. No faltan tampoco los cargos con experiencia en el PSE que han mostrado su temor de que sectores jelkides busquen entorpecer el proceso.

GASTEIZ

El PSE está preocupado por los efectos que puede tener en el proceso la división interna ­«el follón que tienen dentro», fueron las palabras textuales­ con la que el PNV llega a este momento histórico.

A lo largo de los últimos meses se ha producido un indisimulado acercamiento entre la dirección de PNV encabezada por Josu Jon Imaz y las cúpulas del PSE y, sobre todo, las del PSOE. En este tiempo no han faltado las declaraciones de altos cargos tanto del PSE como del PSOE alabando el giro que el EBB está dando a la estrategia jeltzale. Se han escuchado numerosas declaraciones valorando positivamente las diferencias que Imaz marca con su antecesor, Xabier Arzalluz, y animando al actual presidente jeltzale a continuar con su reconducción del rumbo de ese gran buque que es el PNV.

Estas valoraciones positivas de la actuación del EBB han venido acompañadas al mismo tiempo de críticas a toda actuación que desarrollara el lehendakari, Juan José Ibarretxe, en el terreno de la búsqueda de la paz y la normalización democrática. Tampoco han faltado las duras críticas e incluso graves imputaciones hacia Joseba Egibar. El último ejemplo ha sido la respuesta de Patxi López a unas palabras del portavoz parlamentario del PNV diciendo que «el PSOE se había ido de rositas» tras la muerte de los presos Igor Angulo y Roberto Sáinz.

Además, con motivo de las negociaciones desarrolladas para la aprobación de los presupuestos de la CAV e incluso de la Ley de Suelo, los representantes del PSEno han querido siquiera ocultar que sus principal interlocutor ha sido inicialmente el PNV y que después las conversaciones se han llevado hacia los representantes del Gobierno, que no eran tan proclives como el EBB a alcanzar un acuerdo.

En este contexto, y cuando es evidente que las heridas abiertas por la pugna electoral interna para la sucesión de Xabier Arzalluz todavía no han cicatrizado, desde la dirección del PSEse muestra ahora la preocupación por la incidencia que estas luchas intestinas puedan tener en el proceso de paz y normalización, ya que puede dar lugar a desajustes.

Una división que, por otra parte, desde el PSEno contribuyen a intentar superar cuando hacen un marcaje férreo al lehendakari, con críticas inmediatas a todas sus iniciativas. Unas críticas frente a las que algunos dirigentes jeltzales consideran además que Ibarretxe no es debidamente defendido por el EBB.

Apego al coche oficial

Otro motivo de preocupación expuesto por dirigentes del PSE en conversaciones privadas es la posibilidad de que sectores jelkides puedan intentar entorpecer el proceso por considerar que su avance podría perjudicar electoralmente al PNV y apartarlo del Gobierno.

Un alto cargo del PSE comentaba recientemente que, con todas las diferencias que pueden separarle de la izquierda abertzale y con lo denunciable que le parece el uso de la violencia, le cabían pocas dudas de que este sector iba a apostar de manera decidida por el avance del proceso, porque también sufre en sus propias carnes las consecuencias dolorosas de este conflicto.

Sin embargo, apuntaba que no veía que otros sectores, entre ellos algunos del PNV, pudieran tener el mismo interés, porque se han acostumbrado a vivir «con coche oficial» en medio del conflicto, sin verse excesivamente golpeados por este, y manteniendo una posición de poder. Una situación privilegiada que podrían perder si en Euskal Herria se alcanzara una situación de plena normalización política.

Las reticencias son recíprocas. En amplios sectores del PNV, incluso entre sus máximos dirigentes, tampoco existe gran confianza en que el PSOEpueda abordar a fondo el proceso de superación del conflicto político ­ponen como ejemplo lo ocurrido en el caso del Estatut­ , y no faltan quienes acusan a sus dirigentes de pretender gestionar una situación de alto el fuego con intereses meramente electoralistas.



El lehendakari, más autoridad interna que externa
I.I.

El proceso de elecciones internas al EBB dejó numerosas heridas internas dentro del PNV. Joseba Egibar obtuvo cientos de votos más que Josu Jon Imaz, pero el particular sistema de elección indirecta hizo que éste último obtuviera más compromisarios en la Asamblea Nacional y resultara finalmente elegido presidente.

Con esta división, se da la circunstancia de que Josu Jon Imaz tiene los resortes de poder del partido, pero carece de autoridad y reconocimiento para un sector importante de sus bases. Por contra, Joseba Egibar cuenta con autoridad política sobre un importante sector del PNV, pero carece de los principales resortes de poder interno.

En estas circunstancias, el lehendakari, Juan José Ibarretxe, aparece como la única figura prácticamente indiscutida en el seno del PNV. Junto a las ponencias y documentos oficialmente aprobados ­donde se da un cierto equilibrio entre las distintas tendencias para lograr el consenso­ constituye para muchos jeltzales la guía a seguir por encima de las luchas intestinas.

Sin embargo, esa autoridad que el lehendakari tiene hacia dentro de su partido no la logra hacia fuera. El PP está situado en una oposición visceral y el PSE no ahorra esfuerzos para desgastarlo, pues conecta mejor con el sector al que representa Josu Jon Imaz.

Dentro del propio tripartito, tampoco faltan los que ven al lehendakari como una víctima desorientada de la situación interna de su partido y de la propia coyuntura política de la que no es protagonista.


 
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