BILBO
Los ministros de Educación de Alemania, Estado francés, Italia y Gran Bretaña firmaron el 25 de mayo de 1998 la Declaración de la Sorbona, en la que se insta al desarrollo de un espacio europeo de Educación Superior. Un año después, 30 estados europeos firmaron la Declaración de Bolonia, es decir, el inicio de un proceso que, en el horizonte de 2010, debe concluir en reformas estructurales de la Educación Superior.
Titulaciones, creditos...
Los objetivos de la Declaración de Bolonia son: adoptar un sistema fácilmente legible y comparable de titulaciones implantando, entre otras cuestiones, un suplemento al diploma; adoptar un sistema basado en dos ciclos principales, grado con valor específico en el mercado de trabajo europeo y postgrado obtención de un master y/o doctorado, y un sistema de créditos, como el Sistema Europeo de Transferencia de Créditos (ECTS).
En sucesivas reuniones de ministros de Educación europeos (Praga, Berlín, Bergen) se han incorparado otros objetivos como el desarrollo curricular, la promoción de la movilidad y remoción de obstáculos para el ejercicio de la misma o la promoción de la cooperación para asegurar un nivel de calidad para el desarrollo de criterios y metodologías comparables.
Lo ya hecho y lo que queda
A nivel de Estado español se ha aprobado el decreto que regula el establecimiento de los créditos ECTS y que supone el desplazamiento del cálculo del tiempo medido en horas del trabajo del profesor (1 crédito=10 horas de docencia), al trabajo del estudiante (1 crédito ECTS=25/30 horas de trabajo del propio estudiante). Además, está aprobado el decreto de homologación y acreditación de programas de estudio y de títulos oficiales y el de homologación de títulos extranjeros de eduación superior.
En la actualidad, las universidades elaboran el mapa de titulaciones el Gobierno español asegura que los contenidos comunes no superarán el 50% pero, antes, se han aprobado decretos que fijan entre 180 y 240 créditos (60 anuales) la obtención del título de grado, mientras que en el postgrado, el máster requerirá entre 60 y 120 créditos y el doctorado, al menos 300 créditos.
En la UPV-EHU se desarrollan en la actualidad, con participación del profesorado, de manera voluntaria, los proyectos Aicre, de asesoramiento para la implantación de los créditos, y Sicre, de seguimiento de la implantación de los mismos.
En la encrucijada
El vicerrector de Innovación Educativa de la UPV-EHU, Xabier Etxagüe, considera que «estamos en la encrucijada» y que es momento idóneo para «convencernos de que es un gran oportunidad, una oportunidad magnífica». Añade Xabier Etxagüe, además, desde la perspectiva de la universidad pública de la CAV, la necesidad de «poner medidas y recursos suficientes para responder adecuadamente al desafío» que plantea el proceso de Bolonia, al objeto, según manifestó, entre otros objetivos, de que «las diferencias socioeconómicas no delimiten este ámbito de la movilidad».
Dudas razonables
José María Bastero firmó a finales de 2003, como rector de la Universidad de Navarra, un artículo en el que definió el proceso de convergencia de la Enseñanza Superior como «una posibilidad propicia para una genuina mejora de nuestras universidades. Pero mucho me temo que, tal y como se están desarrollando los acontecimientos en nuestros foros de coordinación académica, termine en una nueva decepción, pues parece que se busca sólo la empleabilidad homogénea en la Europa comunitaria misión imposi- ble en algunas ingenierías, sin abordar las deficiencias reales de nuestra universidad».
Javier Muniozguren, director de la Escuela Superior de Ingenieros de la UPV-EHU y Carlos Bastero, director de la Escuela Superior de Ingenieros de Donostia, de la Universidad de Navarra, firmaron asimismo otro artículo, junto a otros responsables de escuelas superiores del Estado español, en el que se afirma que «aprovechar Bolonia y su implantación para, en definitiva, copiar el sistema americano en la Universidad española, es no haber entendido lo que es Bolonia».
Los ingenieros creen correcto recibir una excelente formación básica en los primeros cursos «si se quiere obtener un ingeniero que se plantee los ‘porqués’ y en el postgrado la formación tecnológica específica» y valoran que «copiar la forma» que propicia el Proceso de Bolonia, «sin importar el entorno social y cultural, es como copiar un cuerpo sin alma; el resultado es un cadáver».
Base neoliberal
Galder González, presidente del Consejo de Estudiantes de la UPV-EHU, nos sitúa el origen del Proceso de Bolonia. Dos años antes de que los ministros de los estados europeos más poderosos aprobaran la Declaración de la Sorbona, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y representantes de las empresas más influyentes a nivel mundial acordaron la imperiosa necesidad de liberalizar los servicios sociales en el horizonte de 2010.
«Casualidad o no, de allí a un año los ministros europeos de educación fijaron la misma fecha para el espacio de la Educación Superior. El objetivo es la educación, la sanidad y la seguridad social», ha manifestado Galder González, quien rechaza, desde su representatividad en el ámbito estudiantil, plantear la universidad «como una ETT», en lugar de entenderla como «el templo del saber».
No debe ser un «acto de fe»
STEE-EILAS ha difundido un documento para el debate, en el que critica «el nulo interés por plantear un debate público sobre el modelo de universidad que necesita nuestra sociedad para el siglo XXI».
Percibe STEE-EILAS en los responsables universitarios «más interés por convencernos de que las cosas van a cambiar a mejor y solicitarnos ese ‘acto de fe’, que interés porque debatamos racionalmente los cambios necesarios en el funcionamiento universitario». Este sindicato considera importante «frenar la tendencia a convertirse en una universidad productivista, al servicio del mercado y la explotación laboral, y poder avanzar hacia un modelo de universidad-social al servicio de las necesidades sociales y al servicio de la reflexión, el debate y la creatividad, para dar respuesta a los desequilibrios y conflictos que vive nuestra sociedad». Critica asimismo el aterrizaje de grandes empresas transnacionales, también en la Universidad.