MINSK
La manifestación convocada ayer por la oposición bielorrusa, que no admite su derrota en las pasadas elecciones presidenciales, derivó en una batalla campal después de que uno de sus líderes, Alexander Kozulin, tratara de asaltar una comisaría acompañado por unos cientos de sus simpatizantes.
La otra fotografía de la protesta fue más significativa, y vino a mostrar las diferencias de los diferentes actores de una oposición financiada por Occidente, cuyo recorrido se presume muy corto.
La Policía realizó un gran despliegue de efectivos alrededor de la plaza de Octubre, lugar de la concentración. Inicialmente, la protesta se desarrolló sin incidentes, y en la misma, el candidato opositor derrotado Alexander Milinkevich anunció la creación de un «amplio» movimiento para «acabar con la dictadura» del presidente Lukashenko. «Nuestros lemas son libertad, verdad y justicia», dijo el opositor Milinkevich.
Cuando los concentrados se disolvían, Kozulin reclamó su cuota de protagonismo y decidió dirigirse a una comisaría cercana. La Policía no autorizó la marcha y comenzaron los enfrentamientos, que acabaron con un número indeterminado de detenidos, entre ellos el propio Kozulin.
Milinkevich acusó a Kozulin de reventar la protesta por haber «dado a la Policía el pretexto para cargar». Milinkevich dijo que trató de persuadir a Kozulin de su intención de tomar la comisaría, pero que éste no le hizo caso.
Por su parte, el servicio de prensa de Kozulin acusó a Milinkevich de «traicionar la causa de la libertad».