Zapatero coloca en Interior a uno de los tres conocedores directos del proceso
Con el nombramiento de Alfredo Pérez Rubalcaba, el presidente del Gobierno español no sólo pone el Ministerio de Interior en manos de un hombre eminentemente político, sino que se trata de una de las tres personas que en Madrid tenían conocimiento directo de cómo discurrían los encuentros entre dirigentes del PSE y de Batasuna.
GASTEIZ
Sólo el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, el secretario de Organización del PSOE, José Blanco, y el portavoz de grupo parlamentario en el Congreso, Alfredo Pérez Rubalcaba, tenían en Madrid conocimiento directo de cómo discurrían en Euskal Herria los contactos entre dirigentes del PSE y de Batasuna y de otros avatares del proceso, según ha podido saber GARA de fuentes absolutamente solventes. El primero de ellos dirige la nave gubernamental, el segundo controla el partido y el tercero es, desde ayer, ministro de Interior, un puesto clave para los pasos más inmediatos que deben darse en Euskal Herria. Alfredo Pérez Rubalcaba es un hombre que siempre ha seguido directamente todo lo relacionado con la llamada «política antiterrorista». Fue ministro de la Presidencia y portavoz del Gobierno con Felipe González entre 1993 y 1996; con el PSOEen la oposición, fue el enlace con el Ejecutivo de José María Aznar para las cuestiones relacionadas con Euskal Herria; y en los últimos años ha sido una de las personas claves para el proceso abierto. Su llegada a Interior rompe con un primer periodo del Gobierno de Zapatero en el que esta cartera estaba encomendada a un hombre de plena confianza del presidente pero con un perfil muy técnico. La elección de Alfredo Pérez Rubalcaba supone colocar a una persona de un gran peso político al frente de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Por otra parte, con el traslado del anterior titular de Interior, José Antonio Alonso, al Ministerio de Defensa, el presidente del Gobierno pone a un hombre de su entera confianza son amigos desde la juventud al frente del Centro Nacional de Inteligencia, los servicios de información que también tienen una participación directa en la estrategia gubernamental para Euskal Herria. El CNI dependía hasta la fecha de José Bono, un hombre que ya había mostrado sus divergencias con determinados movimientos del Gobierno español en relación con el conflicto con Euskal Herria, y que incluso en fechas previas al anuncio del alto el fuego permanente realizado por ETA había efectuado una serie de declaraciones claramente incon- venientes diciendo apoyarse, precisamente, en informes de los servicios de inteligencia.
Anuncio por sorpresa
Aunque en determinadas instancias ya se venía rumoreando la posibilidad de una crisis de Gobierno coincidiendo con el ecuador del mandato de Zapatero, la nueva situación en Euskal Herria y la necesidad de dar un impulso al Ejecutivo, el anuncio de ayer pilló por sorpresa a todos, tanto por el momento elegido se miraba más hacia el final del curso parlamentario como por las carteras a las que afectaba, que no habían entrado en las quinielas.Poco antes de las 9.30 saltaban las primeras noticias sobre algún movimiento extraordinario del presidente del Gobierno, al anunciarse para las 10.00 una rueda de prensa de Rodríguez Zapatero, cuyo motivo no se especificaba y que sorprendía por la urgencia y por convocarse antes de la reunión del Consejo de Ministros y no después. Según la versión hecha pública por el propio presidente, habría sido la decisión personal del ministro de Defensa, José Bono, de abandonar la política activa la que habría provocado un movimiento de fichas en cadena. Bono, principal competidor de Zapatero en el XXXV Congreso del PSOE para optar a la secretaría general del partido, dejó su puesto de presidente casi vitalicio de Castilla La Mancha para hacerse cargo de los ejércitos. Representante del ala más derechista del PSOE y nacionalista español sin disimulos como volvió a dejar claro ayer mismo había mostrado en diversas ocasiones su oposición a las reformas territoriales del Estado, ya fueran el nuevo Estatut de Catalunya o las reivindicaciones nacionales de Euskal Herria. El anuncio de la dimisión de José Bono trajo de inmediato el nombre de su sucesor, José Antonio Alonso, precisamente uno de los ministros con los que había mantenido mayores diferencias. Conocido el dato, de nuevo al instante la atención se concentró en quién ocuparía la cartera de Interior. El nombramiento de Alfredo Pérez Rubalcaba causó una indisimulada sorpresa inicial, por ser una pieza clave del PSOE en el Congreso de los Diputados y en las relaciones y negociaciones con el resto de partidos. Un paso de este calado ha sido asociado por la mayoría de los partidos con la situación que se vive en Euskal Herria y los movimientos que habrán de darse en los próximos meses y años en este país. Salvo la del PP que no olvida la rueda de prensa que Alfredo Pérez Rubalcaba ofreció en la tarde del 13 de marzo de 2004, víspera de las elecciones, remarcando que «los españoles se merecen un gobierno que no les mienta», el resto de las valoraciones que se conocieron ayer fueron favorables al nombramiento.
López: «Buen conocedor»
Entre estas reacciones puede destacarse la del secretario general del PSE, Patxi López, quien manifestó que haber puesto a Alfredo Pérez Rubalcaba al frente del Ministerio del Interior supone la expresión de «la apuesta clara» del presidente del Gobierno por el proceso de paz. López consideró «muy positiva» esta designación y destacó «la probada experiencia política» de Rubalcaba, «su capacidad de diálogo y su voluntad de llegar a acuerdos, algo recién demostrado con el Estatut».El secretario general del PSE, Patxi López, añadió a ello que, además, «mantiene una perfecta coordinación con los socialistas vascos y es un buen conocedor de la situación política vasca» y también del «proceso de paz que ahora se inicia tras el alto el fuego permanente de ETA».
La obsesión de Bono por Otegi
En sus declaraciones como ministro de Defensa, José Bono ha mostrado reiteradamente su animadversión hacia Arnaldo Otegi, a quien ha calificado de «cómplice de asesinato y secuestrador consumado», negándole cualquier tipo de autoridad política. Unas declaraciones que no concuerdan con las realizadas recientemente por el presidente Rodríguez Zapatero sobre el importante papel de Arnaldo Otegi en el proceso. -
Rubalcaba y Euskal Herria, a primer plano
Iñaki IRIONDO
Alfredo
Pérez Rubalcaba es una de las tres personas que en la cúpula del PSOE tenía información de primera mano de lo que se estaba cociendo en Euskal Herria en los últimos tiempos. Sin embargo, su labor pública en esta materia apenas pasaba de algunas declaraciones más o menos de manual cuando era abordado por los periodistas. Su nombramiento como ministro de Interior no sólo supone que esa labor que ha estado realizando en la sombra pasa ahora a efectuarse bajo el foco del protagonista y con los galones que otorga la cartera, sino que constituye también la demostración palpable de que la segunda mitad de la legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero estará marcada por el proceso que se desarrolle en Euskal Herria. Con la caída del Gobierno de Aznar y sus obsesiones enfermizas, Euskal Herria había dejado de ser el punto central de atención de medios y políticos, y la reforma del Estatut de Catalunya había hecho que las miradas se dirigieran más hacia aquel país. No son pocos los dirigentes políticos vascos que vivían esta situación con cierto alivio, puesto que el protagonismo del periodo anterior iba casi siempre ligado a noticias negativas. Encauzado ya el Estatut, el anuncio de alto el fuego permanente de ETA había vuelto a colocar a Euskal Herria en el objetivo, aunque en esta ocasión con una mirada más optimista. Alfredo Pérez Rubalcaba es uno de los pilares en los que se sustentaba la estrategia general del PSOE. Por eso, la decisión presidencial de sacarlo de su puesto al frente del grupo parlamentario desde donde dirigía las negociaciones más complicadas y ponerlo al frente de Interior dan una muestra de la importancia que Zapatero concede a este proceso. Otra cosa es adónde quiera dirigirlo. No cabe olvidar que Pérez Rubalcaba, que mantiene una estrecha relación con Josu Jon Imaz, ha sido uno de los artífices de las principales maniobras para la rebaja del Estatut de Catalunya. -
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