En estas últimas semanas el debate sobre qué tipo de tratamiento debemos dar a las basuras en Donostialdea ha vuelto a salir a escena. El detonante ha sido esta vez las manifestaciones de los vecinos de Beraun, hastiados de soportar las molestias del vertedero de San Marcos. Las instituciones que apuestan por la incineración han «utilizado» estas movilizaciones para continuar en su política de «sin incineración no hay solución».

Curiosamente, la Diputación y la Mancomunidad de San Marcos, responsables de que en los últimos diez años no se hayan dado pasos concretos para tratar las basuras de forma más ecológica, y responsables primeros y últimos de que el vertedero de San Marcos huela como huele, observan con simpatía esas movilizaciones. Han bastado dos movilizaciones de 2.000 manifestantes «de primera» para que adopten ipso facto la decisión de cerrar el vertedero de San Marcos este mismo año.

Pero con esa decisión no logran resolver el problema, lo único que hacen es cambiarlo de sitio. En adelante, a corto plazo, las molestias de los vertidos se trasladarán a otras zonas como Sasieta y Lapatx. Y nos preguntamos: ¿Qué sistema «novedoso» de tratamiento utilizan en el vertedero de Sasieta, para que lo que es insoportable en San Marcos sea tolerable en el Goiherri? Además de la complicación que supondrá llevar las basuras desde Lezo o Donostia hasta Sasieta o Lapatx, dudamos de la duración de esta medida.

Según los datos oficiales, al vertedero de Sasieta le quedan tres años de vida recogiendo el 15% de la basura guipuzcoana; si de repente trasladamos un 60% más, es decir cuatro veces más de basura, la capacidad de acogida no aguantará un año. ¿Es ésta la mejor solución que han encontrado? Pues va a ser que no.

Hablan de que mantienen contactos con provincias vecinas para trasladar allí los residuos de Donostialdea; el chiste es bueno si sirve para despistar a la gente, pero bien sabe la Diputación que eso no es viable. Las provincias vecinas de Araba, Nafarroa y las de Iparralde han descartado rotundamente la incineración como método de tratamiento y han apostado por el compostaje y la biometanización, encontrándose, en el caso de Araba, en construcción dicha planta. Esto es, con un problema menos acuciante que el de Gipuzkoa nos llevan años de ventaja, y no sólo en cuanto al tiempo sino sobre todo en cuanto al modelo de tratamiento.

La Diputación de Gipuzkoa sigue sin hacer caso a los manifestantes «de segunda», a pesar de ser más en cantidad y de llevar más años solicitando un tratamiento a los residuos más moderno y respetuoso con el medio ambiente. La Diputación sigue empeñada en amenazar a los vecinos de Usurbil, Lasarte, Añorga, IbaetaŠ con la imposición de su incineradora, y si para ello tiene que andar llevando las basuras de un lado para otro, lo hará.

Para que la situación explote, no duda en estar años inactiva sin poner en marcha las propuestas que contempla su propio Plan en cuanto a reducción en origen, reutilización, compostaje doméstico, tasas disuasorias, experiencias piloto de recogida a puerta y plantas de compostaje, que nadie rechaza pero que no sabemos porque motivo no acaban de llegar. Y encima tiene la desfachatez de publicitarse en la prensa, mediante anuncios pagados, diciendo que los acuerdos han sido tomados por amplia mayoría. ¡Y eso sí que no!

Los acuerdos que últimamente se han tomado, tanto en el Ayuntamiento de Donostia como en la Mancomunidad de San Marcos, ni lo son por mayoría ni son democráticos.

En el Ayuntamiento de Donostia han avalado el acuerdo el PNV-EA y PP que tan solo representan, en el supuesto de que sus votantes estén de acuerdo con ello, que en muchos casos nos consta que no, 50.117 votos, esto es un 32% del censo lectoral, frente a 52.135 votos de PSOE, IU, Aralar y los anulados a la izquierda abertzale. Esto es, en condiciones de no apartheid y libre participación, los votos contrarios a la incineración superarían a los de los promotores de quemar las basuras.

Y algo similar ocurre en la Mancomunidad de San Marcos, donde los representantes de Usurbil, Lezo, Oiartzun, Hernani, Pasaia... que han votado a favor de la incineración, en una situación de normalidad democrática, posiblemente no serían representantes de esos municipios. El hecho de que representantes del PSOE hayan votado en tres sentidos distintos en parecido ámbito geográfico (Orereta a favor de incinerar; Pasaia y Donostia abstención y el representante de Lasarte en contra) da una medida de la disparidad de opiniones y sensibilidades.

Pero es que hay algo todavía más claro y es que cada vez que los ciudadanos han tenido oportunidad de expresarse en torno a la incineradora, la opinión ha sido claramente contraria: Zestoa 91%; Txingudi 82%; encuestas oficiales del Ayuntamiento de Donostia y Diputación en el mismo sentido; 5.000 manifestantes en Irun, otros tantos en Donostia, 19.000 firmas en Txingudi...

Está claro que el PNV que gobierna la Diputación no quiere tener en cuenta la opinión de la mayoría de los ciudadanos, quiere imponer un sistema de tratamiento de basuras caro, insalubre y poco ecológico. Por lo tanto consideramos que la única salida a este atolladero es realizar un referéndum ­aceptamos cualquier marco geográfico para la consulta ­Donostia-Donostialdea-Gipuzkoa­ y acatar el resultado. Los ciudadanos somos lo suficientemente maduros para poder decidir cual debe ser el método de tratamiento de nuestros residuos durante los próximos 25 años, y si estamos dispuestos a exponernos o no a esos tratamientos.

Todo menos el ridículo espectáculo de andar con las basuras de un lado para otro. -