En 1978 se publicó el “Libro negro sobre la Diputación Foral de Navarra”, uno de cuyos autores era Javier Iturbe, entonces líder de ORT, y actualmente en el sector más reaccionario y antivasco (perdón por la redundancia) del PSN. A juicio de Iturbe y sus compañeros, era preciso «cerrar el paso a los intentos de la derecha de desgajar a nuestra provincia del resto de Euskadi». Asímismo, en relación a la sustitución de los viejos caciques franquistas como Amadeo Marco por los nuevos representantes de la derecha, especialmente Del Burgo y Aizpún, afirmaban que había que evitar que tras despachar «al tigre por la puerta delantera» entrara «el lobo por la trasera».

¿Qué diría el Iturbe «revolucionario» de 1978 de la declaración aprobada por el Parlamento Foral intentando cerrar las puertas a quienes no comparten el modelo de la Navarra foral y española? ¿Llamaría lobos a los líderes de UPN y CDN que la han suscrito?

En mi opinión, decir que esta decisión parlamentaria es una aberración antidemocrática es, a estas alturas, tan insuficiente que suena a mero brindis al sol. La infame derecha navarra, enemiga visceral de la democracia, que atesora un largo historial de saqueos, engaños y crímenes siempre impunes, no tiene la menor intención de renunciar al tutelaje que durante tanto tiempo ha ejercido sobre la sociedad, y que la vergonzosa transición le permitió asegurar. Hay solución de continuidad entre la derecha que apoyó a Primo de Rivera, la que organizó el golpe de 1936 y el posterior genocicio (más de 3.000 personas asesinadas en Nafarroa), la que engordó gracias al franquismo y la que ahora pretende erigirse en defensora de la voluntad de los navarros.

Ahora, los lobos mean en las esquinas de su chiringuito amejorado para marcar el territorio, y aullan amenazadores. Navarra es suya y no la van a soltar así como así.

Cada vez es más evidente que Navarra necesita derrotar a esta maldita derecha y ponerla en su sitio. La historia debe darle por fin una sonora bofetada. Pero para lograrlo es preciso unir fuerzas y sintonizar voluntades, dejando de lado proyectos excluyentes y ansias de poder.

Es buen momento: los lobos están nerviosos y sus amenazas traslucen puro miedo. Barruntan que la gente está harta de alimañas. -