40 muertos en ataques-suicidas y atentados contra las Fuerzas de Seguridad en Irak
El Irak ocupado vivió ayer una de las jornadas más sangrientas desde principios de año, con 40 muertos y cerca de un centenar de heridos. La mayoría de ataques y atentados tuvo como objetivo las fuerzas ocupantes y sus colaboradores iraquíes. El ataque más mortífero, con 14 muertos, tuvo como escenario la base estadounidense de Camp Victory, en las inmediaciones del aeropuerto internacional de Bagdad. Esta ofensiva coincide con la crisis de las negociaciones para la formación de un gobierno «de unidad nacional», que incluye amenazas chiítas de levantarse de la mesa.
BAGDAD
Dos kamikazes a bordo de sendos vehículos arremetieron contra un puesto de control de la base estadounidense Camp Victory, en la carretera del aeropuerto internacional de Bagdad, aeropuerto Saddam Hussein hasta la invasión del país, en abril de 2003.El mando militar estadounidense informó de la muerte de 14 iraquíes en este doble atentado, y no dio cuenta de eventuales bajas propias. Horas después, el Pentágono informó de la muerte de dos soldados estadounidenses en un ataque en Bagdad. Siguiendo en la capital iraquí, una sucesión de atentados con coches-bomba perfectamente sincronizados, y que tenían como objetivo a las fuerzas colaboracionistas iraquíes (patrullas y puestos de control) dejó un saldo de 19 personas muertas, entre ellas varios civiles, y una treintena de heridos. Siguiendo con el parte de guerra diario, dos soldados británicos murieron en un ataque con bomba en Basora. Se trata de las primeras bajas militares mortales a las que hace frente el nuevo ministro de Defensa británico, Des Browne, y se suman a los cinco soldados muertos el pasado 6 de mayo, cuando la resistencia abatió un helicóptero británico. Estas últimas muertes coinciden con la filtración, por parte del diario “The Observer”, de un estudio financiado por el Ministerio de Defensa que alerta de que trastornos como la depresión, la ansiedad o el estrés postraumático han aumentado «de manera espectacular» entre los soldados británicos desde la invasión de Irak hace tres años. La investigación también afirma que ese fenómeno supera los efectos causados por la anterior agresión contra Irak de 1991, cuando miles de soldados británicos reclamaron que padecían el llamado síndrome de la Guerra del Golfo, con síntomas como fatigas, fiebres, náuseas o depresión. Otro diario, esta vez el estadounidense “The Hartford Courant” ( Connecticut) denunció en su edición de ayer que el Pentágono envía a Irak y mantiene en combate en el país ocupado a soldados con problemas sicológicos graves. La proporción de suicidios entre los soldados ocupantes ha alcanzado cifras récord en estos años. La «guerra sicológica» alcanza también a la clase política colaboradora con la ocupación. Ayer mismo, tres guardaespaldas del todavía ministro de Exteriores, el kurdo Hoshiar Zebari, murieron en un ataque guerrillero en el norte de la capital iraquí. El ataque coincide con la enésima crisis en las negociaciones para la formación de un gobierno «de unidad nacional». Fuentes de la lista unida chiíta (AUI), ganadora en las elecciones del 15 de diciembre, dieron dos días de plazo a la oposición sunita y amenazaron con formar un ejecutivo sin contar con su participación. La AUI se encuentra entre dos fuegos. De un lado, sufre desde que ganó los comicios la presión de EEUU para que acceda a dejar entrar en el Ejecutivo a sunitas y kurdos. De otro, se enfrenta al creciente malestar de sus bases y de formaciones aliadas. Una de ellas, el Partido de la Virtud, ha anunciado que no formará parte del futuro Ejecutivo.
«Feroz batalla» entre afganos en la sureña Kandahar
KABUL Las milicias del Gobierno colaboracionista de Kabul libraban ayer una «feroz batalla» contra la guerrilla talibán en un distrito de la provincia de Kandahar, en el sur de Afganistán. La batalla, en la que participaba un importante contingente de milicianos, comenzó al mediodía en el distrito de Panjwai y «el enfrentamiento, feroz, prosigue», declaró un responsable policial. Esta fuente aseguró que había muchas bajas mortales en la milicia armada por EEUU. Desde Kabul, fuentes oficiales informaron de cuatro milicianos y doce talibán muertos. La fuerza internacional de ocupación de Afganistán aseguró que «observamos la situación, pero de momento no han pedido nuestra ayuda». Miles de soldados están estacionados a escasos kilómetros, en la gran base aérea de Kandahar, provincia feudo de los talibán y en la que el Ejército canadiente ha asumido la responsabilidad de la zona con un contingente de 2.300 soldados. Ultimátum El Gobierno de Kabul, asesorado por la ONU, ha dado dos meses de plazo a las milicias no alineadas con sus mandos militares para que se desarmen. Según cálculos de la ONU, existen 2.000 milicias armadas no controladas en Afganistán. De ellas, entre 100 y 200 son consideradas «seriamente peligrosas» por Kabul. Peligrosas, bien armadas y bien entrenadas tras decenios de guerra, y contra las que el Gobierno no puede hacer prácticamente nada, reconoce.
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