Aquellas personas que en las últimas semanas han acudido al juicio del sumario 18/98 han tenido la oportunidad de asistir a una lección de la historia reciente de Euskal Herria narrada por varios de sus protagonistas más directos. Concretamente, en la Sala se ha hecho un repaso a la evolución organizativa de ETA desde los inicios de los años 70, y han sido personas que han asumido importantes responsabilidades en la organización armada quienes han relatado lo que ellos mismos han vivido.La razón de estas particulares lecciones está en la tesis que el fiscal ha esgrimido para formular la acusación en este macrosumario, aquella que sostiene que los organismos de la izquierda abertzale no son más que herramientas ligadas orgánicamente a ETA, de las que ésta se valdría para alcanzar sus objetivos.
Según esta argumentación, ETA «delega» parte de sus actividades en otras organizaciones, supuestamente vinculadas y supeditadas a ella, y utiliza militantes «desdoblados» para controlar organismos, empresas y asociaciones.
Sin embargo, personas como Eugenio Etxebeste, José Luis Alvarez Santacristina, Joseba Arregi o Pakito Mujika, que han conocido de primera mano la realidad interna de la organización armada desde antes de la reforma posfranquista, han puesto negro sobre blanco con su testimonio y han rechazado, por «absurda» la tesis que mantiene la acusación.
En su comparecencia, el pasado miércoles, Antton retrocedió hasta 1972, año en que siendo aún universitario ingresó en la organización armada. Por aquel entonces, y desde su V Asamblea (1966-67), ETA se estructuraba en cuatro frentes: el militar, el político, el obrero y el cultural.
Cuatro frentes que, siempre bajo una misma dirección, debe- rían ser cuatro estructuras estancas a fin de que las actuaciones policiales contra uno no afectaran al resto. Lo que así era en teoría, sin embargo, no lo era en la práctica, y la permeabilidad existente entre los diferentes frentes hizo que las caídas fueran numerosas aquellos años. Esto quedó aún más de manifiesto tras la acción que acabó con la vida del almirante franquista Luis Carrero Blanco en diciembre de 1973, cuyas consecuencias a nivel represivo fueron notables.
La constatación de que «era inviable mantener una lucha armada con cuatro frentes» abrió un intenso debate en el seno de ETA, y fue en un Biltzar Ttipia de 1974 cuando se produjo «una ruptura de facto» entre aquellos que apostaban porque la organización desarrollara una actividad exclusivamente armada a fin de alcanzar sus objetivos políticos, y de forma totalmente independiente de otras organizaciones políticas, sociales o de masas; y quienes apostaban por una organización político-militar que controlara, en una misma estructura, tanto la actividad armada como la de otros organismos sociales y políticos.
«Una organización con una cabeza y muchos cuerpos» la definió en el juicio Etxebeste, que en aquellos años optó por esta segunda opción.
La escisión entre ETAm y ETApm se hizo oficial en enero de 1975, en la segunda parte de la VI Asamblea.
Los polimilis, en conformidad con su planteamiento, impulsaron en ese tiempo diversos grupos y organismos, siempre bajo la misma estructura, para desarrollar su estrategia.
«Doble militancia»
Fue en ese contexto donde surgió el concepto de «desdoblamiento» y el de «doble militancia» que menciona ahora la acusación. El propio Antton dio un par de ejemplos gráficos de esto a la Sala, explicando cómo fue encargado de impulsar una organización estudiantil que respondía al nombre de Ikasle Abertzale Sozialisten Erakundea (IASE) mientras militaba al mismo tiempo en la organización armada.
Relató, asimismo, que fue designado responsable de la organización, primero en Donostialdea y luego en Gipuzkoa y en Bizkaia, y que esa responsabilidad alcanzaba tanto a los comandos armados como a los organismos sociales.
También participó como representante de ETApm en reuniones de KAS, en las que coincidió con miembros de EHAS, LAB, LAIA, LAK... pero no con ETAm, ya que no participaba en aquellas reuniones.
Según explicó el veterano militante abertzale, ETApm veía a KAS como un marco en el que conseguir que aquellas organizaciones «volvieran al seno materno», que para ellos era la organización armada.
ETAm no fue parte integrante de KAS, aunque sí apoyó la alternativa que como programa de mínimos presentó la coordinadora la Alternativa KAS y que la organización armada actualizó en enero de 1978.
En el seno de ETApm, los defectos de los que adoleció la anterior estructura de frentes volvieron a reproducirse en aquellos años, y esto repercutía en la caída de militantes tanto de los comandos armados como de los organismos que pretendía potenciar.
La constatación de que aquella estructuración incurría en los mismos errores que se ha- bían censurado años antes, llevó a muchos militantes a discrepar con este modelo, aunque la dirección seguía apostando por el esquema político-militar.
En este contexto se produjoen setiembre de 1976 la VII Asamblea de ETApm, en la que, siguiendo los dictados de la llamada Ponencia Otxagabia, se planteó la creación de un partido político que estuviera integrado bajo la misma organización. Aquel partido fue Euskal Iraultzarako Alderdia (EIA), que posteriormente, en 1977, pasaría a ser Euskadiko Ezkerra y que acabaría integrándose en el seno del PSOE en 1993.
Varios militantes de ETApm, sin embargo, no vieron con buenos ojos el rumbo marcado por la dirección, concretado en aquella VII Asamblea, tanto en el aspecto organizativo como en el político, ya que «se pretendía constituir un partido que se integrara en el sistema, al tiempo que se propugnaba el abandono de la lucha armada».
Eso llevó a estos militantes de ETApm, entre los que se encontraban los comandos «Bereziak», a acabar confluyendo en 1977 con ETAm, organización que asumió en exclusiva las siglas de ETA. Una vez dentro de la organización «unificada», Antton no volvió a oir de desdoblamientos o dobles militancias, términos que esgrime ahora el fiscal Enrique Molina.
Tanto Etxebeste, como Arregi, Alvarez y Garmendia, detenidos en 1992 en Bidart, o el resto de las personas que han tenido relación con ETA que han comparecido en las últimas semanas, han descartado que la organización armada se valga de otras organizaciones para desarrollar sus actividades, o que «delegue» alguna de ellas.
Igualmente han negado que hubiera militantes «desdoblados» en otras organizaciones a fin de controlarlas. «ETA es una organización totalmente independiente, que no admite injerencias de nadie y que, en consonancia, no pretende dirigir o fiscalizar la actividad de ninguna otra organización» afirmó, también el miércoles, el ex preso político Iñaki Herrán.
Todos han coincidido, en esta línea, en señalar que esta organización se vale de sus propios militantes para recabar información, para realizar análisis, para mantener encuentros con agentes políticos e institucionales o para desarrollar sus relaciones internacionales. Y han descartado, por ello, que tenga o haya tenido relación con KAS, Ekin, Xaki o cualquier otra organización política o social.
A pesar de ello, la acusación se mantiene en sus trece. Porque si admitiera lo que cualquier enciclopedia explica de forma clara y sus propios protagonistas han narrado, se quedaría sin juicio y sin sumario. -
MADRID