PODGORICA
La capital de Montenegro, Podgorica, estalló literalmente de alegría cuando a primera hora de la noche las estimaciones oficiales anunciaban el nacimiento de un nuevo Estado en el corazón de Europa: los partidarios de la independencia habían logrado su objetivo.El estallido de los petardos, fuegos artificiales y el continuo sonar de las bocinas de los coches anunciaban una larga noche de celebraciones. Miles de personas se lanzaron a las calles para ser testigos de una fiesta que, si bien era esperada, sólo la garantizaban las urnas.
Y las urnas hablaron. Primero fue para superar la tasa de participación que validaba el referéndum, 50%. Para ello no hubo ningún problema porque los montenegrinos acudieron en masa a las urnas, hasta alcanzar una participación de casi el 90%. Mediada la jornada ya había votado más del 50% de los montenegrinos con derecho a voto, 484.000. Aún restaba por superar el mayor obstáculo, ese 55% de votos favorables colocado por la UE.
El serbio «Centro de Monitoreo» (Cemi) y el montenegrino «Centro de Elecciones Libres y Democracia» (Cesid) anunciaron una hora después del cierre de los colegios electorales que el voto a favor de la independencia recibió un 55,9%. Esta cifra es, sin embargo, algo inferior a la del 56,34% que habían anunciado las organizaciones gubernamentales tras cerrar los centros de votación.
El gubernamental e independentista Partido de Socialistas Democráticos (DPS) del primer ministro Milo Djukanovic, organizó el primer festejo en el centro de la ciudad.
Aunque el bloque unionista reconoció primero implícitamente su derrota, luego se retractó y aseguró que nada está decidido aún.
El líder del Partido Nacional, Predrag Popovic, manifestó poco después del cierre de los colegios electorales en nombre del bloque unionista que «aquel que gana con tanta mayoría merece que le den la mano».
Sin embargo, Pegrag Bulatovic, líder del bloque unionista y presidente del Partido Socialista Popular (SNP), acusó a las ONGs que emitieron sus estimaciones de «desestabilizar» el país y aseguró que con el 20% del escrutinio, los unionistas iban por delante. Asimismo, pidió a sus partidarios «mantener la calma» y no salir de sus casas, e instó al Gobierno a retirar a sus seguidores de las céntricas calles de Podgorica.
Las aspiraciones independentistas de Montenegro datan de los principios de los años 90 del siglo pasado, cuando la entonces Yugoslavia empezaba a desintegrarse.
Sin embargo, no fue hasta el año 1997 cuando el actual primer ministro, Milo Djukanovic, empezó a alejarse lentamente de Serbia, gobernada entonces por Slobodan Milosevic.
El proceso de separación fue en un principio apoyado por la UE para debilitar a Milosevic. Pero tras el derrocamiento de Milosevic, la UE perdió interés por las aspiraciones soberanistas de Montenegro.
No fue hasta el año 2003 que la UE negoció con ambas repúblicas la formación de la citada unión estatal, que desde un principios preveía la posibilidad de un referéndum de autodeterminación después de tres años. Ayer fue el gran día, y los montenegrinos no dejaron escapar la oportunidad.
Iñaki SOTO | DIRECTOR GOGOETA XXI
Hemos recibido la noticia de la victoria de los independentistas hace tan sólo unos minutos. Finalmente, Montenegro será independiente. Toda la gente ha salido a la calle y en pocos minutos, las calles de acceso a la capital se han colapsado. Podgorica se ha vestido de rojo y las bocinas de los coches amortiguan los gritos y los abrazos entre los montenegrinos.
El CEMI da el dato oficial: el 56,3% de los montenegrinos han votado a favor de la independencia. La espera ha sido larga.
La gente explota. Jóvenes y viejos se funden mientras nosotros asistimos emocionados a este hecho histórico. Andrej Nikolaidis, joven escritor montenegrino, nos mira y nos grita, eufórico: «¡¡¡You will be the next, you will be the next!!!» (vosotros seréis los próximos). Los análisis políticos no tienen ningún sitio en estos momentos. Aunque intentamos mantenernos al margen, no podemos ocultar nuestra emoción Nuestros sentimientos no dejan de ser encontrados. Por un lado, nos alegramos por el pueblo que nos ha tratado como hermanos. Por otro lado, no podemos más que sentirnos reflejados en su lucha, pero, desgraciadamente, no hemos conseguido todavía aunar suficientes voluntades para ganar este reto. Otra persona, más mayor, se nos acerca y nos dice «Euskaldunak? Agur Solana». -