El 5 de junio se cumplen 25 años de los primeros casos de sida detectados, y nos recordarán que suben los casos, fallecen más o menos, citarán Africa, Asia y harán la foto de rigor, estamos de moda, toca lazo rojo y palabras bonitas, recuerdos y mensajes a la ciudadanía sana para cuidarse de los y las portadoras a quienes nos ha tocado ser receptáculos del original virus. Nos queda la sensación de ser una vez más cuerpos portadores sin alma, poseídos y mudos, puesto que nuestras voces afónicas demandan lo imposible, la solidaridad con todos.
Aún son muchos quienes hablan de los derechos de los demás, de inmoralidades y normalidades, de la suerte de ser del primer mundo, la limosna o la pena para los del segundo, tercero o cuarto mundo, muchos años y muchos más idos o fallecidos, nuevos casos y la espera del milagro que no sucede, en beneficio de las multinacionales que ganan más y más.
Aunque también somos muchos los que reímos los desfases verbales o las actitudes retrógradas de los que se empeñan una y otra vez en clasificarnos o estudiarnos como nuevos especímenes. La verdad es que tiene su gracia sentirse valorado y observado. Ahora comprendo al difunto Copito de Nieve, sus gracias y la mirada fija tal vez preguntando «¿y vosotros qué?».
Pero prometo que el 5 de junio luciré para morbo del colectivo sano un lazo rojo, que lo pasearé orgulloso, sonreiré sabiéndome vencedor ante el abuso de actitudes y pensamientos retrógrados enraizados en este mundo; recordaré 25 años que no son pocos, los sinsabores y alegrías, que son muchas más y, cómo no, a las personas maravillosas que se fueron con la sonrisa en la cara y conocedores de que no íbamos a cambiar la sociedad o el mundo, demasiada carga en nuestra conciencia y en el recuerdo. Compartir con quien se quiere y lo merece ha sido todo un motivo de orgullo.
Me siento orgulloso de saber que nunca he estado ni estaré solo, que siempre tendré dónde mirar o con quién hablar, pero me pregunto por qué son tan difíciles y constantes algunos en sus preguntas sin respuesta.
25 años donde unos dieron algo por encima de sus prioridades de salud para demandar soluciones fáciles que, sin embargo, están estancadas por falta de voluntades o por esos intereses mezquinos que priman ganancias por encima de las vidas. Hemos sido débiles en cuerpo, pero muy fuertes en ideas. Por encima de fronteras, supuestos colectivos y rarezas normalizadas hemos avanzado en estos 25 años gracias a todos. La mezquindad de quienes pretenden catalogarnos se pierde ante el valor de lo realizado, sus miserias son granos de arena en un mar cada vez mayor y profundo, estamos ganando al sida. -